Emasesa gasta 5 millones al año en retirar las toallitas que tiramos al váter en lugar de a la basura
La empresa metropolitana de aguas recoge cada año de depuradoras y cauces 755 toneladas de toallitas que equivalen a 400 camiones
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El simple gesto de tirar las toallitas húmedas al váter, en lugar de al cubo de la basura, tiene consecuencias ambientales desastrosas para las ciudades por las fibras plásticas de las que están hechas, que tardan hasta 100 años en degradarse. Sevilla comparte este mismo problema. Lo hemos comprobado este martes en una visita a la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de San Jerónimo, que da servicio a la zona norte mientras llega su cierre definitivo (y el de la de Tablada), no antes de finales de 2026, para centralizar los residuos en el complejo ambiental de El Copero.
Cuatro contenedores con 7.000 kilos de toallitas cada uno se llenan cada semana en la depuradora de San Jerónimo. Las cifras apabullan.
En datos generales, Emasesa, que da servicio a 12 municipios, retira cada año de cauces y depuradoras 755 toneladas de toallitas que equivalen a 400 camiones. Esto le supone un gasto anual cercano a los 5 millones de euros en personal, consumo energético y pago a gestores ambientales para deshacerse de estos residuos urbanos, según explicaron varios responsables de Emasesa: Francisco José Juan (director de Sostenibilidad e Innovación), Enrique Baquerizo (jefe de División de Producción), Enrique Toro (Jefe de Aguas Residuales), Miguel Ángel Doval (responsable Inspección Vertidos Industriales) y Francisco Javier Martínez (responsable EDAR San Jerónimo-Mairena).
Los efectos negativos de este simple gesto se traducen en un atasco generalizado de las tuberías comunitarias y de los colectores que conducen las aguas fecales a las depuradoras de aguas residuales. El estancamiento del agua al tropezar con las toallitas no solo provoca malos olores y problemas de salubridad, sino que puede generar graves inundaciones por el bloqueo de las depuradoras e incluso cortes de luz y de telefonía al ser arrastrados los cables por masas de toallitas.
Francisco José Juan, director de Sostenibilidad e Innovación de Emasesa, pide que los fabricantes eliminen de los envases los mensajes que aluden a que las toallitas pueden tirarse al inodoro y que se sustituyan por la indicación de que estos residuos se tiren a la basura. Y lamenta que la legislación medioambiental siempre va un poco por detrás, en este sentido.
"Son muchísimas toallitas al año las que se tiran por el váter, en lugar de al cubo de basura. Del orden de 700 toneladas al año, equivalente a un bloque de viviendas de 10 alturas. Este simple gesto provoca muchos gastos: 5 millones de euros al año para que no colapsen las depuradoras. Tenemos que luchar para cambiar los hábitos de la ciudadanía. Si que queremos vivir mejor, tenemos que colaborar tirando las toallitas a la basura", reclama el director de Sostenibilidad e Innovación de Emasesa.
El impacto medioambiental por la acumulación de toallitas empeora cuando hay una lluvia torrencial. Ante tales avenidas, la cifra de toallitas se multiplica por dos porque las depuradoras no tienen capacidad para tratar esa cantidad de agua, que se desborda y las toallitas acaban en los cauces. Esos días, en San Jerónimo se llenan de 7 a 10 contenedores de toallitas en un solo día, en lugar de cuatro contenedores por semana.
Respecto a las soluciones, el experto cree que se pueden aplicar medidas disuasorias para que las personas no arrojen las toallitas por el inodoro, y recuerda que con una tasa se ha reducido el uso de las bolsas de plástico en los supermercados. Al ser una empresa metropolitana que da servicio a 12 municipios, tendrían que aprobar ordenanzas para minimizar este problema los 12 ayuntamientos.
"Aunque tengamos programas de limpieza en los colectores y en los cauces, siempre van a quedar toallitas en el medio natural, y contra eso tenemos que luchar. Tenemos proyectos de innovación para mejorar ese tipo de tratamiento (Creando y , pero es una lucha constante. Hay que empezar por prevenir antes que curar, que es lo que decían nuestras abuelas. Igual que se pide a la ciudadanía que recicle y, de hecho, todos tiramos los residuos plásticos en el contenedor amarillo, que sepamos que las toallitas no podemos tirarla al váter. Este tipo de mensajes deberían ir claramente en las bolsas de toallitas", señala Francisco José Juan.
El directivo reitera que solo es necesario que los ciudadanos sepan que determinados comportamientos son absolutamente inadecuados para nosotros mismos, para nuestra salud y nuestro bienestar.
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