En las entrañas del Polígono Sur
Una de las zonas más degradadas de España estrena un comisionado, Jaime Bretón, que asume el reto de aumentar los equipamientos, reducir los terrenos sin uso y orientar laboralmente a muchos más jóvenes
Sevilla/El espacio libre genera inseguridad, siempre es foco de problemas. Se trata de una regla que se cumple sin excepción desde hace décadas en el Polígono Sur. Los edificios vacíos, deficientemente tapiados, terminan por ser ocupados a las bravas. Los solares son basureros en la práctica. Quizás por eso el nuevo comisionado tiene claras dos cosas:hay que derribar los inmuebles sin habitantes y las administraciones deben ocupar los terrenos libres para la construcción de equipamientos.
“La mayoría de los sevillanos tienen una idea muy limitada de las Tres Mil, de todas las barriadas del Polígono Sur. Tienen la imagen que ven desde el coche cuando recorren la avenida de Su Eminencia”, afirma Jaime Bretón, que no lleva ni un mes en la tarea de coordinar la acción del Estado, la Junta, el Ayuntamiento y las entidades privadas en la regeneración de una de las zonas más degradadas de España, un lastre en la imagen de Sevilla como gran ciudad con aspiraciones en el panorama internacional. “Todos los espacios libres que hay en el polígono son terreno para el cultivo de la suciedad, de la miseria, de los conflictos... Hay que ocuparlos”, afirma este veterano de la política andaluza que también se conoce ya al dedillo la otra cara de la zona, la que ha conseguido ofrecer una imagen más amable de un espacio estigmatizado: la parroquia de Jesús Obrero, la residencia universitaria Flora Tristán de la UPO, el centro Don Bosco, la escuela infantil de las hermanas de Jesús y María, dos centros de salud, el centro cívico El Esqueleto...
“Hay un Polígono Sur que Sevilla no ve”, destaca Bretón mientras dialoga con las profesionales del taller de costura del centro salesiano, donde mujeres contratadas tras un proceso de formación específico hacen trabajos de costura de notable calidad, como trajes de flamenca o uniformes de trabajo. Todas están dadas de alta en esta empresa creada al efecto por los salesianos. En este centro se hace una labor compleja, de fomento de los valores personales para rescatar a quienes están al borde de la marginación. Más de cien personas llaman al mes a sus puertas para ser reconducidos y obtener un empleo gracias a una entidad que está reconocida oficialmente para desempeñar esta labor. El balance anual es muy esperanzador: unas cuatrocientas personas logran su objetivo cada año.
Bretón recorre las calles a pie. Recibe miradas desde algunos balcones. En muchos hay ropa tendida. Un gran número de paredes presentan desconchones. “¡Sacad los edificios en mal estado, no solo el nuevo!”, grita un vecino cuando el comisionado y el fotógrafo centran la atención en uno de los bloques rehabilitados recientemente gracias a una inversión de un millón de euros.
“Las administraciones tienen que aportar herramientas de futuro a los jóvenes de aquí. Todos los que quieran una oportunidad deben tenerla. Y quienes no quieran salir adelante, que tengan al menos su protección social y punto. Y, en general, tenemos que garantizar lo básico: seguridad y limpieza”.
Bretón exhibe un minucioso conocimiento de la zona pese a los pocos días que lleva como comisionado: “Sólo tenemos un 2%de universitarios y un 6% en Formación Profesional. Lo bueno es que el absentismo escolar ha bajado mucho, de un 40%en los años noventa al 18% actual. Ha sido gracias, sobre todo, a la figura de las mujeres. El papel de la mujer es clave en el Polígono Sur, es la que ha sacado adelante a la familia en los años de crisis”, comenta antes de entrar en la escuela infantil, donde la hermana Manuela, de la congregación de Jesús y María, recibe por primera vez al nuevo comisionado.
La religiosa vive en el Polígono Sur: “No es lo mismo venir a trabajar que residir aquí, donde hemos oído tiros y presenciado escenas muy violentas. Pero hay que estar aquí para hacer una labor verdaderamente eficaz”. En el piso de las monjas hay una habitación para transeúntes, destinada a personas que necesitan un techo provisional donde cobijarse. Una solución de urgencia. La religiosa admite que en materia social está en el “frente”.
