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Los efectos de la 'protección rebaño'

Expertos en pediatría y vacunación inciden en que los movimientos antivacuna carecen de evidencia científica y avisan que pueden provocar la reaparición de enfermedades erradicadas

Noelia Márquez

06 de junio 2015 - 05:03

El caso del niño de Olot, que se encuentra muy grave por sufrir difteria, una enfermedad de la que no se conocían casos en España desde hace casi 30 años, ha reabierto la polémica en torno a los denominados grupos antivacuna. Las sociedades científicas como la Asociación Española de Pediatría o la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria recuerdan que los argumentos de los movimientos antivacuna carecen de evidencia científica. Al negarse a vacunar a sus hijos generan una situación de riesgo ya que su proliferación puede romper la denominada protección rebaño, que evita la reaparición de enfermedades infecciosas erradicadas o en vías de erradicación, como son la difteria, el tétanos o la rubeola congénita. El doctor Cristóbal Coronel, pediatra y vocal de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria, recuerda que "las dos medidas más eficaces en salud pública en la historia de la humanidad que más ha evitado muertes y enfermedades han sido la potabilización del agua y la vacunación".

Los movimientos antivacuna se han beneficiado hasta ahora de la protección rebaño pero en el caso de que las familias que se niegan a vacunar a sus hijos aumenten de manera considerable este efecto quedaría roto. "La protección rebaño se produce cuando niños que no están vacunados, aunque no estén protegidos (inmunizados) contra un agente infeccioso, como las personas que lo rodean sí lo están no hay posibilidad de que se les contagie", añade el doctor Coronel.

En cuanto a la presencia de estos movimientos antivacuna, "no hay estadísticas en Sevilla ni en nuestra comunidad autónoma de este colectivo, no hay cifras; pero sí son conocidas que nuestra cobertura vacunal del calendario oficial es de las más amplias, que supera entre el 95%-97% de la población en Sevilla", incide el especialista. En el ámbito estatal, las coberturas de vacunación superan el 90% y aunque son muy amplias, en general, en determinadas comunidades autónomas la protección de enfermedades infecciosas previstas en el calendario oficial se queda en el 88%, como es el caso de Cataluña. Además en las series anuales publicadas por el Ministerio de Sanidad se aprecia una tendencia a la baja en las coberturas de vacunación si bien se trata de diferencias muy reducidas de apenas unos puntos porcentuales en la última década.

"Se ha detectado precisamente en Cataluña una mayor presencia de los movimientos antivacuna", explica el doctor David Moreno, coordinador del Comité de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, quien incide en que si bien los efectos secundarios de las vacunas no son del 0%, sí son prácticamente inexistentes. "Las vacunas, como cualquier otro medicamento, pueden tener efectos secundarios pero son pocos y suelen ser leves. Pese a ello, los movimientos antivacunas sostienen argumentos basados en el miedo a los efectos adversos de casos muy contados", añade. El doctor Moreno insiste en que estos argumentos que rechazan la vacunación carecen de rigor científico, mientras que en "todos los estudios realizados a nivel mundial se constata científicamente los beneficios de la vacunación para prevenir enfermedades".

A los movimientos antivacuna se suman además colectivos que no tienen acceso a la inmunización como es la de una población inmigrante importante con menores tasas de vacunación que los autóctonos y que además pueden traer enfermedades importadas de su país de origen donde son más prevalentes. Estos casos "suponen que el grado de protección descienda y disminuya el alto nivel de protección existente de las enfermedades vacunables", añade el doctor Coronel. Ante esta realidad, la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria "seguirá siendo el adalid a la hora de recomendar y defender un derecho que es del menor, aunque lo ostenten sus padres y que creemos que es fundamental como es la vacunación. Debemos recomendar a los padres que consulten con su pediatra, que le asesorará de forma conveniente", asevera.

El doctor Rafael Jiménez Alés, vicepresidente de la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Andalucía, explica que "el riesgo de tener grupos de personas sin vacunar es que además del riesgo que corren individualmente, hacen correr mayores riesgos a los demás, al convertirse en reservorios o transmisores de enfermedades que pueden alcanzar a personas que se vacunaron en su día pero en los que la vacuna no ha funcionado. Esto suele suceder en un 5% de la población aproximadamente. Cuando una de cada 20 personas está sin vacunar el riesgo de que se contagien o transmitan la enfermedad es relativamente bajo.

El problema es que si a este 5% que siempre existirá como consecuencia de los llamados fallos vacunales primarios se les añade otro porcentaje de personas no vacunadas, por voluntad propia (en el caso de los niños por voluntad de sus padres), nos podemos encontrar que llegamos a una cifra crítica en torno al 10% de no vacunados o susceptibles de enfermar y transmitir la enfermedad". Esta cifra posibilita la aparición de brotes que afectarán a los que no se vacunaron voluntariamente, pero también a esas otras personas, como inmunodeprimidos o enfermos crónicos.

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