Redes sociales en los colegios: un filón por explorar
nuevas tecnologías y educación
La mayoría de los centros educativos sólo tratan las plataformas digitales como un peligro y no como una oportunidad de aprendizaje para los alumnos.
Sevilla/Instituto Itaca, en Tomares. Un profesor que imparte Historia Contemporánea en Bachillerato encarga a sus alumnos que busquen fotos de la Segunda Guerra Mundial. Deben publicarlas en su perfil de Twitter hasta alcanzar un mínimo. Lo han de hacer, además, acompañándolas de un hastag. Los estudiantes se ponen a ello. Todos lo logran y superan con creces el número establecido. La experiencia ha sido gratificante para los menores y el docente. Sin necesidad de pizarra ni de las clásicas diapositivas.
Este tipo de iniciativas, sin embargo, son poco comunes en la educación. "Hay que desdramatizar el uso de las redes sociales", afirma Carmen Lázaro, directora de este centro de enseñanzas medias, abierto en 2010 y que desde entonces prescinde de libros de texto en sus clases, que son sustituidos por ordenadores, tablets y móviles. La actitud de esta directora es -valga el tópico- la excepción que confirma la regla. Las redes sociales suponen hoy en colegios, y especialmente en los institutos, un asunto del que se valoran más los peligros que la utilidad.
"El buen uso de ellas sólo se logra utilizándolas, no con el veto", detalla Lázaro. Una opinión que comparte al 100% Paula Herrero Diz, periodista y profesora de Periodismo Digital y Géneros Periodísticos en la Universidad Loyola Andalucía. Entre sus numerosos trabajos en este ámbito, destaca una investigación sobre las competencias digitales que posee el docente español, para lo que se entrevistaron a 700 profesionales de la enseñanza (de Primaria, ESO y Bachillerato). El resultado de dicho informe avala que la mayoría de los centros educativos disponen de medios suficientes para generar contenidos digitales. Ahora bien, y aquí viene la segunda parte, la funcionalidad de estas nuevas tecnologías de la información y educación en los colegios e institutos es instrumental y no un fin en sí mismo. "Esto ocurre porque la formación digital y su aplicación en el aula depende más de la voluntad del docente, ya que en casi ningún centro son obligatorias", incide Herrero.
La investigación también revela que las docentes más jóvenes son "potencialmente más activas" en la creación de contenidos digitales que sus compañeros. Facebook, además, se convierte en el canal preferido de los profesores a la hora de transmitir conocimientos. También se constata que las instituciones privadas superan a las públicas a la hora de formar a maestros y alumnos en contenidos digitales. "Es cierto que detrás de ellas existe un interés económico y de imagen, pero su labor es mucho más importante que la que desarrollan los organismos públicos, a veces bastante precaria", resalta esta periodista.
En este punto, Herrero concreta que a la hora de abordar las TIC existen dos posturas: la que adoptan los entornos competitivos, en los que se utilizan las tecnologías para formar a los jóvenes; y la de los entornos conservadores, que sólo las toman como un peligro. La realidad actual de los centros educativos se inclina claramente (y con diferencia) por la segunda, ya que se advierte bastante del riesgo de las redes, pero se incide muy poco en el provecho que se puede sacar de ellas. "Las nuevas tecnologías son un excelente canal de aprendizaje, pero, al igual que ocurre cuando te sacas el carné de conducir, antes han de enseñarte a usarlas, y eso se hace con su utilización constante", recalca esta investigadora.
Esta misma postura la mantiene Mark Polko, un holandés que lleva ocho cursos siendo responsable de Educación en Tecnologías Exponenciales en el Colegio San Francisco de Paula. Este equipo lo conforman cinco personas. Polko se encarga de coordinar el adecuado uso de las TIC, tanto por parte del alumno como del profesor. En este centro privado se abordan las redes sociales desde bien temprano. "En Primaria imparto Educación Física, Social y Personal, en la que tratamos el asunto de internet y las redes", subraya este docente. El colegio cuenta con una wifi para alumnos que no permite entrar en ciertas páginas y en Facebook. Sin embargo, sí está permitido conectarse a Twitter. "En el San Francisco de Paula intentamos desde un principio que el estudiante y las familias tengan claro el uso que se le puede dar a las redes, especialmente en un centro internacional como éste, donde resulta imprescindible esa conexión con alumnos de centros que están en otros países", aclara Polko, quien destaca las advertencias que se hacen sobre estas plataformas digitales. "Incidimos en que sean ellos los que establezcan sus propios filtros a la hora de obtener una información en las redes, de que no toda fuente que vean en ellas es fiable", explica este experto en tecnología. Una de las tareas más "productivas" que desde este departamento se encarga a los alumnos consiste en crear perfiles falsos "para que ellos mismos constaten lo fácil que es engañar a través de ellos y que no todo lo que se ve en las redes corresponde a la realidad, pues el mundo virtual es muy distinto al que vivimos".
