La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Educación
Hasta no hace muchos años la principal –y casi única– salida laboral de los matemáticos era la docencia. Terminar la carrera, estudiar el antiguo CAP (curso de adaptación pedagógica) y prepararse unas oposiciones constituía la vía profesional de estos especialistas. Una realidad que ha cambiado por completo y que deja en manos de titulados en otras materias la impartición de dicha asignatura en los institutos públicos. La situación no es ajena ni a Andalucía ni a Sevilla, donde cada vez son más los profesionales en esta rama del saber que optan por trabajar en la empresa privada ante la alta demanda de empleados con ese perfil para responder a la nueva revolución industrial: la digitalización.
Aunque no se llega al extremo de otras zonas de España, ya han aparecido los principales síntomas de un problema al que ha de enfrentarse el sistema educativo andaluz: empiezan a faltar matemáticos en los centros de enseñanza. En las recientes oposiciones a profesor de Secundaria han quedado, tras la realización de la primera prueba, 18 plazas vacantes de las 703 ofertadas en esta especialidad. Dicha cifra, aunque resulte pequeña respecto a la registrada en Cataluña (183) o en la Comunidad Valenciana (168),es indicativa de una auténtica metamorfosis laboral en el ámbito de las matemáticas.
“Hace 16 años, el antiguo decanato de esta facultad publicó un estudio en el que ya reflejaba ese cambio: un 40% de los matemáticos se dedicaba a la docencia y el otro 40% trabajaba en el sector privado”. Quien realiza esta afirmación es Alfonso Carriazo, decano de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (US). Reconoce que en la actualidad hay un problema de “escasez” de matemáticos en los institutos.
“La empresa se ha dado cuenta del papel estratégico que desempeñan estos profesionales en la digitalización”, asevera Carriazo, quien añade otra cualidad más: “El alto nivel de excelencia de los egresados en esta Facultad de Matemáticas, una de las de mayor prestigio a escala internacional”.
Sólo hay que comprobar las notas de corte de la primera adjudicación de plazas de este año para constatar la exigencia para entrar en uno de los cinco grados (tres de ellos son dobles titulaciones) que oferta este centro de la Hispalense. El más bajo es el de Estadística, con un 12,384. El más alto (y segundo de Andalucía) es el doble grado en Física y Matemáticas, con un 13,773, que corona el pódium de las carreras de la US. “Los estudiantes entran aquí con un excelente nivel y salen con otro aún mejor”, refiere el decano, que abunda en que en la primera adjudicación todos son “alumnos de sobresaliente”. Una cualificación muy apetecible para las empresas, de ahí que muchos de estos universitarios cuenten ya con una importante oferta laboral antes, incluso, de acabar sus estudios.
“La quinta revolución industrial, la de la digitalización, requiere de expertos en algoritmos, y ahí es donde ocupan un puesto fundamental los matemáticos”, explica Emilio Carrizosa, director del Instituto Matemático de la Universidad de Sevilla (IMUS), que asegura que la demanda actual de estos profesionales por parte del mercado de trabajo no se había registrado “en ninguna otra época de la historia”. Son empleos bien remunerados desde el primer momento y, sobre todo, con posibilidad de progresar.
Una diferencia notable con la función pública docente, donde frente a la rapidez de la oferta privada (que es inmediata, e incluso antes de que concluir el grado) se tarda un mínimo de dos años (en el mejor de los casos) para ocupar un puesto de profesor. “El matemático que se quiera dedicar a enseñar la asignatura debe primero estudiar un máster habilitante y luego presentarse a unas oposiciones”, detalla Carrizosa, que incide en que el auge de estos profesionales en el sector privado no es algo “coyuntural”, sino que va a consolidarse en una era digital acelerada por la pandemia.
Víctor Rodríguez acaba de presentarse a las oposiciones convocadas por la Junta de Andalucía. Trabaja como profesor de Matemáticas en un instituto público de Alcalá de Guadaíra desde el pasado octubre. Ha participado en el IMUS y también ha sido empleado de la empresa privada. Su nombre formaba parte de una “lista extraordinaria” de la Consejería de Educación para cubrir las vacantes de esta asignatura. Él tenía un número superior a 500. La abrieron en septiembre y un mes después ya estaba contratado, lo que aporta una idea de la falta de especialistas para impartir esta materia en la ESO. “Es verdad que muchos después de mí también han trabajado este curso, entre otros motivos, por formar parte de los refuerzos de plantilla frente al Covid, pero no hay que olvidar que esta lista existe porque no hay matemáticos para enseñar la asignatura”, aclara este sevillano, que acabó la carrera con nota media de 8,5. “Otros compañeros, con una nota más baja, encontraron trabajo de inmediato en el sector privado”, añade.
