A la espera de Brasilia
El Comité del Patrimonio Mundial volverá a debatir sobre la Torre Cajasol entre el 25 de julio y el 3 de agosto · El vicepresidente de Icomos visitará Sevilla la próxima semana
Llegó la hora de la verdad. Apenas queda un mes para que el Comité del Patrimonio Mundial se reúna en Brasilia para, entre otros muchos asuntos, resolver si la construcción de la Torre Cajasol supone una agresión al triángulo formado por el Alcázar, la Catedral y el Archivo de Indias, conjunto declarado Patrimonio Mundial en 1987.
Si el veredicto es negativo para este proyecto de construir un rascacielos de 178 metros en el extremo sur de la Cartuja la consecuencia puede ser la inclusión de Sevilla en la temida lista de Patrimonio Mundial en Peligro, la antesala de la retirada definitiva de un distintivo por el que muchas ciudades suspiran. También se barajan soluciones intermedias, como un endurecimiento en la llamada de atención a los promotores a la espera de una definitiva rectificación.
La cita, que cumple su 34ª convocatoria, será en la capital de Brasil, una potencia emergente que también quiere ejercer su liderazgo en cuestiones de patrimonio, entre el 25 de julio y el 3 de agosto, y aglutinará más de 180 delegaciones nacionales para deliberar sobre las nuevas candidaturas y el estado de conservación y de riesgo de los bienes ya declarados Patrimonio Mundial, siempre teniendo como referencia los análisis del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), unas de las bestias negras de la Torre Cajasol; del Centro Internacional para el Estudio de la Preservación y la Restauración del Patrimonio Cultural; y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
"Todavía no hay nada decidido. La resolución final sobre la Torre Cajasol dependerá del informe de Icomos y de las deliberaciones que tengan lugar en Brasilia", comenta Víctor Fernández Salinas, miembro de Icomos, profesor de la Universidad de Sevilla y uno de los mayores detractores del edificio ideado por el arquitecto norteamericano de origen argentino César Pelli.
Lo que parece más que claro es que el informe de Icomos no será positivo. La próxima semana, el vicepresidente de este organismo, José María García de Miguel, volverá a visitar Sevilla para entrevistarse con las asociaciones que forman la plataforma Túmbala (creada exclusivamente para oponerse a la torre) y confirmar sobre el terreno el estado de unas obras que no se han paralizado pese al requerimiento de la Unesco tras la reunión del Comité de Patrimonio Mundial hace un año en Sevilla. "Está claro que la decisión de la caja de ahorros y del Consistorio de continuar las obras no sentará bien en el Comité", indica Fernández Salinas.
Por su parte, Cajasol no se ha quedado con los brazos cruzados durante este último año pese a que ha preferido mantener un perfil bajo en su política de comunicación sobre este asunto. La entidad ha intentado ejercer su influencia en el Gobierno, la Junta y la propia Unesco, convencidos de que la torre no supone ninguna agresión para la ciudad histórica y sí un plus de modernidad y de dinamización económica. Según una encuesta encargada por la entidad, el 63% de los sevillanos apoyan la construcción de la torre, aunque lo más criticado es, precisamente, la altura de la misma.
Descartados los rumores de una posible reducción en la altura del rascacielos y otros cambios en el proyecto, Cajasol ha continuado con el edificio de César Pelli, aunque da la sensación de que no tiene muchas prisas. Actualmente, se sigue trabajando en la cimentación del rascacielos.
Entre la reunión de la Unesco de Sevilla y la que se va a producir en Brasilia, ha existido un documento importante: el encargado por el Ministerio de Cultura a un comité de expertos independientes. Sin embargo, éste informe da pocas pistas, ya que se limitó a dar una de cal y otra de arena. En el texto redactado por Javier Rivera, Juan Miguel Hernández de León, Carlos García Vázquez, Pablo Diáñez y Jaime Montaner se concluía que la torre no suponía un impacto visual en la zona inmediata a los tres monumentos, pero se admitía un "efecto negativo" en el paisaje de Sevilla.
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