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Una forma distinta de ir a Galicia

Tradición. Bisnieta de la fundadora de Cuadros Venecia, calle Lagar, la pintora Ángela Mena prorroga hasta 4 de noviembre su visión de las rías

Ángela Mena, junto a uno de los cuadros que expone en La Caja China.
Francisco Correal

27 de octubre 2016 - 05:03

ÁNGELA Mena nunca ha estado en Galicia, pero invita a hacerlo en unos paisajes de ensueño que forman parte de su exposición Allí donde vive el mar. Un territorio idealizado en la ría de Vigo, ese paraíso frente a Moaña y Cangas de Morrazo; ría vecina de la de Arosa donde hace siglo y medio nacía Valle-Inclán. El arte utiliza transportes de emoción. "¡Las cosas que toco, para qué necesito verlas!" (Max Estrella, en Luces de Bohemia).

Álvaro Cunqueiro tampoco estuvo nunca en Bretaña y la recreó en Crónicas de un sochantre. Manuel Gregorio González escribió la biografía de Cunqueiro (el trabajo le valió el premio Antonio Domínguez Ortiz) y la primera vez que visitó Galicia fue para presentar su ensayo sobre el escritor de Mondoñedo.

Allí donde vive el mar. Las primeras visiones marinas de Ángela Mena (Sevilla, 1985) fueron Chipiona y las playas de Huelva. En la primera tuvo su bautismo artístico, participando en una muestra que recaudó fondos para que los niños tutelados de la Junta acogidos en San Carlos viajaran a Eurodisney. París idealizado en los trazos de la solidaridad, como las rías gallegas.

La pintora creció entre pinceles y proporciones. Es bisnieta de la fundadora de Cuadros Venecia, la más que centenaria tienda de la calle Lagar, ese milagro de los requiebros, quebrado de casas y esencias entre Cuna y Acetres. Las comparaciones son odiosas y los marcos incomparables. Frases hechas que deberían figurar en el libro La ocasión la pintan calva, una antología de 300 dichos y expresiones que ha dirigido el académico Juan Gil, madrileño de cuna, sevillano de cátedra y querencias. Marcos que los padres de la pintora, Ignacio Mena y Emilia Ávila, han preparado a lo largo de los años para nombres señeros de la pintura: Carmen Laffón, Pérez Villalta, Salinas, Félix de Cárdenas. No marcan, enmarcan. Como la leyenda de las sardinas del puesto que ponían en la calle Betis frente a la casa de Santiago del Campo: No pican, empican.

Ángela empezó con la abstracción, el color la emocionaba. Hablan sus cuadros por ella. "El color silencia la palabra pero no paraliza el pensamiento", escribió en su crítica de la exposición Juan Bosco Díaz Urmeneta. El cuadro vuelve al marco en el párrafo final de la reseña: "Es el viejo enigma de la pintura veneciana al que aún es difícil responder". Las rías gallegas son una hermosa metáfora de Sevilla: hay que alejarse un poco para retratarla mejor, despegarse.

La exposición en Galería La Caja China (General Castaños, 30) se prorroga hasta el 4 de noviembre. Expuso en individuales y colectivas. Clientes de Nueva York la invitaron a ver sus cuadros en el nuevo ambiente -conoce mejor el Hudson que el Miño- de la ciudad de los rascacielos. De la calle Lagar a la Quinta Avenida.

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