La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Urbanismo
Un informe interesadamenteoculto. O tal vez ignorado. La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento dispone desde hace seis años de un minucioso estudio sobre el estado de conservación del edificio de la antigua comisaría de la Gavidia, una investigación que recomienda la aplicación de inyecciones de hormigón o cemento para reforzar los cimientos, pero que no establecía conclusiones alarmantes ni vaticinaba grandes riesgos para su conservación a corto plazo. Alfredo Sánchez Monteseirín encargó este estudio de reconomiento en su última etapa como alcalde para conocer con exactitud qué medidas correctoras hacían falta aplicar en el edificio con vistas a su puesta a punto para acoger oficinas municipales o un gran almacén comercial. La Gerencia encargó a la empresa Vorsevi el estudio detallado. Se trata de un tomo grueso que tiene un vasto anexo con todos los planos por planta donde figuran con detalle las investigaciones realizadas. Ni Juan Ignacio Zoido (PP), ni el acual alcalde, Juan Espadas (PSOE), han hecho nunca alusión a este estudio, que no recogía entonces ningún aviso de alarma sobre el mantenimiento del edificio, ni tampoco ninguna advertencia sobre riesgos inminentes. Zoido fracasó al igual que Monseseirín en el intento de dotar de usos al edificio. Y Espadas ha aludido esta semana a la necesidad de encargar un informe sobre el estado de conservación. Incluso plantea la necesidad de proceder a su derribo si un informe técnico así lo dictamina.
Vorsevi estudió el estado de mantenimiento de la estructura del edificio y su cimentación. El objetivo era valorar la estabilidad de la edificación: la seguridad. Los técnicos efectuaron los siguientes trabajos: inspección global del edificio para definir las anomalías presentes, estudio de la geometría, apertura de catas en vigas, pilares y forjados, pruebas de carga en los forjados, apertura de calicatas para el dimensionado de la cimentación y del estudio del terreno subyacente, estudio geotécnico del terreno (dos sondeos a 30 metros y diversos ensayos de penetración), dimensionado de los perfiles de la estructura metálica, comprobación de la capacidad de carga de las estructuras y reportaje fotográfico de las patologías.
En la descripción de las patologías, en ningún caso se hacen afirmaciones alarmantes o que requieran de soluciones de coste muy elevado. Es más, los técnicos hablan de "anomalías". Entre ellas, enumeran diversos daños relacionados con la entrada de agua de lluvia filtrada por los huecos producidos en la fachadas y en los forjados. Estos daños consisten en lagunas en el suelo y humedades en muros y tabiques. Los perfiles de acero, tan característicos del edificio, "no presentan daños significativos", más allá de las oxidaciones propias del contacto con el agua. Los técnicos repasan las "abundantes" fisuras encontradas, de las que recomiendan hacer un seguimiento, pues vaticinan que lo mismo pueden "seguir vivas o morir" con el paso del tiempo. Apuntan a que es probable que algunas puedan deberse a "deformaciones del forjado o de elementos metálicos", pero sin referir ningún riesgo serio en la conservación del edificio.
Uno de los apartados más interesantes de este profundo estudio del edificio son las pruebas de carga que se efectuaron hace sólo seis años. La comprobación de la fortaleza del edificio se hizo aplicando sobrecargas de 400 kilos por metro cuadrado, más 80 kilos más en los tabiques. Con posteriordad hubo que retirar este suplemento de 80 kilos "debido al agotamiento de algunos perfiles por tensión". El informe deja constancia de que estas comprobaciones se efectuaron en una serie de vigas y pórticos "representativo de la estructura en planta tipo". De todas estas comprobaciones, el estudio concluye que la estructura del edificio es resistente hasta los 300 kilos por metro cuadrado, excepto los pilares de la planta primera que se deberían reforzar. Y advierte: "En los casos donde la sobrecarga prevista para el nuevo uso sea superior a 300 kilos por metro cuadrado, se deberá comprobar dicha zona para ver la necesidad de refuerzo". Los técnicos firmantes (Mercedes Aguilar y José Manuel García) prescriben la necesidad de aplicar "una mejora del terreno infrayacente a la cimentación" mediante inyecciones de hormigón o microcemento en los primeros nueve o diez metros por debajo de dicha cimentación con el objetivo de mejorar las características mecánicas del suelo y disminuir su permeabilidad. Mientras tanto, no se deben aplicar cargas por encima de los 300 kilos.
El uso comercial obligaría a los refuerzos
La sobrecarga de uso debe limitarse a 300 kilos por metro cuadrado en el edificio de la antifua comisaría de la Gavidia. Así se lo dijeron los técnicos al alcalde Monteseirín en 2009. Con este margen técnico, la seguridad del edificio está garantizada para su uso como oficinas, pero no lo está en el caso de que se pretenda utilizar como galerías comerciales, objetivo por el que apostaron el alcalde socialista y su sucesor, Juan Ignacio Zoido (PP). En tal supuesto sería obligatorio realizar refuerzos en vigas y pilares. Estas soluciones no serían excesivamente complejas, a juicio de los técnicos hace ahora seis años, y consistirían en la introducción de más hierro y acero, que son los principales materiales constructivos del inmueble. Por este motivo, los técnicos dejan claro que en el caso de que el edificio se destine a galerías comerciales se debe apostar necesariamente por una "mejora del terreno infrayacente a la cimentación" mediante un tratamiento del suelo a base de inyecciones de hormigón o microcemento en un primer nivel: "Esta solución es económicamente más competitiva respecto al recalce de la totalidad de la cimentación". El objetivo fundamental de esta acción sería mejorar las características mecánicas del suelo y disminuir la permeabilidad del mismo.
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