Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
"Anoche esto era una fiesta, vino medio pueblo a celebrarlo. La gente haciéndose fotos, brindando con champán... Una feria". Quien así habla es Antonio Hernández, trabajador de la Venta El Pan, un establecimiento ubicado justo en la salida de la AP-4 hacia Lebrija, una vez que se pasa el peaje de Las Cabezas de San Juan.
La venta está cerrada este 1 de enero y Antonio, con chándal y zapatillas de estar por casa, se encarga de repetirle a todo el que llega que el bar no abre hasta mañana y que sólo se pueden comprar pan y papeletas para una impresionante cesta de Navidad, que se compone de un piso en Chipiona, un pequeño barco, un coche, una moto y un viaje.
"A eso venía yo, a por papeletas", dice una mujer, que compra cuatro, cada una a cinco euros. También hay quien se lleva solo pan. Entre cliente y cliente, el empleado explica que las barreras se levantaron a las 20:27 del 31 de diciembre, tres minutos antes de lo previsto. Aquello fue un momento de suma felicidad para los vecinos de pueblos como Lebrija, Las Cabezas y Los Palacios, que han soportado durante medio siglo el yugo del peaje.
Los vecinos de la comarca del Bajo Guadalquivir siempre han visto el peaje como una de las causas del atraso de la zona, una especie de telón de acero que lastraba la actividad económica. Sevilla y Cádiz eran, hasta ayer, las únicas provincias españolas que no estaban comunicadas por una autovía gratuita. De ahí la celebración tan efusiva cuando por fin se levantaron las barreras.
Antes de la hora en la que se abrió la circulación, ya había algunas cabinas por las que se podía pasar. Las del pago con tarjeta estaban abiertas y sólo funcionaban ya las del pago manual. Hubo conductores que, por miedo a una multa póstuma, pagaron con tarjeta pese a que podían pasar ya con libertad.
La mañana del 1 de enero todo transcurre con más calma. Desde Sevilla, los paneles informativos de la Dirección General de Tráfico transmiten un único mensaje: "Feliz año". A medida que uno se acerca a Las Cabezas de San Juan va viendo algunas señales. Por ejemplo, el importe del peaje se ha borrado de la mayoría de letreros y unos carteles amarillos indican a los conductores que han de pasar sin parar.
Todo el entorno de la estación de peaje está delimitado con conos para que nadie pueda estacionar el vehículo. Seguro que alguno tiene la tentación de hacerse una fotografía con las cabinas de fondo, más allá de la clásica imagen, repetida ya en las redes sociales, de conductores al volante pasando sin pagar. En el margen derecho de la carretera hay dos cámaras de televisión que graban planos de los coches circulando libremente. En las cabinas no hay nadie.
Unos kilómetros más adelante, cerca ya de Jerez, está el área de servicio El Cuadrejón, una pequeña gasolinera con un bar en la que la mayoría de los clientes son hoy extranjeros. Como la pareja formada por Giulia y Gianmarco, milanesa ella y romano él, que han pasado el fin de año en Sevilla y se dirigen ahora a Jerez. Luego visitarán Cádiz y preguntan al periodista si les merece la pena llegar hasta Tarifa.
Ninguno de los dos sabía que este 1 de enero es el primer día de autopista gratuita y se sienten muy afortunados. "Hemos visto el peaje pero seguimos las indicaciones que pasáramos sin pagar. Estaba la barrera levantada", cuentan. Otro grupo de italianos se deja hacer una foto en la gasolinera y preguntan por algún sitio para comer en Jerez. "Que esté abierto, porque lo que veo en el móvil es que hoy está todo cerrado".
Otro visitante que para a repostar es Anshaman Sharma, de San Francisco (EEUU), que visita estos días Andalucía con su esposa. También desconocía que era el primer día sin peaje. "Hemos empezado bien el año", dice, y felicita el 2020 al entrevistador.
En la misma área de servicio ha parado José Luis Pérez, fotógrafo sevillano que se dirige a Vejer de la Frontera, donde tiene una casa alquilada. Para él, pasar sin tener que pagar por la AP-4 "es una maravilla". "Había escuchado tantas veces que iban a quitar el peaje que ya no me lo creía. Y la verdad que pasar por las cabinas sin pagar es una sensación un poco rara".
En los próximos días, cuando se recupere el ritmo de los días laborables y pasen las fiestas, ya se verá el verdadero alcance de esta medida, que para muchos de los vecinos del Bajo Guadalquivir supone un hito histórico.
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