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Felipe II, el rey que transformó Sevilla

Durante su reinado se construyeron grandes edificios como la Lonja, la Aduana, la Casa de la Moneda o la Cárcel Real e impulsó el arte y las letras

¿Punto final a una chapuza histórica en Sevilla?

El edificio de la Lonja, actual Archivo General de Indias. / José Ángel García

Hay reyes y gobernantes cuyas aportaciones han sido muy importantes para la ciudad de Sevilla, ya que la llevaron a un nivel inimaginable. De sobras conocidas son las vinculaciones de tres reyes medievales con la ciudad: Fernando III el Santo, su hijo Alfonso X, y Pedro I. En Sevilla, concretamente en el Real Alcázar, se casó en 1526 el emperador Carlos con Isabel de Portugal. Se inició aquí el despegue de una ciudad que ya era puerto y puerta de América. Pero es con su hijo, Felipe II, con quien de verdad la ciudad, que era cabeza de Castilla, toma un verdadero impulso con la construcción de importantes edificios y otras interesantes iniciativas.

Arco del Parnaso. Juan de Mal Lara, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla. Sevilla, Alonso Escribano, 1570. / D. S.

En su dilatado reinado (1556-1598) Felipe II sólo visitó Sevilla una vez, al menos de manera oficial. El humanista Juan de Mal Lara relata con detalle cómo fue el recibimiento. El principal motivo de su visita a Andalucía fue supervisar, en primera línea, el desenlace final de la guerra de los moriscos. Llegó el uno de mayo de 1570 y permaneció en la que era capital económica del imperio apenas diez días. Entró en la ciudad por la Puerta de Goles, que desde entonces es conocida como Puerta Real. No accedió a la ciudad, como era costumbre, por la Puerta de la Macarena y la calle Real, que así se conocía a la actual San Luis. “Fueron unos días intensos de trabajo, de reuniones. Y también de retiro. Se marchó tres días al monasterio de la Cartuja a vivir de manera austera como los monjes”, destaca el historiador Joaquín Egea, presidente de Adepa.

Restos conservados de la Puerta Real. / D. S.

El reinado de Felipe II coincidió en el tiempo con el enaltecimiento de dos figuras históricas para la ciudad: Fernando III de Castilla, que no sería canonizado hasta el siglo XVII; y San Hermenegildo, que sí subió a los altares durante el reinado de Felipe II, en 1585. En el caso de San Fernando, en este tiempo se produce la terminación de la Capilla Real de la Catedral y el traslado de sus restos, junto a los de Alfonso X y Beatriz de Suabia. “A San Hermenegildo lo va a apoyar para evidenciar que la monarquía de los Austrias era la más antigua de Europa. Él la quiere vincular a San Hermenegildo y Recaredo, conectando el siglo VI con el XVI”. El monarca le da un impulso a las obras en la Puerta de Córdoba para enaltecer el lugar en el que la tradición situaba su martirio.

Lugar donde la tradición dice que estuvo San Hermenegildo encarcelado. / José Luis Montero

Felipe II tenía una conexión especial con el humanista Benito Arias Montano, nacido el Fregenal de la Sierra (Reino de Sevilla) y fallecido en Sevilla. “Él fue quien le montó la biblioteca de El Escorial y le acompañó en su boda con María Tudor. Fue enterrado en la antigua iglesia de Santiago de la Espada, las Mercedarias de San Vicente, pero su sepulcro fue destruido por los franceses y ahora se encuentra en el Panteón de Sevillanos Ilustres”.

Son muchos los hechos fundamentales que ocurrieron en Sevilla durante el reinado de Felipe II. Uno de ellos fue acabar con el foco reformista que surgió en el monasterio de San Isidoro del Campo. Este núcleo de frailes fue perseguido y el monarca ordenó que esta congregación se fusionase con la Orden Jerónima. En el año 1561 se produce un intento de hacer navegable el Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla. Aunque se hicieron estudios, no se llegó a materializar.

Antigua cárcel real en la calle Sierpes. / Juan Carlos Muñoz

En 1563 se produce una intervención básica en la ciudad: la construcción de la nueva cárcel. “Se encontraba en un lugar inmundo. Él decide acabar con eso y se la levanta una cárcel en la calle Sierpes que será de las primeras de Europa”, explica Egea. Es en este lugar donde Cervantes estuvo preso entre 1597 y 1602 y donde se dice que engendró el Quijote. Una placa da buena cuenta de ello.

