"El futuro es que llegues a otro país y sólo te cambies de idioma y de ropa"

los invisibles

Antonio Uceda Montañés. Hijo de cardiólogo, hizo la especialidad en Washington, de donde vino a Sevilla con su novia norteamericana para que los casara Soledad Becerril

Francisco Correal

07 de diciembre 2013 - 01:00

ESTE sevillista llegó a Manchester un año antes que Navas y Negredo. Antonio Uceda (Jaén, 1968), oftalmólogo, ejerció también la medicina en Washington, donde le llevó una norteamericana a la que conoció en una discoteca de la Alfalfa.

-¿Cómo llega a Sevilla?

-Por la medicina. Mi padre y mi tío eran médicos, mi padre cardiólogo; mi tío, urólogo, el que inició los trasplantes de riñón. Los dos se trasladaron a Écija. Mi tío se vino a Sevilla y mi padre a Úbeda, donde estudié en el colegio de los Salesianos donde estudió Muñoz Molina, del que soy admirador y en el que me reconozco releyendo El jinete polaco en sus retratos de Sierra Mágina, de los Estados Unidos.

-¿Cómo llega a la medicina?

-En mi familia somos muy clásicos, todos médicos o abogados.

-¿Qué le lleva a Estados Unidos?

-En primer lugar, mi mujer, una norteamericana que estaba de estudiante en Sevilla.

-Como La tesis de Nancy...

-Hay muchas así. La primera vez que cogí un avión fue para ir a Washington a verla. Allí hice la especialidad de Anatomía Patológica y viví entre 1994 y 1997. Vinimos a Sevilla a casarnos. Nos casó Soledad Becerril en el salón Colón. Dijo unas palabras en inglés para la familia de mi novia. En mi familia, había tíos míos que habían sido del PP en la sierra de Jaén y al final, en vez de ir a felicitar al novio, se fueron a felicitar a Soledad Becerril.

-¿Manchester es la media entre Washington y Sevilla?

-Un día volví a Sevilla y me convertí en certificador de la cirugía láser, tema en el que me convertí en un experto. Una especie de entrenador de otros médicos. Entre la crisis y el veneno de salir, en mayo de 2012 me instalo en Manchester como especialista en cirugía refractiva.

-¿Por qué elige Manchester?

-Es la ciudad más importante del norte de Inglaterra, tiene un aeropuerto muy bien comunicado con España, en tren tardo dos horas en llegar a Londres, donde me desplazo todas las semanas. Y además de todo eso, soy muy futbolero, muy sevillista. Unos días antes de fichar por el City, mis tres hijos se fotografiaron con Negredo en Costa Ballena. Hace poco les conseguí unas camisetas de Jesús Navas. El fútbol es una religión. Un taxista en Newcastle me preguntó por Kanoute.

-Médico en Estados Unidos y en Inglaterra. ¿Les une el idioma?

-Y un concepto anglosajón de la organización que aquí no se conoce. Allí lo primero es el manual, que te dice desde cómo te tienes que vestir a cómo le tienes que hablar al paciente. En Inglaterra son clínicas privadas con ánimo de lucro que priorizan el beneficio, pero los derechos de los trabajadores, la baja maternal por ejemplo, son inimaginables en Estados Unidos y en España.

-¿Qué ha encontrado fuera?

-Algo que aquí sólo existe en Madrid y en Barcelona, una cultura de viajar para trabajar.

-¿Qué queda del capitalismo manchesteriano?

-Se sienten muy orgullosos de la revolución industrial. Los molinos, las máquinas de vapor, los telares, los canales que comunican con el río Mersey que muere en el puerto de Liverpool.

-Además de los futbolistas, ¿hay españoles en Manchester?

-Muchísimos. Antes me paraba con ellos a tomar café. Ahora hay tantos que me cruzo de acera. Hace poco fui con mi mujer a Londres, paramos en dos restaurantes y en los dos había camareros españoles. Les pagan una miseria y no sé si es una buena inversión a largo plazo.

-¿Lo ve como destino para sus hijos?

-Tienen la doble nacionalidad y están en Sevilla, pero en Inglaterra el sistema educativo forma parte del PIB. Allí ves a estudiantes asiáticos, del Golfo Pérsico, lo sé porque por mi consulta pasan jóvenes saudíes y qataríes que hacen cursos de doctorado. Yo le digo a mi mujer que los niños tienen que salir, como salí yo y salió ella, ella antes, con 16 años.

-¿Es viajero por naturaleza?

-En casa hacemos el intercambio de casas. Así hemos viajado a Francia, Suecia, Inglaterra, mientras buscaba casa para instalarme, Irlanda y el País Vasco.

-¿No le falta a Manchester un Blanco White, enterrado en Liverpool?

-Yo soy un gran lector de Chaves Nogales, que murió en Londres.

-¿Se ve de los andaluces de Jaén, aceituneros altivos?

-Allí está tu infancia y tus mayores. Pero adquirí la filosofía de sentirte cómodo en cualquier sitio del mundo. Acabo de volver de Turquía y voy a Eslovenia. El futuro es que llegues a otro país y sólo tengas que cambiar de ropa y de idioma. Sin las raíces, te despersonalizas, pero me gusta que las ramas del árbol lleguen lejos, lo que no es habitual en Sevilla.

-¿Qué le une con Sevilla?

-Fui hermano del Cachorro y de pequeño salí varios años. Mi padre era socio de una caseta en el Prado que ahora está en Pascual Márquez. Mi mujer, la norteamericana, me insiste a mí y a los niños en que todos los años tenemos que ir a la Feria.

-¿Y las cataratas?

-Ya no es una enfermedad, es una cirugía refractiva.

-¿Dónde le cogió el 11-S?

-Ese día trabajé en Huelva. Una hermana de mi mujer trabajaba en el Pentágono y el marido de una de las americanas que conocimos en Sevilla, analista financiero, tenía su oficina en las Torres Gemelas. Estaba de viaje.

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