La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Lantejuela, el municipio de la Campiña de apenas 3.900 vecinos, ha sido noticia por formar parte del reducido grupo de localidades que no ha registrado ningún caso confirmado de Covid-19, el virus que ha obligado a un duro confinamiento, del que sólo ahora el país sale titubeante.
Pero merecería serlo además porque acoge una de las empresas textiles que, a contracorriente y a pesar de la gran fábrica asiática, ha resistido, especializándose en vestuario laboral. Ahora está además generando empleo, porque es la única de Andalucía que ha obtenido la licencia de la Agencia Española del Medicamento y los Productos Sanitarios (Aemps) para fabricar mascarillas sanitarias, con destino a las instituciones públicas, como esas que en un mercado internacional saturado ha sido imposible conseguir durante semanas.
Se trata de Soluciones Textiles Alonso, que cuenta en la actualidad con 16 trabajadores en Lantejuela, el doble que antes de la crisis sanitaria. Para la semana que viene, incorporará a otros cinco para afrontar un pedido importante.
Según el empresario Juan Alonso, afincado en Sevilla pero que mantiene esta fábrica en Lantejuela, ya en marzo, cuando la crisis se precipitó y se evidenció la falta de material para los sanitarios, se pusieron a fabricar mascarillas y batas, que se entregaron a instituciones y centros sanitarios de forma altruista.
Poco antes de la Semana Santa, cuando el Gobierno solicitó a organizaciones empresariales del sector textil firmas nacionales que pudieran incorporarse ese proceso con todas las garantías, Alonso contactó con el Ministerio de Sanidad y el de Industria, Comercio y Turismo, que le remitieron a un grupo de empresas constituido a nivel nacional con ese objetivo.
El 17 de abril, cuando el presidente Pedro Sánchez visitó un taller de El Corte Inglés que también se habilitó para fabricar mascarillas, Soluciones Textiles Alonso fue una de las empresas que ya tramitaban su licencia, junto a otras cuatro que ya la tenían y tres más que estaban a punto de obtenerla.
Tras una serie de inspecciones y una importante adaptación en la empresa -Alonso no ha querido hacer declaraciones antes que ese proceso culminara y empezara la producción- llevan algo más de una semana fabricando mascarilla quirúrgica del tipo IIR, adaptadas a las normativas UNE-EN.
También han arrancado con la fabricación de batas quirúrgicas, aunque en este caso la acreditación de la Agencia del Medicamento está en trámite.
Alonso no es capaz de precisar la inversión que han hecho. Sí apunta que ha habido que comprar maquinaria, adaptar el circuito de producción. La nave principal de la empresa ha quedado sólo para esta fabricación, que ya supone el 88%, mientras que los uniformes se ha trasladado a otro sitio de sus instalaciones.
Antes de arrancar, unidades del Ejército han desinfectado el taller, un trabajo que se está repitiendo cada quince días, además de los protocolos que ha tenido que incorporar la empresa y que se repiten a diario. Media hora antes de arrancar su turno, por ejemplo, la plantilla tiene que iniciar las tareas de desinfección personal y lo mismo a la hora de finalizar su jornada y abandonar la empresa.
El personal que se está contratando es de Lantejuela y de la comarca, con cierta cualificación en costura. También se ha tenido que reforzar la plantilla destinada al control de calidad del producto.
Preguntando por la producción, el empresario señala que han logrado que cada persona en máquina pueda fabricar una de esas mascarillas quirúrgicas IIR en unos 70 segundos, a pesar de la indumentaria que tienen que llevar y que complica el manejo: escafandra, mascarilla, guantes, bata...
Juan Alonso no se muestra especialmente preocupado porque, cuando todo esto pase, la sanidad nacional vuelva a dejar de lado a los productores del país para comprar en el mercado internacional este tipo de productos.
Pero sí defiende que en determinadas cosas "hay que combinar la importación y la producción propia" y recuerda que por el dinero que se lleva un intermediario en una gran compra internacional de material sensible, como estos elementos, se pueden generar seis meses de empleo en España. "Sobre todo, cuando no sabes cómo se ha fabricado en ese otro país", añade. Pero entiende que el mercado debe marcar la forma de hacer las cosas.
También se muestra optimista sobre cómo será la reacción de la economía tras esta crisis motivada por el parón del estado de alarma. "No hay que ser catastrofistas", señala y recuerda que su sector es el textil, en "crisis permanente".
"En 2008 salimos adelante y ahora hay que pensar que también vamos a hacerlo".
Es un buen indicativo de lo que puede ocurrir que, en su línea tradicional de negocio -esos uniformes laborales que fabrican para el Grupo Iturri, El Corte Inglés y otros grandes distribuidores- ya han recibido también nuevos encargos, que le obligarán a aumentar esa producción.
"Somos complementarios a China", porque "respondemos a pedidos muy técnicos, con plazos de entrega cortos y reposiciones de prendas de forma muy rápida, en 20 días...". Unos "servicios de cercanía" que no se dan desde fuera y una capacidad de adaptarse al mercado y a sus cambios que han permitido a esta empresa sobrevivir y ser esencial ahora, cuando más falta hacía.
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