Exceso de burocracia en los institutos de Sevilla: "no tenemos tiempo de preparar las clases"
Educación
La sobrecarga de tareas administrativas en el profesorado entorpece su función docente
Sindicatos como CSIF reclaman una auditoría para eliminar procesos innecesarios
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Hasta principios de este siglo, cuando se entraba en la sala de profesores de un instituto lo habitual era ver a docentes corrigiendo exámenes o recopilando material para sus asignaturas. Una imagen habitual para quienes fueron alumnos entonces y ya cumplen la treintena de años. La situación ha cambiado por completo. Esas horas, en tales dependencias, se emplean en su mayor parte para un cometido bien distinto: hacer frente a la gran carga burocrática que deben desempeñar los profesionales de la enseñanza las últimas décadas y que, según denuncian, apenas les deja tiempo para preparar las clases, un fin nada sencillo cuando se tiene que atender a la diversidad del alumnado.
Mari Ángeles Quiñones, José Manuel López y María del Mar Raposo son tres docentes del IES Atenea, en Mairena del Aljarafe. Es uno de los centros más grandes de la comarca. En él están matriculados casi mil estudiantes, a los que atiende una plantilla conformada por 80 profesores. Los tres coinciden en lo que distintos sindicatos vienen denunciando las últimas décadas: el exceso de burocracia que soportan estos profesionales. Una visita a su sala de profesores lo demuestra. Todos están delante de las pantallas de los portátiles. Grabando información. O intentándolo, puesto que como refiere una de las docentes, no son pocas las veces en las que los fallos informáticos provocan que esta labor se alargue más de lo deseado.
En este IES se imparten clases de ESO, Bachillerato y FP (de grado medio y superior). Es un referente en ciclos formativos, tanto los relacionados con la familia de la electricidad como de la hostelería. El olor que viene de la cocina lo demuestra. "Estamos en una era en la que hay que justificarlo todo", refiere José Manuel López, profesor de Lengua Española y tutor de cuarto de la ESO. Con tal afirmación, alude a la necesidad de que cualquier gestión que se haga en el instituto, por mínima que sea, ha de quedar reflejada en algún registro. "Si un alumno se hace una herida en la rodilla al caerse y hay que ponerle hielo, debe quedar también registrado", explica.
Séneca, el 'Gran Hermano'
La plataforma Séneca, la principal herramienta de trabajo de los docentes andaluces, se ha convertido en el Gran Hermano de la enseñanza. No se queda muy atrás iPasen, la aplicación que sirve para estar en comunicación con las familias. El gran ojo que todo lo ve y en el que todo ha de quedar reflejado. Incluso las incidencias que hubiera en el registro de entrada y salida del profesorado. "El 80% del tiempo que permanecemos en el centro, cuando no damos clase, lo dedicamos a tareas burocráticas", incide López.
María del Mar Raposo es profesora y coodinadora de centro del Plan Andaluz de Salud Laboral y Prevención de Riesgos Laborales (PRL). Detalla cómo se estructura el horario laboral de un docente en un centro de enseñanzas medias. La jornada semanal del profesorado de los institutos es de 35 horas, de lunes a viernes. De ellas, 30 son de obligada permanencia en los IES, de las cuales 25 son de horario legular (18 lectivas y el resto no lectivas). A ellas se unen otras cinco de horario irregular en el instituto. Por último, hay otras cinco horas de "no obligada permanencia en el centro".
Las 18 horas lectivas se emplean, entre otras funciones, para docencia directa, organizar tutorías en aquellas enseñanzas en las que esté contemplada en la normativa de aplicación o para actividades de refuerzo y recuperación del alumnado. Las no lectivas del horario regular atañen a las tutorías electrónicas, las guardias y el seguimiento del alumnado de FP que se encuenta en los centros de trabajo. Las irregulares, por su parte, se refieren a sesiones de evaluación, reuniones de claustro y cursos en los centros de formación del profesorado (con certificación oficial). Reciben tal nombre por no llevase a cabo todas las semanas. Por último, en las de no obligada permanencia en el centro se encuentran la preparación de actividades docentes, tanto lectivas como no lectivas; el "perfeccionamiento profesional"; y "la atención de los deberes inherentes a la función docente". Esto último supone la corrección de exámenes, preparación de clases y elaboración de informes. Cinco horas que se emplean prácticamente en continuar con las tareas administrativas iniciadas en el centro educativo.
Horas extras invisibles
Es tal la carga burocrática que se acumula, que estos profesionales se ven obligados muchas veces a realizar su trabajo fuera de la jornada laboral. "El de la enseñanza es el sector donde más horas extras se hacen y no se ven", asegura Raposo.
Del exceso de responsabilidades administrativas sobre los docentes se viene alertando desde mediados de la década pasada, pero esta situación se ha complicado desde la entrada en vigor de la Lomloe, la nueva ley educativa, que desarrolla la enseñanza por competencias. Esta reforma supone que en cada asignatura se califique a los alumnos por resultados de aprendizaje, esto es, descripciones claras y específicas de lo que los estudiantes deben saber y ser capaces de hacer al final de una unidad de enseñanza o curso. Cada de uno de estos resultados incluye un número variable de criterios de evaluación, que son las medidas utilizadas para constatar si los alumnos han alcanzado los referidos resultados.
