Un juez garantiza que unos hijos de padres divorciados puedan salir de nazarenos
El auto judicial ordena en el régimen de visitas que se "respete" el deseo de los menores para hacer estación de penitencia
El divorcio de unos padres no puede influir en los sentimientos religiosos de los hijos. Un juez de Sevilla ha ordenado a una pareja que se acaba de divorciar que respeten el derecho de sus dos hijos menores a salir de nazarenos.
La pionera resolución ha sido dictada por un juzgado de Violencia sobre la Mujer, que ha sido el encargado de dirimir el proceso de divorcio al existir una denuncia previa por malos tratos. El abogado defensor del padre, Joaquín Moeckel, señaló que la representación jurídica de la madre hizo constar en su denuncia que los hijos del matrimonio habían sufrido malos tratos, lo que llevó al juez a explorar a ambos menores, de 5 y 11 años. De esa exploración se constató que, no sólo los hijos no eran objeto de malos tratos, sino que el fiscal coincidió con el letrado en que si no se permitía el régimen de visitas con el padre -como había solicitado la progenitora, que se había opuesto a que los hijos siguieran viéndole- se estaría "traumatizando" a los menores.
Como continuación del proceso, el juez ha dictado ahora un auto en el que establece el régimen de visitas para ambos ex cónyuges y en el que, de forma pionera, el magistrado ordena a los padres que garanticen el derecho de los hijos a que puedan salir en estación de penitencia.
El problema se produce porque, al atribuir de forma alternativa a cada padre el disfrute de una parte del período vacacional, el acuerdo también afecta a la Semana Santa, que queda dividida en dos mitades -desde el Viernes de Dolores al Miércoles Santo, y desde este día hasta el Domingo de Resurrección-. Y como los hijos son hermanos de cofradías de días distintos en los que el régimen se atribuye a cada uno de los padres, el juez adopta el acuerdo que aparece redactado de la siguiente forma en el auto: "Ambos progenitores respetarán el deseo de los hijos de tomar parte en las estaciones de penitencia de las hermandades a las que pertenecen".
El abogado Joaquín Moeckel consideró ayer que se ha llegado a tal nivel de "abuso de las denuncias infundadas de malos tratos y de enmerdar un procedimiento de familia, de carácter civil, en la órbita del derecho penal, que se está entorpeciendo la Justicia, generando un alto nivel de conflictividad en el seno familiar que provoca que los juzgados de Violencia tengan que empeñar su tiempo en cuestiones que perjudican a las verdaderas víctimas de malos tratos". El letrado añadió que, si a esto se suma que la mujer se pone "poco colaboradora cuando pone una denuncia infundada", al final en los procesos de divorcio se está pidiendo a los padres que elijan las vacaciones en años pares o impares, "las horas de recogida como si los hijos fuesen un paquete de mensajero; decir qué periodos hay para hablar con el móvil; y hasta pedirle al juez que dé la orden para que respeten la decisión de los hijos de salir en una hermandad".
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