El factor humano de las islas que entendieron los piratas
Calle Rioja
Tres investigadores de la Universidad de Sevilla publican por encargo del Gobierno de Ecuador un libro sobre la geografía humana de las Galápagos.
Cuarenta años después de soñar en la mili con viajar a las islas Galápagos, Javier Andrade (Sevilla, 1949), fotógrafo y biólogo, vio su sueño hecho realidad. En el servicio militar llegó a sus manos un libro sobre ese archipiélago escrito por el etólogo vienés Irenäus Eibl-Eibesfeldt, discípulo de Konrad Lorenz.
Andrade y los antropólogos Pedro A. Cantero (Fuentecén, Burgos, 1941) y Esteban Ruiz (Jerez, 1966) firman el libro Habitar Galápagos, que ayer presentaron en una abarrotada librería La Fuga (calle conde de Torrejón).
El libro se lo encargó el Gobierno de Ecuador, país del que forman parte estas islas después de pertenecer al Virreinato de Lima. Es el resultado de la colaboración entre las Universidades de Sevilla y la ecuatoriana de Cuenca. Curiosidades de la toponimia. La Ciudad Encantada se asocia con la urbe castellano-manchega y a las Galápagos las llamó Henri Melville en uno de sus libros Las Islas Encantadas "porque aparecen y desaparecen".
La novedad de esta obra es la visión antropológica. "Siempre se asociaron estas islas con la fauna, con sus famosos reptiles", dice Javier Andrade. Las Galápagos tienen cuatro islas habitables (Isabela, Floreana, Santa Cruz, San Cristóbal), en la más pequeña de las cuales los autores presentaron su trabajo.
El primer español que pone el pie en ese territorio fue Fray Tomás de Berlanga, burgalés de la Ribera del Duero como Cantero. "Llegó perdido por las corrientes". Los piratas son los primeros que entienden la importancia de las islas: introducen la cabra, trabajan la madera. Un protagonismo evocado por Peter Weir en la película Master & Commander. Baltra fue base de los americanos en la II Guerra Mundial, una de sus islas se utilizó como presidio. Con el tiempo, llegarían las dos principales plagas: los científicos y los turistas. Del binomio ideológico socialismo científico / socialismo utópico, en aquellos confines insulares se pasó al binomio interés científico / interés turístico, es decir, la utopía menos utópica. Dos epítetos que a veces se unen, como la expedición de "turistas solidarios" que conocieron las Galápagos guiados por el antropólogo Cantero.
A la presentación acudió el geógrafo francés Christophe Grenier, autor de una obra que los autores consideraron "libro de cabecera". El fotógrafo Andrade se encontró con un problema con el que no contaba el biólogo Andrade. "La cámara allí era una barrera. La gente o la rehúye o posa y banaliza el trabajo fotográfico".
El libro forma parte de los obsequios oficiales de la presidencia del Ecuador. Han contado con la misma diseñadora ecuatoriana que trabajó para su libro sobre el maíz. Su publicación se hizo coincidir con el segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin, que pasó por las islas para perfilar su teoría del evolucionismo de las especies.
Cantero celebró la vistosidad del trabajo, diálogo de imágenes y palabras. "Todos los libros de antropología visual deberían ser así. Se han vuelto secos, esqueléticos, además de trabajar con culturas moribundas, como si a las culturas vivas les tuvieran miedo". Animó a sus colegas a volver a las fuentes que usó Malinowski en La vida sexual de los salvajes.
Hay vuelos directos desde Quito y Guayaquil y con escalas desde Buenos Aires y Nueva York. "Si queréis verlo todo, no veréis nada", insinuó Pedro A. Cantero. Vieron vacas en las Galápagos. Los toros se asocian con Galapagar, la patria chica de José Tomás. El libro reconcilia naturaleza y cultura e invita a esta doble fuga insular: la de adquirir el libro o la de pertrecharse de una mirada sin prejuicios antes de coger el avión.
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