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El final de una carrera brillante

La familia de Andrés Suárez Montes, el ingeniero de Marchena que viajaba en el avión accidentado en el Atlántico, espera noticias oficiales antes de desplazarse

Foto de la orla universitaria.
Fernando Pérez Ávila

03 de junio 2009 - 05:03

Andrés Suárez Montes embarcó poco antes de la medianoche (hora española) en el vuelo que lo trasladaría desde Río de Janeiro a París. Volaba a la capital francesa para tomar posesión de su nuevo cargo en la multinacional petrolera Schlumberger, para la que llevaba trabajando desde que se licenció como ingeniero industrial en la Universidad de Sevilla, en el curso 1994-95. En ese vuelo se truncaría la ascendente carrera de este marchenero de 38 años que fue número uno de su promoción y al que sus allegados recuerdan como una persona brillantísima.

Prueba de su aptitud es que salió de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros con 23 años, algo al alcance de muy pocos estudiantes. Algunos de sus compañeros de promoción recuerdan su nombre de verlo en las listas de exámenes siempre en los puestos más altos y siempre con unas notas inalcanzabales para la mayoría. "Recuerdo su nombre, Andrés Jaime Suárez Montes, y que cada vez que lo veía me preguntaba quién sería ese que sacaba unas puntuaciones tan altas. Fíjate cómo es la vida que me he enterado ahora, 15 años después, porque el avión en el que viajaba se había accidentado", explica Miguel Guerra.

"La prueba de que era un tío brillante es que en la orla tiene cara de niño, acabó sus estudios muy pronto", apunta Emilio Martínez Baquero, compañero de promoción y cuatro años mayor que él. La mayoría de los que aparecen tienen más edad y hay quien se pasó más de quince años para terminar la carrera. Son pocos los que recuerdan haber compartido momentos con Andrés, que estudió parte de la carrera en Estocolmo y se licenció en un tiempo récord. Formó parte del equipo de baloncesto de la escuela y se especializó en organización industrial, según indicaron ayer a este periódico fuentes de la institución académica.

Se trasladó a Iberoamérica cuando empezó a trabajar para Schlumberger, una empresa dedicada a la innovación tecnológica en yacimientos de petróleo y gas. Se marchó tan pronto de Sevilla que ni siquiera se colegió en la capital andaluza. Estuvo en varios países del continente americano y llevaba dos años en Brasil, donde contrajo matrimonio hace uno con una joven de nacionalidad venezolana. La pareja aún no tenía hijos y tenía previsto fijar su residencia en París tras la toma de posesión del nuevo cargo de Andrés. El ingeniero tenía previsto incluso regresar a Andalucía este otoño, aprovechando que estaba invitado a una boda en Cádiz. Su familia sigue a la espera de que la compañía Air France o el Ministerio de Exteriores les comunique oficialmente que los restos encontrados en el Océano Atlántico son del avión en el que iba Andrés, después de que así lo confirmara anoche el Gobierno brasileño.

"No sabemos nada más, nadie se ha puesto en contacto con nosotros ni tampoco se ha desplazado ningún miembro de la familia a Brasil o a Francia. Estamos pasando unos momentos muy duros", apuntaba ayer a este periódico Juan Luis Suárez Montes, hermano de Andrés. El lunes Exteriores sí confirmó a la familia que el ingeniero figuraba en el pasaje del avión de Air France.

Los parientes del ingeniero sevillano recibieron muestras de solidaridad y apoyo por parte de las administraciones. La Junta se puso a disposición de la familia para ayudarla en lo que pueda, mientras que el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, también les trasladó su "pesar" y su "pésame" y les ofreció "toda la ayuda que precisen".

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