El eterno duelo de legitimidades
La Noria
LA verdadera noticia de ayer es una frase: "Ejerceré de alcalde le pese a quien le pese". Dicho así, de sopetón, no parece sentencia propia de una despedida. Y, sin embargo, lo es, aunque se dilate en el tiempo. Basta echar la vista atrás y mirar a la vieja Roma: cuanto más grandes eran los arcos del triunfo, más cerca de la Ciudad Eterna se encontraban los bárbaros. ¿A quién puede pesarle, a estas alturas, que Monteseirín ejerza como regidor? Todos, incluso sus enemigos políticos confesos, están ya más que acostumbrados. De hecho, son quienes le pedían que se quedara hasta al final.
Las evidencias, además, se imponen: el alcalde, salvo renuncia voluntaria o moción de censura, lo es hasta 2011 desde el punto de vista jurídico y protocolario. Desde el punto de vista político ya habría mucho que hablar. No, por nada. Sencillamente porque la mañana del célebre teletipo, y los días venideros, tan desconcertantes para su entorno, quien se comportó como si hubiera dejado de serlo de forma radical fue él mismo. En especial por aquella carta pública entonando en los periódicos un adiós inmediato que nadie había oficializado hasta entonces, y cuyo título fue modificado posteriormente en su blog. Eso y toda la ceremonia, larga y repetitiva, de tratar de mantener la incertidumbre hasta el último momento con el objetivo cierto de, como decía el bolero, al final terminar volviendo al principio.
Monteseirín aún no se va. Motivos: varios. El más evidente es que no tiene dónde. Ni él ni tampoco los suyos, que cada vez -cuentan sotto vocce en Luis Montoto que la agenda de citas sorprendentes de Viera ha engordado en exceso desde entonces- cada vez son menos. Casi caben en un reservado. Espacio inquietante, por otra parte.
el n uevo portavoz
Con independencia de las palabras y de las puestas en escena -en el Siglo de Oro el teatro español es tan bueno por contraste: España se estaba viniendo abajo- habría que ir a los hechos para entender las claves de las dos reuniones que de momento parecen venir a serenar el ambiente, caldeado mucho en los últimos días por la falta de química entre los dos principales actores de la trama, que está llena de personajes secundarios.
La primera conclusión, objetiva, que aflora de la situación es tan evidente como indiscutible: Viera ha nombrado al portavoz del PSOE en el Ayuntamiento. La versión del entorno, que vende la milonga de un renacimiento inesperado del regidor, sostiene que esto en realidad no supone ninguna novedad porque -insisten- "el partido siempre ha sido quien decidía este asunto". Se coge antes a un mentiroso que a un cojo: en 2007, cuando el PSOE trató de acometer la operación Carrillo, el argumento del mismo entorno del regidor -quizás era entonces algo más amplio- consistía en decir lo opuesto: al portavoz debían nombrarlo los concejales socialistas, incluido el alcalde, que es su presidente. Moriñas iba entonces en la terna que efímeramente encabezó el ex vicealcalde. Incluso en la transaccional posterior -con Troncoso como portavoz-, pero la cosa -entonces todavía estaba Chaves- al final no salió. Viera se quedó interruptus y Celis de portavoz. Precisamente hasta ayer.
Otro dato que ayuda a entender cómo la Ejecutiva Provincial va dando pasos: la reunión ayer se celebró en Luis Montoto. La última vez fue Viera quien -forzado por Chaves- tuvo que ir a Plaza Nueva, imagen que quedará en los anales del PSOE de Sevilla. Un dirigente histórico dijo entonces: "Un secretario general no va a ver a nadie; un secretario general llama a quien quiere ver". Hasta ayer no se cumplió la frase. Un año de retraso.
Tercer elemento: ayer también se dejó repentinamente de hablar -al menos en público- de la madre del cordero, que no es otro que el futuro destino político de Monteseirín. El motivo por el que se inició todo el sainete. ¿Es que hay alguno ya cerrado? No. Y ésa es precisamente la otra gran novedad: el alcalde presionó todo lo que pudo a través de la prensa para que se produjera una oferta mejorada. Incluso filtró sus preferencias: una embajada -lo que dio lugar a alguna que otra quiniela malintencionada- o una entidad financiera. Ayer no hubo ni siquiera una sola mención expresa sobre este punto. ¿Por qué? Porque no hay nada sólido sobre el tablero. La única cosecha que quizás ha logrado el alcalde con su táctica es ganar tiempo para seguir buscando un acomodo acorde con sus deseos. Si es que este destino ideal en realidad existe. Poco más.
La remodelación
Sobre los cambios en el gobierno local las novedades son bastante más escasas. La intención de vender como un ejemplo de fortaleza el hecho de que haya salido adelante la propuesta de remodelación de Monteseirín se antoja muy optimista. Fundamentalmente porque son ajustes menores: el nuevo delegado de Urbanismo -Manuel Rey- tiene un perfil más técnico que político y la portavoz gubernamental, Nieves Hernández, ya venía ejerciendo este rol como teórica suplente de Maribel Montaño. Si bien es cierto que con escasa iniciativa. La reubicación de la delegada de Cultura -que ahora asume Presidencia- se ajusta más a la realidad de siempre. No puede ser interpretada como el inicio de una nueva etapa. Hacer, por tanto, un lectura política donde no existe política es puro ejercicio de ficción. O mera conveniencia. Igual que forzar el hecho de que Rey y Hernández hayan sido durante estos años personas cercanas a Celis. Ido éste a la Junta, ya no hay afrenta ni peligro desde la óptica de Luis Montoto.
El candidato invisible
El núcleo más cercano a Monteseirín, en todo caso, juega a guardarse un as en la manga. Se irá viendo si es verdad. Y si sirve. Como es evidente que la verosimilitud de sus teorías ha flojeado en los últimos tiempos, intentan hacer llegar sus mensajes, previamente acordados, indirectamente. Su nuevo argumento repite de forma machacona una verdad a medias: "candidato a la Alcaldía todavía no hay". Se busca quemar así la figura de Juan Espadas, ex consejero de Vivienda e hipotético cabeza de lista.
¿Qué ganarían con tal táctica? Lo mismo de siempre: intentar que la Ejecutiva ofrezca una vía de salida so riesgo de padecer colisiones indeseadas. Coincidir -alcalde y candidato- es evidente que van a tener que coincidir en el tiempo. Esta simultaneidad puede darse de dos formas: en positivo (cohabitando) o en negativo (confrontando). De lo que se haga con su destino laboral dependerá la actitud de Monteseirín. También se repite otra tesis: "¿De verdad la candidatura de Viera está descartada?". El PSOE ha señalado de todas las formas posibles -sin llegar a hacerlo público, porque estatutariamente no puede sin el permiso del Federal- a Juan Espadas como Plan A. "Hay un Plan B", dice el entorno de Monteseirín, "y es Viera". La intención de tal afirmación se responde, paradójicamente, con otra pregunta: "¿Le interesa a Viera, si es que realmente quiere ser el alcalde, tener a Monteseirín ayudando o incordiando?". Como se verá, todos los meandros llevan al mismo río: "¿Qué hay de lo mío?" De momento, nada. Hasta que lo haya, si es que lo hay, la cosa no estará solventada. Claro que como estos argumentos crematísticos son demasiado gruesos siempre queda mejor hablar, como hacía Samuel Huntington, de "choque de legitimidades". La órganica, por un lado; la municipal, por otro. Como si fuera lo mismo la carne que el pescado.
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