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Una estudiante de la US despliega su talento en Harvard

La arquitecta Victoria Suárez Romera obtiene una prestigiosa beca Fulbright para continuar sus estudios en América del Norte

"A los estudiantes de EEUU les falta una formación que nosotros sí tenemos", suscribe

La arquitecta Victoria Suárez Romera (Sevilla, 1998). / M. G.

Victoria Suárez Romera es una arquitecta sevillana que cimienta sus sueños –y su camino– a golpe de esfuerzo, tenacidad y dedicación. Sin miedos y asumiendo todos los riesgos que exige salir de la zona de confort. Que no son pocos. Esta joven de 1998 afirma tener suerte. No porque se lo hayan dado todo hecho. Nada más lejos de la realidad. Su fortuna es el haber tenido clara su vocación desde que se sentaba en los pupitres del colegio San Francisco de Paula. La pasión por el arte encontró su lugar en la Arquitectura, disciplina a la que ha dedicado una etapa de universitaria marcada por la excelencia en la Universidad de Sevilla y con la que sigue aprendiendo al otro lado del charco. Actualmente, está realizando una residencia en la archiconocida Universidad de Harvard gracias al prestigioso programa de becas Fulbright.

Pero el periplo de Suárez ha tenido varias escalas hasta aterrizar en Massachusetts, donde pasará dos años cursando un Máster en Estudios de Diseño. Un viaje en el que la influencia familiar ha tenido un enorme peso. La inquietud por conocer nuevos destinos, disciplinas artísticas y estilos arquitectónicos ha sellado una fuerte impronta en el pasaporte de esta vecina de la Alameda de Hércules, la mayor de tres hermanos e hija de madre abogada y padre arquitecto. 

En 2016, empezó su carrera en la Hispalense con “muchísima ilusión” y asegura que, “aunque pueda parecer un cliché”, estas ganas le han dado la seguridad y la fuerza para emprender unos estudios cargados de intensidad y sacrificio. En quinto se fue de Erasmus a Graz, ciudad austriaca de 270.000 habitantes bañada por el río Mura. La segunda urbe más grande del país por detrás de Viena. Allí se dio cuenta de que el punto fuerte de su Escuela es el “aspecto técnico”. Le llamó especialmente la atención la libertad de los estudiantes para elegir “las asignaturas según sus intereses”, un modelo más abierto que el implantado en España. Asegura que “no es ni mejor ni peor”, pero sí le permitió abrir los ojos ante otras disciplinas que podían conjugarse con la Arquitectura. 

De Graz a Dinamarca

Una vez graduada, obtuvo una beca Arquia con la que trabajó para un estudio de arquitectura en Rotterdam (Países Bajos). Gracias a este primer contacto con el mundo profesional, fue consciente del “reconocimiento europeo” del que gozan los arquitectos españoles, a su juicio por esa formación “tan disciplinar, casi ingenieril” que ensambla a la perfección con el enfoque medioambiental y social de la arquitectura que mira al futuro. 

“Allí me di cuenta de que uno de los focos para los arquitectos es Copenhague y también quería probar la experiencia”, recuerda la joven y hacia allí tomó rumbo tras terminar su máster habilitante. En Dinamarca trabajó un año en otro estudio, pero ya sabía que estaba a punto de cumplir uno de sus grandes sueños: formar parte del excelso alumnado de la Universidad de Harvard

Sede de la Universidad de Harvard. / D. S.

Una institución con la que Suárez había tomado contacto, de un modo u otro, a lo largo de su etapa universitaria. “En primero o segundo de carrera ya leía muchos estudios punteros sobre arquitectura social o sostenible, todos firmados en Harvard”, narra la sevillana que no dudó en tirarse a la piscina para hacerse con una de las becas Fulbright a pesar de la exigencia del proceso. 

Un enfoque social para la arquitectura

Hace hincapié en que “una parte importante para conseguirla, además del expediente, es el proyecto que se presenta”. En su caso fue una investigación personal que llevaba trabajando en paralelo desde su fin de grado y que además fue premiado en la categoría de Proyectos Fin de Carrera en la XVI Bienal de Arquitectura Española y Urbanismo el año pasado. “El proyecto que presenté para la beca tiene como eje conductor la arquitectura como herramienta de justicia social, cerca de los sujetos y de las problemáticas consideradas en su entorno habitable”, explica Suárez y recalca que esta idea fue la que la llevó a elegir el Máster en Estudio de Diseño cuando se hizo con una de las Fulbright.

Apenas lleva una semana en Cambridge, ciudad en la que se ubica la milenaria institución, pero tiene claro que quiere ahondar en “el impacto social de la arquitectura, porque se nos olvida quiénes van a vivir en los edificios”. La mejor manera de profundizar en la materia no es otra que compartiendo aulas con alumnos de otras ramas: desde sociología hasta ciencias políticas pasando por ingeniería. Una amalgama de conocimientos. “Poder hablar de diseño en una clase en la que el docente se dedica a las políticas públicas, me parece fascinante”, valora la sevillana, quien considera que puede enriquecer los conocimientos más técnicos de su etapa universitaria con esta fase ligada a las humanidades.

Aunque por ahora le quedan dos años en la costa Este de los Estados Unidos, cree que a largo plazo volverá a España y “si es a mi Escuela muchísimo mejor”, bromea la arquitecta que no duda en poner en valor la calidad de los profesores que la han acompañado en su camino por la Hispalense. Un viaje que no ha hecho más que empezar.

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