Familias de Acogida en Sevilla: Cuando madre hay más de una
Día del Acogimiento Familiar
En la provincia de Sevilla hay unos 330 menores que viven con familias de acogida
Cristina Tejada es madre acogedora y define esta experiencia como "lo más maravilloso" que ha hecho en la vida
Cristina Tejada tenía sólo 24 años cuando entabló una relación especial con Elena en el centro de atención a menores en el que trabajaba. Hace seis años decidió llevársela en acogida a su casa. Una tarea tan o más difícil que la de convertirse en madre a secas, pero más generosa, sin duda, y la decisión "más maravillosa" que ha tomado en su vida.
Como Elena, otros 330 niños viven en la provincia de Sevilla con familias de acogida a las que llegan por diversas circunstancias. Menores con una enorme mochila emocional y en el caso concreto de Elena, "especial" al tratarse de una niña con Síndrome de Down, pero "con los mismos derechos de que se le brinde la oportunidad de tener una familia como la de cualquier otro niño", recalca Cristina.
El acogimiento familiar es una de las medidas que ofrecen las comunidades autónomas para los niños tutelados por el estado. En Sevilla, asociaciones como Aproni o Márgenes y Vínculos hacen que esto sea posible. Se encargan de buscar familias y difundir el acogimiento familiar. En cuanto a las familias acogedoras, sus obligaciones son las de una familia convencional: velar por el menor, acompañarlo, alimentarlo, educarlo y fomentar su formación.
La Fundación Internacional Aproni empezó a funcionar en 1998 como organismo colaborador de la integración familiar a través del Servicio de Apoyo al Acogimiento Familiar de Menores, que depende de la Consejería de Igualad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía. Su papel en el proceso lo resume el director de este servicio en la Fundación, José Luis Guerrero, en tres fases. "En un primer momento, nuestra labor es la difusión, la sensibilización y la captación de familias acogedoras, que es el recurso más importante de este programa. Sin ellas no sería posible. Una vez que ya tenemos a esas familias que muestran su interés por formar parte de este servicio pasamos a ofrecer lo que es una información más personalizada y, una vez rellanada una solicitud y acreditada su idoneidad por la delegación territorial de Igualdad, se convierten oficialmente en solicitantes de acogimiento familiar", explica Guerrero.
Y es que, no todo el mundo puede ser acogedor. "Tenemos que estudiar bien la historia familiar y cuando son elegidos deben pasar por un proceso de formación", detalla el responsable del servicio en Aproni. "Hay que garantizar que todas las familias tienen las capacidades, habilidades y aptitudes para cubrir las necesidades que van a tener estos niños y para cumplir con las obligaciones establecidas por el programa", matiza. A partir de aquí, se pasa a lo que es la tercera fase del proceso. "Pasarían a formar parte de una bolsa de familias de acogida donde ya son consideradas aptas para acoger los perfiles de niños que lo puedan solicitar", explica.
El trabajo de Aproni no concluye con el acogimiento. Dentro de sus funciones está, además, el seguimiento del mismo, es decir, "facilitar que el menor se acople en su nuevo hogar, donde va a formar parte como uno más de la familia", afirma Guerrero, que indica que, igualmente, la Fundación hace de "punto de encuentro" de estos menores con sus familias biológicas "con las que, siempre que no esté contraindicado o ellas no quieran, no se debe perder el vínculo".
Las modalidades de acogida las explica la delegada territorial de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación en Sevilla, Ana González. "Existen dos tipos de acogimiento, el de familias, en general, de carácter ajeno al menor y el de familias extensas, que son los propios familiares de los menores tutelados. Según la historia del menor y sus circunstancias, el acogimiento será uno u otro", afirma.
También existen diferentes tipos de familias, desde el de urgencia, que se da en menores de hasta siete años y con una duración que no supera los seis meses hasta que se decida la medida de protección más adecuada y en el que se encuentran ahora mismo 35 familias sevillanas. También el acogimiento temporal. Con un plazo que no suele superar los dos años, salvo que por el interés superior del menor se aconseje la prórroga.
Y, para casos más generales, en los que un estudio no confirma que la situación vaya a mejorar en tan poco tiempo se crea la modalidad permanente, en la que los menores están con las familias de acogida por un tiempo indefinido que, además, pueden ser especializadas, por las características específicas que necesitan algunos de los menores. La permanente es la modalidad que mayor número de familias aglutina en la provincia, con 295 aproximadamente.
Una de las líneas con más dificultad para encontrar familias, apuntan desde Aproni, es la de acogida permanente de menores con necesidades especiales. Modalidad en la que se incluyen Cristina Tejada, como familia monomarental, y su "niña" Elena. La menor tenía ocho años cuando empezó una nueva vida de la mano de Cristina, por su profesión como terapeuta ocupacional, muy implicada en este programa.
Cada paso que la menor da hacia adelante "es un mundo" para su madre acogedora. "Es una felicidad plena el ver conseguir sus logros. Cómo sin hacer prácticamente nada, simplemente dándole la oportunidad de tener una vida en familia, ella es feliz como cualquier otra niña. Es simplemente brindarle la oportunidad de poderse criar en un ambiente familiar, sabiendo lo que es el amor y el cariño de personas que están ahí para premiarte y también para regañarte cuando se hace algo mal. Es algo que no se puede explicar con palabras porque tienes que vivirlo", detalla Cristina, que destaca la integración total de la menor en su familia. "Es una más entre nosotros. Es mi hija y mi madre es para ella su abuela o mi hermana su tía. No hay diferencias", recalca.
Cuando Elena llegó al centro donde trabajaba Cristina "era sólo un bebé", destaca. Sus circunstancias particulares, teniendo reconocido un grado de discapacidad del 75% con retraso mental moderado, síndrome de Down congénito, escoliosis no filiada, miopía congénita, deformidad de los pies y epilepsia, le hicieron crear un vínculo especial con ella. "Para ella soy su único referente. Prácticamente una de las pocas personas que reconoce desde que vino a la vida", destaca la madre acogedora. "Salir del centro le ha supuesto descubrir una nueva vida y avanzar muchísimo en todos los niveles de la vida desde cosas tan básicas como dar abrazos, ir a dormir o crear lazos emocionales", afirma.
"Está claro que el calor de una familia es insustituible y por eso es de agradecer a todas aquellas que apuestan por brindar una oportunidad a muchísimos niños que, sin ellas, se verían abocados a vivir en centros tutelados sin ese calor", concluye la delegada de Igualdad en Sevilla, Ana González.
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