Cuando los enamorados saben latín

XII Premio Manuel Clavero | Consuelo Varela y Juan Gil

El flechazo surgió en un viaje escolar por la Italia del Renacimiento 

El profesor animó a su antigua alumna a publicar los 'Diarios de Colón'

Los autores de la edición definitiva de las cartas y documentos de Colón

Consuelo Varela y Juan Gil, en su domicilio.
Consuelo Varela y Juan Gil, en su domicilio. / Juan Carlos Vázquez

Sevilla/En 1988 y 1989 tuve la suerte de viajar como periodista en la expedición Aventura 92 que capitaneaba Miguel de la Quadra Salcedo en el barco J.J. Sister, de la compañía Transmediterránea, convertido en Aula Navegante. Esos dos viajes eran las réplicas de los viajes segundo y tercero de Cristóbal Colón. La reedición del primero, el iniciático, el de las quimeras e incertidumbres, lo cubrió mi compañero Alfonso Domingo, hoy autor de éxito. Fue en esos viajes a través del Océano Atlántico, el primero con llegada a Puerto Rico, el segundo a la desembocadura del Orinoco después de una escala en Cabo Verde, cuando conocí la obra y la singladura intelectual de Juan Gil y Consuelo Varela.

Todas las mañanas, la voz de Miguel de la Quadra, aquel corresponsal de guerra que se quedó sin probarse a sí mismo como lanzador de jabalina por el boicot de Franco a los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, nos despertaba con la lectura de un fragmento de los Diarios de Colón. Fue Consuelo Varela (Granada, 1945) quien, animada por su marido, Juan Gil (Madrid, 1939), la que se puso a recopilar los Diarios del Almirante, que después le editaría Alianza Editorial. Su voz iba unida a la inmensidad de esas aguas, a esos largos días de navegación de un tiempo sin internet en los que pasó de camarote en camarote un ejemplar de Diario 16 con la entrevista que le hice al actor Juan Diego y se publicó el día que zarpamos del puerto de Huelva.

Fue al final de ese viaje cuando Juan Manzano y Mario García de Castro, mosqueteros del aventurero, me regalaron tres libros que guardo como oro en paño. Una trilogía titulada Mitos y Utopías del Descubrimiento cuyo autor es Juan Gil. Lo editó Alianza Universidad en 1989 (recientemente lo ha reeditado Athenaica). Tres volúmenes titulados Colón y su tiempo, El Pacífico y El Dorado.

Lo de Colón fue un afluente en sus respectivas vidas académicas. Juan Gil, nacido el año que termina la guerra civil, era profesor de Latín en el instituto Beatriz Galindo de Madrid donde también enseñaban Antonio Domínguez Ortiz o Gerardo Diego. Consuelo Varela nace en Granada en plena posguerra porque es la ciudad que eligió su padre para terminar su carrera de Química. Después la familia vuelve a Madrid, donde nacerán sus cinco hermanos varones. Pero ya estaba alentada la semilla colombina y americanista. Consuelo, fiel a la vocación científica de su progenitor, estudió Económicas, pero en quinto curso, a falta de aprobar Hacienda y Fiscal (Hacienda eran todos menos ella) desertó de la carrera.

Juan Gil y Consuelo Varela se enamoraron en la patria del Almirante. Él como profesor, ella como alumna participaron en una excursión cultural del instituto Beatriz Galindo por Italia con paradas en Génova, la patria chica de Colón, Pisa, Roma, Florencia, Venecia. Surgió el flechazo. La novia tenía 20 años cuando se casan en los Dominicos de Alcobendas. El novio ya conocía Sevilla, ciudad a la que viajó en una excursión escolar del Colegio Estudio con la directora, Jimena Menéndez Pidal, y Julián Marías.

En 1970 lo destinan como catedrático de Latín a Sevilla. Tienen una hija de un año, Marta, y presumen que la estancia va a ser corta, provisional, en espera de otros destinos. En Madrid había sido ayudante de cátedra de Agustín García Calvo, que había pasado por la Universidad de Sevilla en los tiempos del mayo francés. La estación de paso se iba a convertir en fin de trayecto. En Ramón Carande encontraron uno de sus mejores anfitriones. El latinista se hizo americanista y la inédita economista no le fue a la zaga. En 1988, Consuelo Varela se convirtió en la primera mujer directora-conservadora del Alcázar, cargo que ocupará hasta 1991. En la Expo ambos fueron asesores del Pabellón del Siglo XV, el siglo de los hechos del Descubrimiento que Juan Gil desmenuzó en Mitos y Utopías. Entre 1993 y 1997, Consuelo Varela dirigió la Escuela de Estudios Hispano-Americanos.

Juan Gil ingresó en 2011 en la Academia de la Lengua ocupando el sillón e minúscula que ocupara el mayúsculo escritor Miguel Delibes. Ingresó con un discurso sobre El Burlador y sus estragos y se especializó en el área de los cultismos. Desde aquel viaje a Italia, el niño de la guerra y la niña de la posguerra han compartido pasiones y dedicaciones. En puertas de la Expo, hubo un furor de películas sobre el Descubrimiento. Ridley Scott rodó en el Alcázar escenas con Sigourney Weaver como Isabel la Católica y Gerard Depardieu interpretando a Colón; Consuelo Varela y Juan Gil fueron asesores históricos y asistieron al rodaje en Malta en el Colón que produjeron los Salkind, dirigida por el griego George Pan Cosmatos con Marlon Brando en uno de sus papeles crepusculares interpretando al inquisidor Torquemada. “Yo creo que el mejor Colón fue el de Andrés Pajares”, me decía Consuelo en referencia a la cinta de Mariano Ozores cuando la senté en el banco de Granada en mi primer recorrido a la Plaza de España. El resultado fue un libro que me presentaron en Capitanía su esposo Juan Gil y la periodista Esther Martín. Cuando repetí el proyecto, en el banco de Madrid senté a Juan Gil, que acudió con sus nietos Juan y José María, que esa primavera de 2015 salían de nazarenos en el Beso de Judas.

Juan y Consuelo, Consuelo y Juan, han descubierto océanos, conquistadores, continentes y atolones, han desmitificado leyendas, hermoseado ficciones. Pero su principal descubrimiento, que siguen cultivando a diario, fue el de descubrirse mutuamente. Su particular Guanahaní.

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