Un enfermero con dotes de detective y criminólogo
Con AND sevillano
El sevillano Manuel Luque diseña el primer protocolo en el mundo que garantiza la cadena de custodia de pruebas en heridas de arma blanca durante la asistencia a la víctima
Dos vidas unidas por el calendario
Nacido en Sevilla hace 45 años, Manuel Luque estudió enfermería para alcanzar su sueño: ser perfusionista cardiovascular. Está a punto de conseguirlo. Pero no era el único.
Estudiar ciencias no coartó sus aspiraciones relacionadas con las letras y, más tarde, ya mientras ejercía como enfermero, primero en las Urgencias del Hospital Virgen del Rocío, y luego en el quirófano de Cirugía Cardiovascular y Cirugía Torácica del Virgen Macarena, se formó en Criminología y Ciencias Forenses y se matriculó en el Doble Grado en Derecho y Criminología de la Universidad Pablo de Olavide.
Hoy, la vida le está dando la oportunidad de aunarlo todo. “No he parado hasta que he encontrado el punto de conexión de la enfermería, a la que he dedicado mi vida, con mis otras pasiones a las que he llegado, no sin esfuerzo, por mi carácter incansable”, reconoce el enfermero.
El punto de unión al que se refiere, es el conocido como protocolo MLuq, una innovadora guía de actuación que ha desarrollado gracias a una ardua tarea de investigación que recoge un necesario, e inexistente hasta el momento, procedimiento en la asistencia sanitaria de un herido por arma blanca que garantiza la atención sin contaminar la cadena de custodia de aquellas pruebas que pueden ser de gran utilidad durante la investigación. Son los casos en los que se requiere una asistencia sanitaria emergente en el tratamiento y estabilización de un paciente tas un apuñalamiento, en los que, aunque prima el intentar salvar su vida, no es menos importante recuperar, preservar y custodiar vestigios biológicos de interés judicial, contribuyendo a la continuidad de la cadena de custodia.
La clave es que el ingenio de este enfermero sevillano ha dado la vuelta al mundo al no haber constancia en todo el globo terráqueo de la existencia de ninguna otra herramienta capaz de establecer las pautas de una correcta actuación asistencial que permita ayudar a la Policía Judicial para mantener la custodia de todas las pruebas y que, además, exige la ley.
“Fueron mis prácticas mientras me formaba en Crimonología y Ciencias Forenses las que me hicieron cuestionarme el margen de mejora que había en el contexto de nuestras actuaciones como sanitarios a la hora de asistir a un herido de arma blanca”, explica. “Desde que empecé a ejercer la enfermería, he visto muchos apuñalamientos y, en muchas circunstancias, los sanitarios no sabíamos qué hacer con el arma, ni sabíamos el protocolo a seguir. Ahondando e investigando detecté que en muchas de nuestras intervenciones sanitarias había un incumplimiento claro de la ley y que había áreas de mejora y empecé a documentarme para desarrollar cómo podíamos actuar, no solamente en pro del beneficio del paciente, que es nuestro cometido principal, sino que también, a favor de aunar esfuerzos y poder ayudar con la investigación policial”, añade.
Así, tras un periodo de profunda documentación y análisis se lanzó a diseñar una propuesta de solución y es cómo nació el protocolo MLuq, llamado así en homenaje a su padre con el que comparte nombre y apellido. "Es un homenaje que le hago porque él no tiene estudios, pero lo dio todo para que yo estudiara y me formara en lo que quería", reconoce emocionado el enfermero que, no en vano, puede presumir de ser, además, Doctor por la Universidad de Sevilla, profesor en el Departamento de Enfermería, con tres asignaturas en su cargo y el tutor académico de los alumnos de práctica en Enfermería en el Hospital Virgen Macarena.
La citada guía cuenta con dos documentos que marcan la correcta actuación. Por un lado, se recoge las pautas a seguir para estabilizar el arma blanca en el paciente a través de una técnica de cirugía cardiovascular; y, por otro, se dan las indicaciones sobre el uso de otros procedimientos para la recuperación del ADN del arma transferido durante la agresión, que puede ser clave para identificar al agresor. “Cualquier error o pérdida de información al verse alterada la cadena de custodia de las todas las pruebas existente irá siempre a favor del acusado en un juicio”, concreta el enfermero.
Este protocolo se gestó a lo largo de tres años, siendo parte fundamental del mismo la colaboración y aprobación de diferentes profesionales de otros ámbitos. “Sin ellos, esto no hubiera sido posible”, matiza modesto Manuel Luque. “Estoy haciendo mención a médicos de urgencias y emergencias; jefe de sección de anatomía e histopatología forense del servicio de patología del instituto de Medicina Legal (Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses); inspectores jefes de la sección de la Brigada Provincial de la Policía Científica; Inspectora jefa del grupo de inspecciones oculares de la Brigada Provincial de la Policía Científica; jefe de homicidios de la Guardia Civil y Criminalística; juristas de prestigios; criminólogos de gran reputación del área de Toxicología y Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica; jefes de servicio de cirugía cardiovascular y torácica de incuestionable notoriedad, entre otros”, detalla.
Tras un intenso trabajo, este protocolo vio la luz durante una Jornada Nacional Científica Multidisciplinar en junio del año 2022 y ha sido publicado por una revista científica internacional de alto impacto.
Actualmente, este protocolo cuenta con el registro de la propiedad intelectual y, más allá del su aplicación en el Hospital Virgen Macarena, donde pasó por un comité de calidad, está aprobado por los servicios centrales del Servicio Andaluz de Salud (SAS) para su posible aplicación en la región y ha pasado a manos del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Justicia, donde se estarían buscando las fórmulas para aplicarlo a nivel nacional. “Hemos demostrado que este protocolo tiene rendimiento en nuestra actividad asistencial y está en un punto de partida de poder expandirse”, sentencia orgulloso su artífice.
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