La FP, un puente en Sevilla para la universidad

Más de mil estudiantes de ciclos formativos acceden cada curso a la US y la UPO

Las nuevas leyes educativas promueven los perfiles “permeables”

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Alumnos de una FP Dual en Alcalá de Guadaíra.
Alumnos de una FP Dual en Alcalá de Guadaíra. / Antonio Pizarro

La Formación Profesional (FP) vive una época de esplendor. Cada vez son más los jóvenes sevillanos que se decantan por estos ciclos, de carácter técnico, antes que por el Bachillerato y la universidad. Sin embargo, esta opción no cierra las puertas a la educación superior. Todo lo contrario. Las cifras lo demuestran. En los últimos cursos, más de mil alumnos han accedido a las facultades de la Hispalense y la Pablo de Olavide después de completar un grado superior de FP. Lejos de ser enseñanzas opuestas, se complementan y logran el perfil idóneo para tener más posibilidades con las que entrar en el reñido mercado laboral. Su desembarco en la universidad, además, resulta más fácil, ya que buena parte de los conocimientos que se imparten los han adquirido en la etapa previa.

Conviene recordar que la FP ha sido, hasta no hace mucho, una vía secundaria para los jóvenes. Buena parte de las familias la consideraban la última alternativa cuando sus hijos fracasaban en la ESO o no querían seguir estudiando en el Bachillerato. Esta visión ha cambiado bastante las últimas décadas, hasta el punto que ha pasado a ser la opción preferente en muchos hogares cuando se quiere lograr una inserción laboral rápida. 

Este interés se encuentra más que justificado si se atiende a recientes informes sobre el perfil de empleado que demanda el tejido productivo. El último estudio de Caixabank Dualiza sobre la FP vaticina que en 2030 más del 70% de los puestos de trabajo serán para los técnicos de estos ciclos. Un cambio que muchos ligan a las tendencias de la denominada generación Z, en la que abundan los jóvenes que prefieren pasar antes por las aulas de la Formación Profesional que por las de las facultades. 

Las cifras lo evidencian

Sirvan los números para constatar esta tendencia. En la Universidad de Sevilla (US) desde el curso 2019/20 no bajan de mil los estudiantes que proceden de un grado superior de FP. El pasado curso esta cifra se quedó en 1.096. En la Universidad Pablo de Olavide (UPO) se percibe aún mejor el incremento de alumnos procedentes de ciclos formativos. Si en el ejercicio académico 2021/22 suponían un 9,73% del estudiantado, dicho porcentaje alcanza ya el 11,23%. 

Datos que confirman que la FP en bastantes ocasiones no se convierte en una meta, sino en un puente idóneo para llegar a las aulas universitarias. Así le ocurrió a Ángela Miranda, una sevillana de 27 años que cuenta con dos títulos de FP, un grado superior en Animación Sociocultural y otro de Educación Infantil. Ahora se encuentra en el segundo curso del grado de Educación Infantil en la Hispalense, aunque realmente los conocimientos adquiridos en la Formación Profesional y en los años de prácticas en guarderías le han servido para ir por delante de sus compañeros de aula. “Me resulta más fácil que a los estudiantes que vienen del Bachillerato”, asegura. Esta veinteañera, que ha trabajado en Italia, no descarta en un futuro presentarse a unas oposiciones o montar su propia escuela. 

El contacto con el ámbito laboral es una de las ventajas que, históricamente, ha tenido la Formación Profesional, incluso antes de que se ofertara la modalidad Dual. Cualidad que subrayan los estudiantes que desembarcan en la universidad desde un grado superior. A partir del próximo curso, con la nueva ley estatal que regula la FP, las prácticas en empresas o instituciones estarán mucho más presentes en estos ciclos, pues todos habrán de adoptar el formato dual.

