El ficus de San Jacinto amenaza la estabilidad de la iglesia
Ha provocado un importante desplome en la fachada de la parroquia y ha abierto un grieta en la bóveda
La parroquia de San Jacinto pretende ceder al Ayuntamiento el espacio que ocupa el ficus
Un ruego para salvar al ficus de San Jacinto de la tala
Un problema con una sola solución. El ficus de San Jacinto es incompatible con las personas y con el patrimonio. Un sesudo estudio encargado para conocer las afecciones que el centenario e icónico ejemplar está causando en la parroquia de San Jacinto advierte de que el sistema radicular está en colapso al no contar con el espacio que necesita para desarrollarse, lo que provoca la caída de ramas de manera espontánea, con el enorme riesgo para los muchos viandantes que transitan por esta zona; y la descompactación del terreno del compás, que incide en la desestabilización del propio templo.
El ficus de San Jacinto, un ejemplar plantado en 1913, ha causado graves accidentes en los últimos años. En muchas ocasiones se ha achacado este hecho a algunas podas exageradas, pero lo cierto es que es el propio árbol el que causa esta situación. Así lo explica el arquitecto Miguel Ángel López en el completísimo informe que ha realizado y que es uno de los primeros estudios en profundidad realizados en España sobre este tipo de árboles: "El ficus necesita de una gran superficie para desarrollar su sistema radicular. Hablamos de un espacio perimetral con un diámetro de 40,50 metros que invadiría toda la iglesia, el cruce de las calles San Jacinto y Pagés del Corro, incluso sus acerados, hasta la fachada de los edificios. Al no disponer de este espacio la estabilidad queda muy comprometida. Para autorregularse el árbol lo que hace es solar ramas. Es una autopoda que busca inútilmente restaurar el balance perdido entre copa y raíz. Este año ya han caído varias pequeñas, afortunadamente sin consecuencias".
Una de la conclusiones del estudio abunda precisamente en la imposibilidad de adelantarse a los riesgos: Aún no se ha encontrado una manera de predecir la caída de las ramas en árboles de este tipo. Ni tan siquiera las inspecciones de tipo VISU o más profundas pueden colaborar en ello, ya que los desprendimientos se producen en ramas tanto enfermas como sanas. "El Ayuntamiento ha realizado un estudio con georradar que ha confirmado nuestra teoría", insiste el arquitecto.
Que el sistema radicular del árbol no se puedan extender al estar confinadas por los propios muros del compás y la cabecera del templo, provoca otro grave problema. Las raíces se acumulan en el compás, desecan el terreno que pierde consistencia y el muro se va volcando hacia el exterior: "La fachada principal está adquiriendo un desplome que se puede cuantificar en un desplazamiento horizontal máximo a la altura de la bóveda principal de 129 milímetros. Este desplome ha ocasionado la rotura de la bóveda, manifestándose una grieta sobre el coro que ha aparecido en los últimos seis o siete años".
El informe advierte que estos daños observados en la bóveda de cañón y el muro debido a los cambios de humedad sufridos por el terreno del compás -causado por las raíces-, son progresivos y a medida que aumente el sistema radicular serán mayores.
De hecho, ya se ha observado cómo algunas raíces han superado el muro y ya se expanden por el interior del templo. Por el momento sólo están moviendo la solería.
Pese a la intención para salvar el árbol, las conclusiones de este completísimo estudio científico son muy claras y contundente: la única forma razonable y viable para evitar el peligro para las personas y el progresivo daño a la edificación es la tala del ejemplar y su sustitución por otra especie menos perniciosa y más acorde para el entorno urbano.
"Es una pena, pero es la única solución. En ciudades como Sevilla no se puede meter este tipo de árboles porque cuando crecen suponen un problema porque no tienen espacio y no se puede supeditar el urbanismo a esta circunstancia. Es inviable que el Ayuntamiento se ha cargo porque seguirían los problemas", indica Miguel Ángel López.
El arquitecto lanza además un advertencia sobre otros ficus diseminados por la ciudad, recordando episodios como el ocurrido hace unos meses en la Encarnación: "Hay que plantearse muy bien qué hacer con ellos porque van a dar muchos problemas cuando tengan problemas para desarrollar su sistema radicular. Ya está viendo".
Sobre la nueva especie que se plantará en el compás de San Jacinto, las posibilidades son varias, siempre apostando por árboles cuyas raíces se desarrollen de manera vertical: "Podría ser un olivo o un ciprés que también producen muchos beneficios y son compatibles con el urbanismo".
Por último, el arquitecto insiste en que es necesario alejarse de la visión romántica que puede producir el ficus y atenerse a la realidad palmaria: "Cuando los frailes lo plantaron pensaban que estaban poniendo un arbusto. Nunca imaginaron que se desarrollara de esta manera. Este árbol, de procedencia australiana, no es urbano. Allí sí disponen de mucho espacio para crecer".
En las últimas semanas ya se han producido reuniones con el distrito y con empresarios y entidades de Triana para hacerles saber que el tiempo del ficus se está acabando. A la vista de los informes científicos no hay otra salida.
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