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Una fecha fija para la Semana Santa

El Papa desliza la idea de unificar la Pascua de Resurrección el segundo domingo de abril, por lo que el Domingo de Ramos siempre sería el primero y no más tarde del día 7.

Una fecha fija para la Semana Santa
Juan Parejo

24 de junio 2015 - 05:03

¿Tendrá la Semana Santa una fecha fija en un futuro más o menos próximo? Todo indica que así puede ser según las declaraciones realizadas por el papa Francisco durante el III Retiro Mundial de Sacerdotes celebrado en la basílica de San Juan de Letrán en Roma. Ante presbíteros de los cinco continentes Francisco deslizó la posibilidad de cambiar la fecha de la Pascua de Resurrección para que pueda ser celebrada por todos los cristianos -católicos u ortodoxos- del mundo el mismo día. Según recoge la agencia católica de noticias Aciprensa, el Pontífice pronunció unas palabras muy reveladoras: "Tenemos que llegar a un acuerdo". La fecha común podría ser el segundo domingo del mes de abril. Este cambio afectaría a buena parte del calendario litúrgico, desde la cuaresma a la festividad del Corpus Christi y, por supuesto, a la Semana Santa, una de las fiestas mayores de Sevilla con un importancia que va más allá de su propia raíz religiosa.

De materializarse esta idea del papa Francisco la Luna del Parasceve, tan recurrente en los pregones de Semana Santa, dejaría de ser la protagonista a la hora de fijar la fecha del Domingo de Resurrección y, por tanto, del Domingo de Ramos. Fue en el año 325 d.C., en el Concilio de Nicea, cuando se acordó que la Pascua se celebrara el domingo siguiente a la primera luna llena tras el equinocio de primavera (21 de marzo). Por eso, el Domingo de Resurrección nunca puede ser antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril. Según este calendario lunar, la fecha más baja para el Domingo de Ramos sería el 15 de marzo y la más alta el 18 de abril. La Semana Santa, según este cambio, arrancaría siempre el primer domingo de abril, al fijarse la Resurrección el segundo, es decir, entre el día 8 y el 14, según el año. La Semana Santa se celebraría en un arco temporal mucho más limitado, pasando de algo más de un mes a una semana.

Una de las principales consecuencias de este nuevo calendario es que no habría más Semanas Santas en el mes de marzo, con el consiguiente perjuicio para el turismo y para la economía de Sevilla, que celebra sus dos fiestas principales durante la primavera y que al estar más separadas en el tiempo generan más impactos turísticos y más ingresos para todos los sectores de la ciudad. Con el hipotético nuevo escenario, la Semana Santa se celebraría siempre a primeros de abril y la Feria a final de mes, descartándose, como ha sucedido recientemente cuando la Semana Santa ha comenzado a mediados de abril, que la Feria se retrase al mes de mayo para dejar los 15 días que marca la ordenanza municipal.

La fecha de celebración del Domingo de Resurrección también afectaría, evidentemente, al inicio de la cuaresma, y por consiguiente a los cultos de muchas hermandades, y a otras fiestas, como el Rocío (el Lunes de Pentecostés se celebra 50 días después de la Pascua); o el Corpus Christi, que tiene lugar en Sevilla 10 días después de Pentecostés. Una Semana Santa exclusivamente en el mes de abril sería más inestable meteorológicamente, ya que suele llover más días y de manera más abundante que en marzo, aunque tendría más horas de luz y las temperaturas serían más cálidas.

El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, fue cuestionado este martes por este periódico sobre la posibilidad de unificar la celebración del Domingo de Resurrección: "No me extrañaría nada que el Papa en el marco de este pontificado tan ecuménico propiciara decisiones de este tipo".

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