La estancia de los turistas se reduce a la mitad tras veinte años
Informe
Han pasado de permanecer una semana en Sevilla a tres días
De una semana a tres días. Los turistas que acuden a Sevilla han reducido a la mitad su estancia en la provincia. La disminución es uno de los síntomas más claros de la evolución de este sector, uno de los pocos que logró resistir la dura embestida de la crisis, aunque, eso sí, con una notable reducción del gasto por parte de los visitantes y del margen de los beneficios que obtienen los empresarios dedicados a dicha actividad. En este menor tiempo de permanencia influyen los modos de viaje que se han implantado los últimos años, en los que predominan las escapadas de corta duración a ciudades europeas a las que se llega a través de vuelos de bajo coste, lo que a la postre merma la posibilidad de acudir a otros lugares del entorno y, por tanto, de ampliar las pernoctaciones, fuente de ingresos de este ámbito económico.
En el segundo trimestre de 1998 la estancia media de los turistas que acudían a Sevilla se fijaba en siete días. En el mismo periodo de este año –según los datos más actualizados del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía– dicha cifra se ha reducido a 3,2 días. Por tanto, la permanencia de los visitantes ha llegado a menos de la mitad de la de hace dos décadas.
El resto de Andalucía no es ajena a esta disminución, aunque no a esa velocidad. En 1998 (es el dato más antiguo del referido instituto) la estancia media en el conjunto autonómico rozaba los 10 días. Cuando han pasado 20 años, la permanencia es de 7,2 días. No se ha llegado ni a la mitad, como sí ha ocurrido en Sevilla. Actualmente sólo dos provincias superan la media regional. Son Almería (con ochos días y medio de estancia) y Málaga (con 8,3 jornadas). En los municipios de ambas predomina el turismo de sol y playa, una oferta que invita a permanecer más de una semana disfrutando del litoral, incluso antes de que llegue la temporada estival.
Los últimos gobiernos locales de Sevilla capital y la Diputación provincial han puesto especial énfasis en aumentar la estancia de los viajeros. En la ciudad hispalense, por ejemplo, se han habilitado itinerarios culturales, ya sea en Triana o en la zona norte del Casco Antiguo, que rompan el monipolio monumental del Alcázar, la Catedral y la Plaza de España, lo que contribuye a incrementar la permanencia.
La corta duración de estos viajes influye en el número total de visitantes. Sevilla ocupa el cuarto puesto de la comunidad en cuanto a los turistas recibidos entre abril y junio. A este provincia llegaron 1.164.800 personas, un 4,8% más que en el mismo periodo de 2017. Se trata del crecimiento interanual más importante de toda Andalucía, lo que no impide que por delante se coloquen Málaga (a la que acudieron 2,5 millones de turistas), Cádiz (1,2 millones) y Granada (1,18 milllones). Excepto en esta última, en las otras dos se produjo una bajada en las visitas. En la media andaluza se registró un leve descenso, sólo del 0,3%, lo que lleva a hablar de estancamiento en cuanto al número de turistas.
El tiempo de estancia no parece perturbar al gasto diario de los turistas, que en el caso de Sevilla –y de Andalucía– sigue creciendo. En el segundo trimestre de este año el desembolso por jornada ha sido de casi 81 euros, lo que supone un incremento del 1,1% respecto al mismo periodo de 2017. Se trata de la cifra más alta de la región, seguida, a cierta distancia, de Cádiz, donde el gasto alcanzó los 73,5 euros. El mayor aumento –del 8,5%– se registró en Córdoba, hasta llegar a los 67,6 euros diarios, cantidad con la que supera al desembolso de los visitantes de Málaga.
El gasto medio en Sevilla también ha disminuido en las últimas dos décadas, aunque no de forma tan notoria como en el periodo de estancia. En 1998 un visitante sacaba del bolsillo 96 euros por jornada (entonces aún estaba vigente la peseta). En pleno apogeo de la crisis esa cifra se quedó por debajo de los 73 euros, cantidad que se ha remontado los últimos años, en los que parece alejarse el fantasma de la debacle económica. Al contrario de lo que ocurre con la permanencia, el gasto diario por turista parece que retoma la senda de la recuperación para acercarse a los niveles de hace 20 años.
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