Sirva un ejemplo de la complejidad del nuevo sistema. La asignatura Itinerario personal para la empleabilidad (materia transversal en todos los ciclos de FP) contiene cinco resultados de aprendizaje. Uno incluye tres criterios de evaluación; y los demás, nueve, siete, once y nueve. En total, 39 criterios que se han de aplicar a cada alumno y quedar grabados en el Séneca, lo que requiere de varios pasos.
La FP precisamente protagoniza otra de las novedades del actual curso académico, puesto que con la mencionada reforma educativa todos los ciclos, en mayor o menor medida, pasan a ser duales, por lo que los alumnos han de permanecer un periodo de tiempo recibiendo enseñanzas prácticas en alguna empresa. La selección de éstas y de los estudiantes que se formarán en ellas requiere también de otro laborioso proceso en el que continuamente se obliga a los docentes a realizar informes que se triplican, pues han de llegar a los responsables de los centros de trabajo, la administración educativa y las familias.
La situación se extiende a todas las áreas. Mari Ángeles Quiñones es jefa del Departamento de Área Artística, que incluye Educación Física y Música. Ha tenido que redactar 78 programas de refuerzo educativo, dirigidos a cada estudiante, con sus planes de recuperación personalizados y el contacto previo con las familias. "Hemos llegado a una situación en la que hay que hacer informes de todo", señala Quiñones. María del Mar Raposo, por su parte, incide en que "el profesorado no se niega a hacer los trámites necesarios, pero pedimos a las administraciones competentes una auditoría para saber realmente cuáles son los procesos imprescindibles y cuáles resultan innecesarios o están duplicados".
El precedente catalán
Esta queja no es única de los docentes sevillanos o andaluces. Se extiende por toda España. La petición de Quiñones también la han expresado los profesores y equipos directivos de institutos catalanes. La Generalitat ya se ha comprometido a realizar una auditoría para saber qué tipo de información que se solicita a los centros es realmente necesaria. El próximo 23 de enero se creará una comisión para empezar a aplicar un plan que alivie las tareas burocráticas de los profesionales de la enseñanza catalanes. Se pretende reducir el volumen de datos a enviar al sistema general de información, así como prestar apoyo a los centros en tareas como la contratación de personal o la gestión económica.
En Andalucía, a principios del actual curso, la consejera de Educación María del Carmen Castillo se comprometió en el Parlamento a "desburocratizar el sistema educativo". Su antecesora en el cargo, Patricia del Pozo, también se manifestó, dos años antes, en el mismo sentido: "los maestros y profesores tienen que estar en clase y no rellenando papeles". Pero lo cierto es que los años pasan y esa carga burocrática sigue siendo idéntica o mayor.
Uno de los sindicatos de enseñanza que más ha alzado la voz contra esta situación ha sido CSIF, que el pasado diciembre denunció que el 99% de los docentes andaluces lamentan que dicho exceso "interfiere negativamente en su labor educativa". "El cometido preferente de un docente debe ser el de enseñar y atender las necesidades educativas del alumnado; sin embargo, ese tiempo se pierde en trámites de dudosa efectividad, como programas, informes, actas, protocolos e introducción de datos en Séneca que poco o nada tienen que ver con la enseñanza", advertía entonces la presidenta del sector educativo de CSIF en Andalucía, Elena García. Una situación que provoca en muchos de estos funcionarios públicos "estrés y frustración".
Palabras que refrendan los comentarios de los profesores con los que se ha puesto en contacto este periódico. "Se supone que los sábados y domingos debemos estar desconectados del trabajo, especialmente en el aspecto digital, pero rara vez ocurre", lamenta Mari Ángeles Quiñones. Un extremo que afirma tambien Raposo, que muchos viernes, pasadas las doce de la noche, recibe o envía correos electrónicos vinculados a su cometido en el instituto. "Cada vez hay que hacer más tareas que no están relacionadas con la docencia, lo que obliga a que la preparación de las clases, que concierne a la atención a la diversidad y es lo realmente importante, se haga fuera del horario laboral", advierte esta profesora, que pone también un ejemplo de esta atadura digital. "Estamos todo el día pegados al móvil, ya sea para recibir información de la Junta, avisos de los padres a través de las aplicaciones o para pasar lista en el aula". Todo ello sin olvidar una tendencia cada vez más preocupante, "algunas familias nos exigen que el iPasen funcione como el whatsapp".
Una situación que viene heredada, en buena medida, del recorte en personal de administración y servicios (PAS) que han sufrido los centros educativos las últimas décadas, como recuerda José Manuel López. La implantación del programa Séneca ha supuesto que tareas como la grabación de horarios y las faltas de alumnos a clase ya no las haga esta plantilla, sino que ahora recaigan sobre el profesorado, que tiene que dejar constancia de ellas en dicho sistema. Una realidad con desoladora conclusión: "Al final, lo importante de la enseñanza, que es preparar el tiempo que se va a estar con el alumno en el aula, lo dedicamos a recopilar información administrativa".
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