La formación Dual

También en la universidad se apuesta cada vez más por esta relación estrecha con el tejido productivo. Prueba de ello son las carreras que la US y la UPO pondrá en marcha a partir del curso 2025/26, dentro de la estrategia del nuevo mapa de titulaciones académicas impulsado por la Junta de Andalucía. En el caso de la Hispalense, y en referencia a los grados, serán dos: el de Ingeniería Informática-Ciberseguridad y el de Ingeniería Informática-Inteligencia Artificial. La Olavide, por su parte, se convertirá en la universidad andaluza con más enseñanzas de este tipo. Hasta cinco carreras nuevas contemplan un periodo de formación importante de los alumnos en empresas e instituciones. 

Una relación a la que están muy acostumbrados los esudiantes que proceden del grado superior de la FP. Es el caso de Javier Hinojosa, un sevillano de 21 años al que los ciclos formativos le han ayudado a entrar en el mundo laboral. Su vinculación con esta enseñanza comenzó al acabar la ESO. Se matriculó en un grado medio de Gestión Administrativa y luego en uno superior de Administración y Finanzas. Ahora estudia la carrera de Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Universidad de Sevilla. 

El caso de Javier ejemplifica a la perfección lo que los pedagogos consideran “permeabilidad” entre los distintos niveles y sistemas formativos. Hasta no hace mucho tiempo, la FP y la universidad se consideraban compartimentos estancos. Resultaba impensable que un joven pudiera pasar de las aulas de la Formación Profesional a las de las facultades. Esta percepción ha cambiado por completo. En una sociedad globalizada y cada vez más competitiva carece de sentido la educación “lineal”, por lo que se requiere de estos perfiles “permeables”. Para alcanzar tal fin, las instituciones académicas han de trazar “puentes” entre ambas enseñanzas. Y en ambos sentidos, pues no son pocos los egresados que, tras acabar en la facultad, entran en un grado superior de FP para adquirir las competencias técnicas que reclama el mercado laboral. 

Un sistema educativo "flexible"

 “En el entorno actual, no pueden seguir existiendo modelos de formación cerrados, sino que éstos han de ir buscando la mayor flexibilidad posible”, defendió meses atrás la ministra de Educación, Pilar Alegría. Prueba de ello es la nueva ley de Formación Profesional, que facilita estas pasarelas entre ambos sistemas, con el reconocimiento de las enseñanza adquiridas previamente en cada una de ellas. De esta forma, cuando haya una relación directa entre el ciclo superior de FP y la carrera universitaria, se podrá convalidar entre el 15% y el 25% de los créditos universitarios (también a la inversa), según el Ministerio de Educación. 

Pero, claro, una cosa es el marco normativo y otra la forma de concretar esa convalidación, aspecto en el que incide Soledad Romero, profesora titular de Orientación Profesional en la Facultad de Ciencias de la Educación de la US. “Es necesario que los profesores universitarios nos sentemos con los de FP y desarrollemos, codo a codo, un verdadero trabajo de coordinación”, subraya Romero, quien alerta de que la convalidación depende muchas veces de la voluntad de las facultades. “Hay profesores universitarios aún muy reticentes a reconocer asignaturas de los ciclos formativos”, lamenta esta docente, para quien la presencia de alumnos de FP en las facultades siempre “enriquece”.  

Por otro lado, la nueva ley universitaria (LOSU) no altera la manera en la que los estudiantes acceden a la enseñanza superior. La calificación del expediente académico en el grado superior sustituye a la fase de acceso de la Selectividad. Ahora bien, si se quiere lograr plaza en una carrera con nota de corte alta, el aspirante habrá de realizar la fase de admisión, en la que se examina de asignaturas específicas de la titulación universitaria.

