Un estudiante de Sevilla pone la cara más social a la farmacia andaluza

Daniel Martín Peña gana el II ‘Premio Compromiso Social Farmacéutico’ del CACOF por su compromiso con los familiares y enfermos de cáncer desde el aula

Un año de transformación para la farmacia sevillana: Compromiso social y liderazgo renovado

l Daniel Martín Peña gana el II ‘Premio Compromiso Social Farmacéutico’ del CACOF por su compromiso con los familiares y enfermos de cáncer desde el aula
El estudiante de Farmacia en la Universidad de Sevilla y ganador del II ‘Premio Compromiso Social Farmacéutico’ del CACOF, Daniel Martín Peña, en la facultad. / José Ángel García

Una cantera comprometida con la sociedad. Estudiantes que brillan más allá de su expediente académico. Son las dotes que desde el Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos (CACOF) buscan en las nuevas generaciones de profesionales en su objetivo de una Farmacia más asistencial, social y cercana a los ciudadanos y que este año ha encontrado su mejor ejemplo en un estudiante ceutí de la Universidad de Sevilla para el que el voluntariado con personas con cáncer marcó la “motivación” que necesitaba en la “tan larga pero en el fondo bonita carrera de Farmacia”.

A sus 22 años, Daniel Martín Peña pone la cara más social a la farmacia andaluza. Así lo acredita el haberse convertido en el único ganador en toda la comunidad del II Premio Compromiso Social Farmacéutico con el que la institución farmacéutica reconoce la participación de los estudiantes universitarios de Farmacia en actividades de cooperación, proyectos e iniciativas de acción e innovación social que contribuyen a su formación como agente sanitario de trasformación social. Se trata de un premio que busca potenciar el compromiso social de los alumnos universitarios que serán los futuros farmacéuticos andaluces, con una dotación económica de 1.000 euros y en el que para participar los estudiantes tienen que estar matriculados en los Grados o Dobles Grados de Farmacia de la Universidad de Sevilla o Granada y haber superado el 70% de los créditos del total del Plan de Estudios.

“No esperaba que me reconocieran nada. Todo lo he hecho porque así lo he sentido y así voy a continuar. Me gustaría seguir en esa línea más humanitaria de la farmacia, de lo que se está denominando farmacia social, que es un concepto que está emergiendo hace escasos años. Quiero implicarme en el paciente, en sus necesidades, y no verlo como un mero cliente, conocerlo e implicarme con él”, valora.

Daniel, en la facultad de Farmacia.
Daniel, en la facultad de Farmacia. / José Ángel García

El proyecto que presentó el joven estudiante al concurso y que embaucó al jurado es, en sus propias palabras, “un resumen de su vida”. Según recoge la memoria ganadora, la andadura de Daniel con el voluntariado comenzó en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en febrero de 2022 cuando se incorporó al cuerpo de voluntarios de la asociación en el Hospital Virgen del Rocío.

“Farmacia es una carrera muy dura y larga y a veces tienes que buscar la motivación externa. En esa tesitura, me decidí hacer un voluntariado para sentirme realizado. Lo enfoqué en los pacientes oncológicos y sus familiares porque un familiar mío había tenido cáncer y me tocó vivirlo de cerca y me metí de lleno en ello. Era una forma de devolverle a la vida que había permitido recuperarse a esa familiar y esa fue mi forma de agradecerlo”, explica Daniel, que reconoce que “eran tiempos difíciles porque en los hospitales y muchos lugares, aún eran obligatorias las mascarillas, por lo cual fue una incorporación al mundo sanitario bastante dura, realista y temprana”. Tenía apenas 19 años y cursaba el segundo curso del Grado.

Allí realizó diversas labores de acompañamiento a pacientes oncológicos. “Esto supondría mi primer contacto con el paciente muchísimo antes de poder aprender todos estos conocimientos en una farmacia u hospital como farmacéutico profesional”, sostiene. Pero también ofrecía al paciente los servicios que tenía la asociación para aquellos que más lo necesitaban: ayuda psicológica, con pelucas, turbantes o fisioterapeutas.

“Esto me hizo, en parte, empezar a desarrollar mi instinto farmacéutico para saber dirigirme a los pacientes o también saber a cuál no debía dirigirme por su delicada situación a los que, con tan sólo mirar ya sabía que sólo necesitaban descansar, al menos durante esa jornada, ciclo o sesión”, afirma. “Son situaciones bastante complejas que se nos pueden presentar en la farmacia como profesionales de la salud y que muchos no sabrían como interactuar con, por ejemplo, un paciente que está cerca de fallecer o la madre que va a la farmacia para la medicación de su hijo enfermo de cáncer. Ese abordaje, ni se enseña ni se hace y yo lo he aprendido por mi voluntariado”, apostilla.

Otra labor reconocible de Daniel fue contribuir desde ese papel de voluntario a intentar que los pacientes oncológicos dejaran de fumar. “O, al menos, lo intentarán”, remarca. “Dando bastante conversación a los pacientes sobre estos temas al menos conseguí que uno o dos fumaran menos o no fumasen, o al menos eso parecía por la tos y la respiración”, afirma. Esa preocupación le llevo a obtener una beca de la AECC para asistir a la 9º Conferencia Europea de Tabaco (ECToH), donde pudo coincidir con otros jóvenes de España y conformar el movimiento para la primera generación libre de humos en 2030.

Eso sólo fue el principio. De manera “mutante”, según define Daniel, su labor como voluntariado se ha ido adaptando a la progresión de su formación en la carrera. También ha participado en el programa de promoción de la salud de la Universidad de Sevilla Salud a la vida por el Día Mundial sin Tabaco. "Coincidí de nuevo con compañeros de la asociación, gracias a la cual, en parte, he podido formarme para poder en parte saber prevenir y divulgar", valora.

Más reciente, durante la celebración del Congreso Nacional de Estudiantes y egresados (CONESFAR), el pasado octubre, Daniel pudo, gracias a la aprobación de la coordinadora de voluntario de AECC Sevilla, realizar de una charla sobre el abordaje del paciente oncológico en la oficina de farmacia. “Esta propuesta tuvo buena acogida”, exclama. Con esta trayectoria, y como no podía ser menos, ahora, en la recta final de la carrera, su Trabajo Fin de Grado (TFG) irá en la línea sobre el uso de vapeadores con sabores en adolescentes y en niños. Para el futuro queda

“En conclusión, la AECC para mí es como una casa, el hogar donde empezó mi oficio, donde empecé a tratar a un paciente, a hacer campañas de prevención, divulgación y detección, es decir, el lugar donde empecé a ser farmacéutico”, sentencia.

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