Las características columnas de la Alameda de Hércules. / José Luis Montero

En 1574 se produce uno de los grandes hitos en la historia de Sevilla. El rey ampara una auténtica obra de ingeniería promovida por el Conde de Barajas, asistente de la ciudad, para urbanizar la Alameda de Hércules y acabar con su insalubridad. “Se hace por primera vez un gran jardín público del que pueden disfrutar todos los sevillanos sin distinción de clase social. Allí se cita desde el pueblo más llano a los nobles. Hasta ahora los jardines y zonas verdes se limitaban a los palacios”. 

Inscripción que recuerda el encarcelamiento de Cervantes. / Juan Carlos Muñoz

En el extremo sur del paseo se instalaron dos de las columnas romanas de calle Mármoles, que fueron coronadas con dos esculturas de Hércules y Julio César realizadas por Diego de Pesquera que, en realidad, representan al propio Felipe II y a su padre el emperador. “Tan importante fue la traída de agua desde la fuente del Arzobispo que llegaba a los grandes palacios y casas. Los aguadores provenían en su mayor parte de Francia”, indica Egea. Distintas zonas de la ciudad se embellecen con fuentes públicas, como la calle Feria, Santa Lucía, el Duque o San Vicente.

Capilla Real de la Catedral de Sevilla / Catedral de Sevilla

En 1575 se produce el traslado definitivo de Fernando III, Alfonso X y Beatriz de Suabia a la flamante Capilla Real de la Catedral. Dos años más tardes acontece otro hecho importantísimo. “Felipe II pone en marcha su idea de crear un centro económico, de poder y militar en la ciudad, así crea un importante conjunto de edificios”. El primero de ellos se construye en las naves 13, 14 y 15 de las Atarazanas: la Aduana. Este edificio derribado en los años 60 del siglo XX, contaba con una fabulosa portada realizada por Juan de Oviedo. “Se encuentra desmontada en los almacenes municipales. Hemos pedido varias veces que Hacienda se haga cargo de su reparación”. En su solar se levanta hoy el edificio de la delegación de Hacienda.

El edificio de la Casa Lonja de mercaderes, actual Archivo General de Indias. / José Ángel García

El rey encarga poco después otros dos edificios a Juan de Mijares. El primero es el de la Casa Lonja, que se construye sobre los planos de Juan de Herrera. Actualmente, este fabuloso edificio acoge el Archivo General de Indias. Coincidiendo con la canonización de San Hermenegildo se hace el complejo de la Casa de la Moneda en el que se va a centralizar su producción y el almacenamiento del oro y la plata llegados de América. “La hace Mijares sobre las Atarazanas de los Caballeros. También se crean las herrerías reales. Todo era propiedad del Alcázar".

El complejo de la Casa de la Moneda. / Juan Carlos Muñoz

Aunque las obras de la Casa Consistorial comenzaron en 1526, se dilataron durante varias décadas. Buena parte de sus estancias más singulares se realizan durante el reinado de Felipe II. A finales de 1573 quedó concluida la sala capitular alta, con la colocación de un artesonado dorado por el pintor Miguel Vallés y con la instalación de vidrieras y rejas en las ventanas.

En 1578, se le ceden a la Hermandad de la Santa Caridad varias naves de las atarazanas medievales en las que Mañara construyó la espectacular iglesia bien entrado el siglo XVII.

Uno de los arcos de las Atarazanas en el Hospital de la Caridad. / José Ángel García

En 1588 ya se encontraba terminado el edificio de la Aduana y se produce otro hito muy importante: la reducción de hospitales. “Había cientos de ellos por toda la ciudad. Se crean dos grandes, el del Amor de Dios y el de Espíritu Santo. Se mantuvieron también de los Inocentes de la calle San Luis, el de Santa Marta, San Lázaro, la Sangre, o el Pozo Santo”.

En 1598 muere primero en Sevilla Benito Arias Montano, “un personaje fundamental para Sevilla y no cuenta con una estatua”. Tiempo después, el 13 de septiembre, fallece el monarca en El Escorial. “Nos ha legado una Sevilla distinta con grandes edificios e impulsando el arte y las letras”, concluye Egea. 

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