"Lo que enseñan es más fácil para los de FP"

Ángela Miranda durante su etapa de FP en una guardería.
Ángela Miranda durante su etapa de FP en una guardería. / Redacción Sevilla

Ángela Miranda, de 27 años, al concluir el Bachillerato, estudió dos grados superiores de FP: el de Animación Sociocultural y el de Educación Infantil. Desde septiembre de 2022 cursa el grado de Educación Infantil en la US. “En mi instituto nadie me hablaba de la FP”, recuerda Miranda, quien buscó información sobre estos ciclos hasta encontrar lo que le gustaba. La última FP en la que se matriculó era Dual, lo que le permitió tener el primer contacto con un entorno laboral. Dos días a la semana acudía a una guardería, donde aplicaba los conocimientos adquiridos en el instituto. “Allí desarrollaraba las técnicas de dinamización en grupo”, recuerda esta jopven, quien señala que “la universidad es más teórica”. Al finalizar la FP se fue a Italia, donde trabajó en una escuela infantil. Con esta experiencia, en 2022 decidió presentarse a la fase de admisión de la Selectividad para entrar en el grado mencionado, donde le convalidaron 50 créditos, casi un curso. “A los que venimos de la FP nos resulta más fácil lo que ahora nos enseñan que a los que proceden directamente del Bachillerato”, refiere. 

"La FP me ha dado base para la carrera"

Yésica Torres estudia ahora el grado de Educación Infantil en la US.
Yésica Torres estudia ahora el grado de Educación Infantil en la US. / Redacción Sevilla

Tras acabar el Bachillerato de Ciencias, Yésica Torres quiso entrar en un grado superior, pero no tenía nota suficiente. Gracias a un familiar, pudo pagarse uno privado de Anatomía Patológica y Citodiagnóstico. Con el primer año de FP realizado, decidió presentarse a la Selectividad. Necesitaba más de un 12 para estudiar Enfermería en la Universidad de Sevilla. Al concluir el ciclo formativo, accedió al grado universitario en el que ahora se encuentra y para el que tan útil le está resultando la etapa anterior. “La FP me ha ayudado mucho, al darme bastante base para la carrera”, afirma Torres. El principal cambio entre una enseñanza y otra lo percibe en el tiempo que requiere cada una. “En la FP estudiaba dos horas por la tarde y tenía los fines de semana libres. La carrera exige más tiempo de dedicación”, admite esta joven, quien considera “enriquecedor” el hecho de que se pase de un ciclo formativo a un grado universitario. “La FP se convierte para muchos jóvenes en una oportunidad, ya que cuando la acabas sales acreditado para desempeñar una profesión. Pero, además, sirve de puente idóneo para estudiar luego una carrera”, señala esta futura enfermera. 

"A algunos egresados les recomiendo una FP"

Soledad Romero, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la US.
Soledad Romero, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la US. / Juan Carlos Muñoz

Soledad Romero es profesora titular de Orientación Profesional en la Facultad de Ciencias de la Educación de la US. En sus aulas cuenta con un importante número de alumnos que proceden de un grado superior de FP. Vienen de los ciclos de Servicios a la Comunidad, Educación Infantil o Integración Social. Considera “enriquecedora” su presencia para los estudiantes que vienen directamente del Bachillerato, ya que, entre otras cualidades, cuentan ya con experiencia laboral. “Tienen conocimientos técnicos para desempeñar un empleo y perspectiva transversal para ocupar un puesto de trabajo”, recalca Romero.

Esta docente recuerda que las nuevas leyes educativas –tanto la universitaria como la de FP– promueven las pasarelas entre ambos sistemas de enseñanzas. “En una sociedad tan competitiva, no tiene sentido que FP y universidad vayan cada una por su lado, han de establecerse puentes”, incide. Para ello, el Ministerio de Educación fija los porcentajes de convalidación de las asignaturas, tanto para ir de la FP a la universidad como a la inversa. Cifras que muchas veces no salen del papel. “Eso es el marco regulatorio, pero luego se queda demasiadas veces a merced de la voluntad de las facultades. Hace falta concretar las equivalencias entre módulos profesionales y asignaturas universitarias”, reclama esta experta en educación, que reconoce que aún muchos profesores universitarios “recelan” de las enseñanzas impartidas en la Formación Profesional. En este punto recuerda que “la sociedad española sólo relaciona la educación superior con la universidad, cuando también incluye los grados superiores de FP, algo que está mucho más normalizado en Europa”.“En algunas ocasiones y según qué salidas laborales, recomiendo a los egresados realizar un grado superior de FP”, admite Romero.

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