Los empleos en el sector naval se reducen en un dígito: de 1.000 pasan a 100
La falta de actividad desde 2009 deja en el mínimo el número de trabajadores
Celebran una asamblea diaria, y tienen claro que van a luchar hasta el final. "Actuaremos del único modo que sabemos: manteniendo nuestro problema a nivel social, a través de la negociación con presión; no nos resignamos a que nos cierren los astilleros", se afirma desde el comité de empresa. Ayer, un centenar de trabajadores de la matriz y de la industria auxiliar se manifestaron para clamar por la salvación de la factoría ante el Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz. Los empleados llevan también una semana encerrados en la fábrica.
Lo cierto es que, en lo laboral, Astilleros ha ido menguando de forma significativa en los últimos años. A fecha de octubre de 2009, tenía en plantilla a 230 personas, y la industria auxiliar a 420. Hoy, los que trabajan en la tractora son 86, pero de forma inminente serán 60, ya que 26 de ellos, procedentes de la antigua IZAR, han recibido la carta de despidos. Según el acuerdo suscrito en su día con la extinta compañía pública, estos serán indemnizados o reintegrados en Navantia -los astilleros militares, de carácter público-. Sucedió lo mismo con 69 trabajadores el pasado mes de enero, que fueron prejubilados y con otros 84 en junio, que fueron desplazados a Navantia. Y todo en el marco del concurso de acreedores en el que ahora mismo está inmerso la empresa. Mucho más silenciosa, pero quizás de mayor calado, ha sido la evolución del empleo en la industria auxiliar, ahora prácticamente muerta: sólo 14 empleados en un sector en el que han llegado a trabajar hasta 25 empresas. Como señala Carlos Jacinto, gerente de la Federación de Empresarios del Metal (Fedeme), por cada empleo creado por Astilleros las auxiliares generan cuatro o cinco. En los picos de producción han llegado a trabajar hasta 1.200 personas en los buques contratados en los últimos años, los que finalmente han sido cancelados.
En la propia Astilleros, las 60 personas que aún quedan son en gran parte jóvenes que han sido formados por los mayores y que, en muchos casos, carecen de experiencia en la construcción de barcos. Ahora se encuentran con que aquello en lo que se han especializado tiene un futuro muy difícil en Sevilla. Y desde el comité de empresa se afirma que acumulan hasta 4.500 currículos que ahora no van a tener salida, al menos en el sector naval. Los trabajadores inciden en que el problema no es que se pierdan cien puestos de trabajo, sino que "se les está negando a mil la posibilidad de entrar".
Carlos Jacinto afirma que la dificultad financiera y los escasos márgenes hacen poco atractiva una industria como Astilleros desde el punto de vista de la rentabilidad privada. Sí tiene un enorme potencial de empleo y por eso, añade, es imprescindible el apoyo público, como sucede en setores como el aeronáutico. Cree que la solución más sencilla hubiera sido una inyección pública por lo menos hasta terminar los trabajos pendientes. La Junta tiene otra opinión: el sector público no puede asumir riesgos empresariales, sobre todo si no hay proyecto de futuro.
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