Polko ha mencionado dos aspectos clave en el mundo de las redes. Por un lado, los problemas de autoestima que pueden llegar a generar en los adolescentes. Conviene recordar aquí el trágico suceso ocurrido con la influencer Celia Fuentes la pasada primavera, una joven que se había creado una imagen en Instagram que en nada tenía que ver con su realidad. Acabó suicidándose al no soportar la soledad que padecía. De nada le sirvieron sus 275.000 seguidores en esta red ni los 500 euros que cobraba por colgar una foto en algún restaurante o local al que acudía. "Los jóvenes no deben creerse que la vida es tan bella como la que se retrata en algunos perfiles. Algunos llegan a sufrir problemas de autoestima al comparar su existencia con la de éstos, cuando en todo caso, lo que se publica no deja de ser una selección de la realidad, un trozo que aparta la malo y sólo potencia lo bueno", destaca este especialista.
El otro aspecto señalado por Polko y que supone un condicionante fundamental en la labor educativa sobre las redes sociales concierne a la implicación de las familias. "Los centros han de ir de la mano de los padres en la alfabetización digital", señala la profesora Herrero, quien explica que "de nada sirven las pautas proporcionadas a los alumnos en clase si luego en casa no se siguen". Entre estas recomendaciones se encuentra la educación en el lenguaje. "Se debe tener bastante cuidado con las palabras que se usan en las redes y con las formas de expresarlas, pues pueden generar interpretaciones indebidas o confusiones que provoquen polémicas", advierte la investigadora de Loyola Andalucía.
En el San Francisco de Paula este contacto con los padres en el uso de las TIC es permanente. "Las familias asisten a sesiones que organizamos por la tarde en el colegio a través del programa Pantallas Amigas, que promociona el uso saludable de internet", explica Polko. "Si hay un problema en las redes sociales, el centro interviene al momento e informamos a los padres de inmediato", refiere este especialista. En el IES Itaca también se busca la implicación de las familias en dicho asunto. "Nos reunimos con los tutores legales de los alumnos y ofrecemos talleres a la AMPA para que los padres acudan a formarse en nuevas tecnologías", detalla la directora del centro.
Pero, ¿hasta qué punto están las familias preparadas para afrontar este reto? El profesor Polko considera que la escuela se enfrenta actualmente a "un momento de transición". "La mayoría de los padres son ajenos aún a la realidad virtual. Existe una clara separación entre la generación de los progenitores y la de los hijos. El niño llega a casa y se pone a usar el móvil o se coloca delante del ordenador sin comunicarse con ellos, que permanecen al margen. Hay que animar a los padres para que entren en ese ámbito", subraya este especialista.
Lázaro va más allá y apunta a otro factor: "No sólo se trata de que los padres hayan dado el salto digital, sino que muchos lo han dado, pero mal, y ahí está, por ejemplo, el problema que llegan a suponer para la convivencia escolar los grupos de Whatsapp que crean las familias por su inadecuado uso".
Y desde la administración, ¿qué se dice al respecto? En este punto debe aclararse que la Junta de Andalucía cuenta desde principios de este año con un protocolo contra el ciberacoso. Se observa, por tanto, cómo en este caso la principal responsable en competencias educativas pone de nuevo el énfasis en uno de los peligros principales del uso de las TIC. ¿Y sobre su utilización positiva en la enseñanza? Conviene destacar aquí la guía didáctica sobre el buen uso de las nuevas tecnologías editado por la Consejería de Educación en el curso 2015/16. En él se incluye un apartado dedicado a las redes sociales en el que se recuerda que la Ley de Protección de Datos "prohíbe a cualquier empresa o entidad registrar información de menores de 14 años sin el consentimiento de los padres y de las madres, y por ello, redes sociales de uso general como Instagram, Facebook o Twitter, que carecen de controles especiales de contenidos y abiertas a todos los usuarios, no pueden ser utilizadas directamente por menores de 14 años". También se recuerda que para el uso del Whatsapp la edad mínima es de 16.
No obstante, la misma guía admite que "no hay un modo seguro de garantizar la edad mínima a la hora de acceder a una red social y cada vez son más los menores de 12 años que tienen abierto un perfil en alguna de ellas". Se advierte, además, que estos usuarios "no son capaces de comprender la trascendencia que tiene el desvelar su privacidad, compartir fotos propias o de compañeros o el dar información personal a través de la web, por lo que conviene dar a conocer a las familias la normativa básica, así como las recomendaciones generales que garanticen la protección y seguridad del menor en la red".
Quedan claros los riesgos, pero ni una sola línea se dedica a las posibilidades de aprendizaje que aportan las redes sociales. Algo que nada tiene que ver con lo que se hace en centros como el IES Itaca o la propia Loyola Andalucía, en los que, por ejemplo, se usan estas plataformas digitales para enseñar la primera vuelta al mundo con motivo de su quinto centenario. Carmen Lázaro, directora del instituto de Tomares, resume en dos frases la actitud que deben mostrar los centros educativos respecto a las redes: "No se le puede poner puertas al campo. Hay que trabajar con ellas".
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