La “fecundidad intelectual” de un matrimonio

El Hotel Alfonso XIII acogió la ceremonia de entrega del XII Premo Manuel Clavero a la pareja formada por los humanistas sevillanos Consuelo Varela y Juan Gil

El triunfo de la sencillez, el crédito del prestigio

Consuelo Varela y Juan Gil, durante su intervención.
Consuelo Varela y Juan Gil, durante su intervención. / Juan Carlos Vázquez

DESDE la primera copa en los jardines del Hotel Alfonso XIII se notaba el buen humor de la concurrencia. El tiempo acompañaba y la ocasión lo merecía. En unos minutos se iba a entregar el XII Premio Manuel Clavero al matrimonio de humanistas compuesto por la americanista Consuelo Varela y el académico Juan Gil, un ejemplo de la “fecundidad intelectual” que puede traer consigo el matrimonio, como reseñó el presidente del Grupo Joly, José Joly, durante su discurso. No en vano, el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, que fue el encargado de presentar a los premiados, los ha llamado en alguna ocasión “los Curie” de las letras españolas, haciendo referencia a la legendaria pareja de científicos franceses. 

Por primera vez, el galardón con el que Diario de Sevilla distingue a los sevillanos que han demostrado un alto grado de excelencia y compromiso con la sociedad, recaía sobre una pareja. Un matrimonio muy conocido por los mundos universitario e intelectual de la ciudad, pero no tanto por el gran público, lo que le daba a esta XII edición un plus de verdad, imprescindible en un premio que no está pendiente de “ la galería”, sino solo de los valores que lo inspiran. El mismo Juan Gil, en uno de los corrillos previos al acto, hablaba de esa “autenticidad” (aclaró que el término podría resultar “un tanto cursi”) que se respiraba en el ambiente. Consuelo Varela, por su parte, en su intervención, abundó en esta idea: “nunca hemos sido trepas”. Y así es, porque el lugar de este matrimonio nunca estuvo en el candelero, sino en los archivos, en la mesa de trabajo de su bonita casa sevillana y en las tertulias con los amigos en la ciudad y en Sanlúcar de Barrameda, su segunda patria.

Con el XII Premio Manuel Clavero se lanzaba también un mensaje claro: sevillano es quien, por los motivos que sean, deciden vivir y trabajar en la ciudad, aportando lo mejor de sus frutos a la comunidad, independientemente de su origen. Es el caso de Juan Gil (madrileño de cuna) y Consuelo Varela (granadina). En los últimos cincuenta años, ambos –juntos y por separado– han trabajado incansablemente desde Sevilla en el campo de las humanidades, dando origen a una ingente y excelente obra que ha tocado temas tan dispares como el latín medieval, los mozárabes o las grandes figuras del Descubrimiento. Como señalaron en sus intervenciones el presidente del jurado y vicepresidente de la Fundación Persán (patrocinadora del premio), Ignacio Martínez, y la periodista Magda Trillo , el premio llega en el momento en el que el matrimonio ha dado luz a su edición conjunta y definitiva de los escritos de Cristóbal Colón, una magna obra que ha contado con los cuidados de la editorial sevillana Athenaica. 

El compromiso y el amor que sienten Consuelo Varela y Juan Gil por Sevilla es evidente. El académico, con su característica ironía y buen humor, contó las razones por las que había decidido hacer de esta ciudad la suya: “por el desorden arquitectónico de sus monumentos, como la Catedral, Santa Catalina y El Salvador”, por los magníficos archivos históricos que alberga y por la “maravillosa gente que nos cogieron”. Fue aquí cuando tuvo un emotivo recuerdo para aquella primera tertulia sevillana en casa de don Ramón Carande y con los entonces muy jóvenes Fernando Olmedo, Diego Carrasco y Javier Rubiales. Tertulia a base de croquetas y whisky y a las que también acudían Rafael Atienza o los hermanos Pérez Royo. Por cierto, que Juan Gil no quiso dejar pasar la oportunidad de reivindicar a las autoridades, al mundo empresarial y “a la gente de bien” una mayor atención por el Archivo de Protocolos Notariales, por el que “pasaron todos los personajes importantes del Nuevo Mundo”.

Consuelo Varela no tuvo dudas: “en Sevilla he sido enormemente feliz. La vida nos ha sido muy grata aquí, donde está nuestra casa. Ya puedo decir que soy sevillana”. Como momento especial recordó cuando encontró en el Archivo de Protocolos el testamento de Américo Vespucio y cómo, llena de emoción, lo leyó agarrado de la mano del también historiador Juan Manzano

Especialmente acertado estuvo el consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, cuando dijo que Consuelo Varela y Juan Gil eran “matrimonio por lo civil y lo laboral”, resaltando de nuevo esa fertilidad que trajo consigo la unión entre estos dos humanistas. Esa doble condición de compañeros de trabajo y cónyuge provocó no pocos comentarios durante la noche. El más emotivo y galante fue el del propio Juan Gil: “Si soy algo se lo debo a mi mujer. Ella es la que vale de verdad”.

Santiago Muñoz Machado, que hizo un minucioso recorrido por la obra de los dos premiados, calificó a la pareja como “lo más luminoso del paisaje intelectual que me rodea” y resaltó muy especial el tesón y entusiasmo con el que Juan Gil desempeña sus funciones como miembro de la Real Academia Española, sobre todo en la elaboración del Diccionario Histórico de la Lengua Española.

Como es costumbre, el presidente del Grupo Joly quiso aprovechar la gran noche de Diario de Sevilla para hacer una reivindicación del verdadero periodismo, aquel que hacen los profesionales en medios solventes con una trayectoria acreditadas, no los amateurs y provocadores. “Si el periodismo se pervierte, las consecuencias pueden ser perversas”, aseguró José Joly. 

El presidente del Grupo Joly abogó por la autorregulación de los medios y fue tajante: “la mejor ley de prensa es ninguna”. Asimismo, quiso destacar, en un acto de las características y en consonancia con el “compromiso político que Manuel Clavero mantuvo toda su vida con Andalucía, que, en contraste con el ambiente que se respira en la política nacional, Andalucía está siendo capaz de enviar mensajes positivos al resto de España”.

José Joly insistió en este sentido en que “es muy evidente que la confrontación que vemos a diario no puede más que conducir a fracturas sociales y a deslegitimar las instituciones”.

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