La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
El incendio de este jueves en Valencia tuvo un precedente parecido en Sevilla, en el edificio Residencial Oriente, que salió ardiendo el 24 de noviembre de 1998. La chispa de una soldadura provocó uno de los fuegos de mayor magnitud de la historia reciente de la ciudad, en el que murió un anciano tetrapléjico y nueve personas resultaron heridas. Una de ellas fue un agente de la Policía Nacional al que le quedaron secuelas respiratorias y más de 30 familias se vieron afectadas por los daños materiales.
El soldador considerado responsable del fuego comenzó a ejecutar la reparación de las estructuras metálicas utilizadas como soporte de las placas externas que cubrían las terrazas de la primera planta del edificio, ubicado en la avenida de Kansas City, ya que había peligro de desprendimiento. Sin embargo, no adoptó "la más mínima precaución", según recogería luego el escrito del fiscal que lo acusaba después de un delito de homicidio imprudente y varios más de lesiones.
En la terraza en la que trabaja el obrero, había almacenado material de fácil combustión. Cubos y bolsas de plástico, papeles, una bombona de butano, ropa tendida, el toldo y la cortina prendieron con facilidad. Además, el material del cerramiento de las terrazas también era fácilmente inflamable, pues estaba compuesto por placas de resina de poliéster onduladas. Esto hizo que el fuego se propagara rápidamente por todo el edificio.
La hora del siniestro fue las 13:25. El hecho de que los niños del bloque estuvieran a esa hora en los colegios y guarderías facilitó la evacuación del bloque, que fue muy rápida. Un discapacitado pudo ser rescatado pero otro murió atrapado por las llamas. El incendio afectó a 22 pisos del edificio Oriente, aunque todos tuvieron que ser desalojados. Tres de las viviendas fueron declaradas en siniestro total.
El caso se resolvió años después en los tribunales con un acuerdo entre las partes y el fiscal, que pactaron una pena de dos años de prisión por un delito de incendio, otro de homicidio por imprudencia y otro de lesiones por imprudencia para el trabajador que provocó el fuego, si bien no tuvo que entrar en la cárcel porque no tenía antecedentes penales.
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