Una escuela de 24 horas
Este sistema condiciona el trabajo de los padres · Las familias aseguran que el menor se socializa igual que en los colegios
Una educación fuera de horarios . La enseñanza en casa convierte el hogar en una escuela todo el día, desde que los niños se levantan hasta que vuelven a la cama están adquiriendo conocimientos. Esto es lo que pretenden diariamente Elisabeth Alonso y Daniel Rus, padres de dos niños de 7 y 3 años, repectivamente, a los que han decidido educar fuera del sistema tradicional.
Este matrimonio sevillano es una de las 20 familias que en la provincia se han decantado por esta opción. Su "nefasta" experiencia en la escuela convencional fue el acicate definitivo que les impulsó a convertirse en padres, tutores y maestros. Ocurrió hace cuatro años cuando el mayor de los dos hijos entró en primero de Infantil en un colegio público. Al niño le dieron un bocadillo de queso a sabiendas de que es alérgico a la lactosa. Estuvo varios días en casa hasta acabar las pruebas clínicas. En este tiempo los padres comprobaron que los conocimientos que había adquirido en clase estaban por debajo de los que ellos les habían transmitido antes de ingresar en el colegio.
Fue entonces cuando comenzaron a buscar otras alternativas, documentándose sobre los pedagogos que en el siglo XIX fomentaron la enseñanza personalizada, en permanente contacto con el medio natural. Poco después hablaron con la Asociación por la Libertad de Educación (ALE), donde les aclararon todas las dudas. La decisión la tomaron al instante: educarían a su hijo en casa, para ello lo matricularon en una escuela a distancia extranjera que lo evalúa periódicamente y mediante la que obtiene la titulación. Así hasta hoy, cuando su hija más pequeña, que ha cumplido 3 años -edad con la que empieza la escolarización- también será formada en este sistema.
Su implicación con esta apuesta es tal que Elisabeth es hoy la coordinadora andaluza de ALE. Conoce a numerosas familias que se han decantado por ejercer de docentes en casa, padres con los que mantiene numerosos encuentros a los que acuden también sus hijos en una forma de contrastar experiencias. Según Elisabeth, lo más llamativo es que en la mayoría de las familias algún padre está relacionado con la docencia, ya sea en calidad de maestro o profesor o en el ámbito universitario. En su caso, su marido estudió Magisterio, profesión que no ejerce, aunque sus conocimientos los aplica cada día en casa.
"La elección por este tipo de enseñanza obliga a muchos padres a tener que cambiar, incluso, el horario laboral para adaptarlo a las necesidades de los menores. Un policía, por ejemplo solicitó el turno de noche para estar enseñando a sus hijos por la tarde", aclara Elisabeth. La educación en casa nunca acaba. Se mantiene las 24 horas. Daniel está por las mañanas y Elisabeth por las tardes. El conocimiento se aplica a cualquier actividad doméstica. "Incluso cuando preparamos la comida distinguimos los alimentos y los pesamos para que los niños aprendan las cantidades", añade Elisabeth.
El método que aplica este matrimonio es mixto: una mezcla entre el homeschooler y el unshcooler. "En materias básicas como Matemáticas y Lengua nos ceñimos más al temario oficial, pero siempre nos dejamos guiar por la motivación del niño". Un ejemplo de ello es el interés del hijo mayor por los volcanes, lo que les ha llevado a indagar sobre esta cuestión en enciclopedias e internet y construir una maqueta que simule una erupción. También se habla bastante inglés cuando se enseña, una ventaja con la que cuentan numerosas familias bilingües que optan por este modelo. Por otro lado, el uso continuo de la biblioteca, privada o pública, es imprescindible.
Uno de los temores principales de los padres que les lleva a rechazar esta "tercera vía" es la falta de socialización del menor. Elisabeth niega la mayor: "El niño se relaciona en la calle, en los parques y en el ámbito familiar".
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