Un estudio desvela que 19.000 sevillanos podrían estar dentro del espectro autista
Desde el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, la neuropediatra, Esperanza Sánchez Martínez, insiste en la importancia de una detección precoz del trastorno
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En el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, la neuropediatra del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla, Esperanza Sánchez Martínez, señala que, actualmente, unas 80.000 personas podrían estar dentro de este Trastorno del Espectro Autista en Andalucía, mientras que en Sevilla se situaría el dato en torno a 19.000 ciudadanos, según la extrapolación realizada por la organización Autismo Sevilla en base a los estudios que existen tanto a nivel europeo como en Estados Unidos sobre prevalencia.
Según éstos, la prevalencia del autismo a nivel mundial estaría en torno al 1-2% de la población, con un riesgo por sexos cinco veces superior en niños que en niñas. En este sentido, la especialista explica que las personas con autismo pueden tener dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás, así como presentar intereses o comportamientos repetitivos. “Es importante destacar que el autismo es un trastorno del espectro autista (TEA), lo que significa que los síntomas y las habilidades pueden variar ampliamente de una persona a otra”, incide.
De este modo, Esperanza Sánchez matiza que, dentro del espectro autista, no hay tipos específicos de autismo, pero sí hay diferentes perfiles de síntomas que pueden variar de una persona a otra. “Algunos términos que se han utilizado para describir estos diferentes perfiles serían autismo de alto funcionamiento, autismo de bajo funcionamiento, autismo regresivo, síndrome de Asperger, entre otros”, apostilla.
Una de las grandes incógnitas de esta patología es el origen de su causa, es por ello por lo que la neuropediatra afirma que “aún no se conoce completamente el origen de esta patología, sin embargo, sí se cree que el autismo puede ser causado por una combinación de factores genéticos y ambientales”. Por un lado, según la especialista, algunos estudios han identificado ciertas variantes genéticas que pueden aumentar el riesgo de desarrollar autismo, pero no explican todos los casos. Si bien, por otro, la doctora Sánchez Martínez apunta a factores ambientales -exposición a toxinas durante el embarazo o en los primeros años de vida- como posibles desencadenantes en el desarrollo del autismo.
La neuropediatra indica que el diagnóstico generalmente se realiza a través de una evaluación exhaustiva realizada por profesionales de la salud especializados, como psicólogos, psiquiatras o neurólogos infantiles. En este sentido, la doctora informa sobre la existencia de muchos signos precoces de TEA en los primeros años de vida, entre los 18 y 24 meses, como son alteraciones en el contacto ocular, interés restringido por los demás niños, disminución de gestos comunicativos, ausencia de respuesta al oír su nombre, conducta rígida y adherencia a rutinas, entre otras.
“El diagnóstico y tratamiento precoz es esencial para un buen pronóstico. Hasta los seis años la plasticidad cerebral es importante y son muy potentes los efectos de reeducar el cerebro de los niños con TEA para atender sus interacciones sociales futuras”, subraya.
Actualmente, no existe una ‘cura’ para el autismo en el sentido tradicional. El autismo es un trastorno del desarrollo neurológico que generalmente dura “toda la vida de una persona”. Sin embargo, Esperanza Sánchez indica que hay intervenciones y terapias que pueden ayudar a las personas con autismo a desarrollar habilidades y a mejorar su calidad de vida.
“El tratamiento para el autismo suele ser individualizado y adaptado a las necesidades específicas de cada persona”, precisa la pediatra, que también explica que algunas de las intervenciones comunes incluyen terapia conductual, terapia del habla y del lenguaje, terapia ocupacional, educación especializada, apoyo familiar y medicación.
Para finalizar, la doctora Esperanza Sánchez apuesta por los últimos avances en el tratamiento del autismo en niños, tales como “terapias personalizadas, tecnología asistencial, terapias basadas en la neurociencia, intervención temprana y enfoque multidisciplinario”. “Es importante tener en cuenta que la investigación en este campo sigue en curso y se esperan nuevos avances en el futuro”, concluye.
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