En la escuela son atendidos 150 niños de familias de diferentes confesiones religiosas: “Aquí atendemos sin distinción, esto es un centro multicultural”. Una casa prefabricada hace las veces de capilla, o también conocida como punto de encuentro. Y en la escuela también se atiende a las madres. Es curioso el cartel que convoca a los padres a las reuniones, que insta a todos a preocuparse por la educación de sus hijos. “La verdad es que Sevilla es muy generosa con esta escuela. Recibimos mucha ayuda de las hermandades. Las persianas últimas nos las han regalado los hermanos de la Mortaja”, relata la monja en presencia de Maruja Vilches, una veterana cofrade consagrada a la ayuda del Polígono Sur mediante el proyecto Fraternitas del Consejo de Hermandades. Ahora se esfuerza en la fundación de una coral. “Y en la banda de música hay cien jóvenes recogidos y así no están por la calle. La pregonera Charo Padilla ni se imagina el empujón que nos dio y que le dio a todos esos jóvenes cuando les dedicó un pasaje del Pregón de Semana Santa”.
Hay voluntarios de algunas entidades que salen a la calle por las tardes, de cinco a siete, para educar en la vía pública, para buscar a quienes no se acercan a ninguna asociación a pedir ayuda. Muchos de estos vecinos no tienen conciencia de ser de Sevilla. “De hecho, las pocas veces que salen del barrio dicen que van a Sevilla, cuando el Polígono Sur es Sevilla. Tenemos que trabajar la marca Polígono Sur aquí y en toda España. No me cansaré de repetir que el Sur existe”, exclama el comisionado mientras un autobús de Tussam recorre una de las arterias principales con muy pocos viajeros. Un camión de Lipasam hace sus labores.
La hermana Manuela se lamenta: “La pena es que el que se forma se va del barrio, lo cual es entendible. Comprendemos que se vayan, aquí se sufren mucho las consecuencias de la exclusión. En muchos casos el deterioro es familiar, tenemos que trabajar en la dignificación de las familias completas”. Bretón se fija objetivos definidos: “Hay empresas que no quieren prestar sus servicios aquí, tenemos que acabar con eso, hay que romper eso y nos hemos puesto a ello ya con algunas subcontratas de multinacionales”.
La otra cara del Polígono Sur, como la llama ya el comisionado, son también los centros de salud, donde funcionan los calendarios de vacunaciones, los tratamientos contra las adicciones, las ayudas en casos de embarazos tempranos... “Esto funciona bien. Ahora hay que implicar más a las administraciones y a la sociedad civil, desde el Puerto de Sevilla a empresarios, pasando por muchas entidades privadas que ya prestan ayuda aquí o que pueden ofrecerla y que además estarían encantadas de hacerlo”. Bretón valora mucho la residencia Flora Tristán de la UPO: “Los estudiantes que se alojan en ella desarrollan además una labor en el barrio, es una gran iniciativa. El esfuerzo de esta Universidad es muy loable”.
Bretón fue delegado del distrito Sur en sus años de concejal: “Recuerdo cuando Tussam y Lipasam casi no prestaban servicios en esta zona, en eso hemos avanzado mucho. Hay que seguir. E insisto en que no podemos tener tantos solares vacíos, tantos edificios también vacíos. Son un verdadero riesgo. En el Polígono Sur, por cierto, está el parque público de viviendas más grande de España”.
La parroquia de Jesús Obrero es otro centro importante en el barrio. Los domingos basta con una misa para atender la demanda. El grupo de Cáritas es potente. La agrupación que organiza la procesión del Viernes de Dolores atrae a los jóvenes que sueñan con ser hermandad algún día. El párroco, Andrés González, transmite la alegría propia del espíritu salesiano. Admite que en el edificio quedan cosas por hacer, pero que las prioridades son otras. Convive con las comunidades evangélicas, con una presencia notable en el Polígono Sur.
Bretón se está reuniendo en pocos días con los representantes de más de veinte entidades que ya tienen presencia en la zona. A todos explica que su labor es de coordinación. El comisionado no tiene presupuesto, su fuerza es la de dar aldabonazos, denunciar públicamente desatenciones, llamar a las puertas de las empresas y, sobre todo, que no se dupliquen las intervenciones de las distintas administraciones. De adjunto al defensor del Pueblo Andaluz durante muchos años y en dos etapas, Jaime Bretón ha pasado a ser en la práctica el defensor del Polígono Sur.
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