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La pesadilla de una embarazada con listeriosis: cuatro horas de vómitos en una ambulancia sin aire acondicionado
Salud
Le diagnosticaron el contagio en Almería, de donde fue trasladada ayer al Virgen del Rocío
Comió carne mechada infectada el 12 de agosto en Sevilla, tres días antes de decretarse la alerta sanitaria
Cuatro horas y media en una ambulancia, sin aire acondicionado, embarazada y con contagio de listeriosis. Todos los factores se unieron en el trayecto que tuvo que hacer Carmen Bautista desde Almería al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde ingresó este miércoles. Un "infierno" que sufrió ella y la enfermera que la acompañaba.
Esta sevillana de 28 años y con 15 semanas de gestación reposa ahora en el Hospital Maternal. Recuerda lo padecido como uno de los peores días de su vida. Una auténtica odisea que deja en evidencia las carencias que aún tiene el sistema sanitario público andaluz.
Carmen estaba disfrutando de un fin de semana de vacaciones en Roquetas de Mar (Almería) cuando comenzó a sentir los síntomas propios de la listeriosis. Había comido un trozo de bocadillo de carne mechada infectada el 12 de agosto -tres días antes de que se decretase la alerta sanitaria- en un establecimiento de Sevilla. Se lo compró a su hijo, de cinco años, que sólo había probado una parte.
Al día siguiente de la ingesta comenzó a sentir "destemplanza". "Lo achaqué al embarazo", refiere esta joven. Su hijo sufría vómitos, diarrea y fiebre alta. Más preocupada por él que por ella, lo llevó a un centro de salud, donde le recetaron azitromicina, un antibiótico que ataca las bacterias. En ningún momento los médicos que lo analizaron le diagnosticaron listeriosis. El medicamento estaba indicado para bajar la fiebre, pero con toda probabilidad eliminó o redujo el contagio, ya que días después dio negativo en las pruebas.
Las primeras pruebas dieron negativo
Cuando se decretó la crisis alimentaria por la carne mechada contaminada, Carmen fue de inmediato al hospital. Allí le hicieron un cultivo y dio negativo. Con este resultado, y descartada toda probabilidad de contagio, se dispuso a continuar con el plan de vacaciones previsto. Por tal motivo, se fue el fin de semana pasado a Roquetas de Mar. Todo iba bien allí hasta que el domingo comenzó a sentirse indispuesta.
"Al principio creí que era por haberme dado el sol, pero al comprobar que el lunes seguía igual, me acerqué al centro de salud, donde de inmediato me trasladaron al Hospital de El Ejido", recuerda esta joven. Allí, al ver el expediente que tenía y su estado de embarazo, le hicieron rápidamente las pruebas de listeria, que esta vez dieron positivo. El personal sanitario la tranquilizó y le aconsejó su traslado a Sevilla.
El infierno realmente comenzó entonces. Eran las 13:20 del pasado miércoles cuando la introdujeron en una ambulancia. La acompañaba un conductor y una enfermera que estaba a su lado. Al poco de salir -en aquel momento la temperatura por la cercanía del mar era "agradable"- se percataron de que la carga del aire acondicionado del vehículo se había acabado. Tampoco tenía ventanas. El termómetro empezó a subir conforme avanzaba el trayecto. El calor se hacía insoportable. La primera en sufrir el sofoco fue la enfermera. Empezó a vomitar, lo que obligó a parar la ambulancia en una venta de carretera.
Un auténtico "horno"
Allí tanto Carmen como la profesional que la acompañaba se "refrescaron". Un alivio que duró poco. Cuando reemprendieron la marcha el calor volvió a hacer acto de presencia. Aquel vehículo era un "horno". "Las dos comenzamos a vomitar en bolsas. Yo temía que si me ponía mala no me pudiera asistir nadie, ya que el conductor iba al volante", recuerda esta sevillana.
Una tortura que duró cuatro horas y medias. "Para colmo, al llegar al Virgen del Rocío, no había una indicación certera de dónde teníamos que entrar. Dimos un rodeo, pues al principio nos metieron en las Urgencias de Traumatología", refiere Carmen, quien por fin logró que un médico del hospital la viera y la subieran a planta. Había entrado exhausta, sofocada y con continuas náuseas. A la enfermera que la acompañaba también la tuvieron que atender.
Carmen descansa ahora en la planta que han habilitado para las embarazadas con listeriosis, un grupo de elevado riesgo. Su familia ya ha puesto una hoja de reclamación por el mal servicio prestado y estudia presentar una denuncia en los tribunales.
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