“Me metí en la educación porque tengo vocación por enseñar. Si algo bueno tiene el auge de los matemáticos en las empresas es que los que nos dedicamos ahora a ser profesor realmente nos gusta, no como ocurría antes, que se ejercía esta profesión por ser la única salida laboral”, explica Rodríguez.
Y es que la enseñanza pública cada vez resulta menos atractiva para estos expertos en cálculos, estadísticas y algoritmos. “Los resultados que se obtienen de esta materia en el informe Pisa son muy frustrantes. Además, el aprendizaje matemático en los institutos resulta aún muy memorístico”, apunta Carrizosa.
Pero antes de ocupar plaza de profesor de matemáticas en un centro de enseñanzas medias, los egresados han de recorrer un camino no exento de dificultades. La primera de ellas es el máster de Secundaria que habilita al titulado para impartir clase. Por paradójico que parezca, los matemáticos carecen de prioridad frente a los egresados de otras facultades para lograr un puesto en este estudio de su especialidad, una situación que se quiere remediar a nivel nacional. “Son unas condiciones que también juegan en contra de que haya matemáticos en los institutos, pues el único criterio de admisión para el máster que homologa ser profesor de esta asignatura es la nota de graduación”, advierte el decano de la Facultad de Matemáticas.
Dicho condicionante, junto a las facilidades de inserción laboral en el sector privado y las circunstancias actuales de la enseñanza pública, provoca que cada vez sea mayor el número de titulados en otras ramas del saber que ocupa la plaza de profesor de matemáticas: arquitectos, ingenieros o químicos.
A José Carlos Gámez lo contrataron el mismo día que acabó la carrera. Estuvo trabajando varios años como informático en una empresa. Sin embargo, lo suyo era la docencia, que ejerce desde hace seis cursos en un centro concertado del Porvenir. Coincide con Carrizosa en señalar que los másteres en Secundaria suponen un problema para los jóvenes que se quieren dedicar a la educación. También se posiciona en contra de que enseñen las matemáticos graduados que sólo han tenido 12 créditos relacionados con dicha materia en su carrera. “No la conocen en profundidad, motivo por el cual muchas veces deja de ser apetecible para los alumnos”, mantiene Gámez, que sólo contempla tal posibilidad en los egresados de Estadísticas y Física. “Tienen mucho más conocimiento que un titulado en Arquitectura o Ingeniería”, afirma.
Otra cuestión sobre la que llama la atención el director del IMUS es la necesidad de ampliar la oferta de plazas en la Facultad de Matemáticas ante la elevada demanda empresarial. En este punto, el decano de dicho centro de la US especifica que cada curso se intenta incrementar el número de plazas un 10%, el margen máximo permitido por la ley. En pocos años se ha pasado de 120 puestos en el grado de Matemáticas a 140. Una oferta, sin embargo, que siguen resultando insuficiente y que si se incrementara podría solucionar, en parte, la falta de profesores en los institutos, pues habría un mayor volumen de egresados que se decantarían por la docencia.
Una “barbaridad”. Es el calificativo en el que coinciden los expertos que han participado en este reportaje cuando se les pregunta por la posibilidad planteada en algunas comunidades autónomas de unir las Matemáticas con otras asignaturas. Una forma de “diluidirla” con enseñanzas distintas para que resulte más apetecible para los alumnos.
Debe recordarse que esta enseñanza sigue siendo el Talón de Aquiles de España en el informe Pisa. A este respecto, el director del IMUS, Emilio Carrizosa, aboga por destacar el papel del conocimiento matemático en la sociedad actual. “Al igual que ningún profesional de ciencias se enorgullecería de no saber escribir, tampoco deben hacerlo los de letras, que muchas veces presumen de este desconocimiento”. Carrizosa insiste en que las matemáticas se han vuelto imprescindibles para no dejarse “manipular” con los datos y gráficos que a menudo exhiben las autoridades: “Fomentan también el espíritu crítico”.
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