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El dueño de Magtel compra el Palacio de la Motilla para su uso como hotel

Patrimonio Histórico

Sorpresa en algunos miembros de la familia del marqués, que abogan por abortar una operación valorada en 14 millones de euros

El Palacio de la Motilla en su fachada hacia la calle Laraña / José Ángel García

Sevilla/Sorpresa en el mercado inmobiliario y entre la nobleza sevillana. El empresario Mario López Magdaleno ha dado el primer e importante paso para hacerse con la propiedad del Palacio de la Motilla, el histórico inmueble con fachadas hacia las calles Cuna y Laraña. López Magdaleno, que cuenta con sociedades de ingeniería y tecnológicas como Magtel, Explotaciones Mineras del Andévalo o Tharsis Mining, ha desembolsado ya unas arras por valor de 3,5 millones antes de elevar a escritura pública la compra del histórico edificio por un total de 14 millones de euros.

López Magdaleno se ha dirigido ya formalmente al Ayuntamiento de Sevilla para obtener toda la información sobre el margen de intervención urbanística de cara la obra de adaptación del inmueble destinado a la explotación del edificio como hotel sin descartar una parte del edificio para uso residencial privado. El uso de la finca es residencial, según la ficha del catastro.

Algunos parientes del vendedor, Miguel Solís Martínez-Campos, marqués de la Motilla y marqués de Valencina, se han opuesto a la operación y querrían abortarla a toda costa. La marcha atrás supondría el pago de unos siete millones de euros en compensación al comprador, de acuerdo con la legislación vigente y según siempre fuentes vinculadas a las partes. El marqués tenía el cien por cien de la propiedad y, por lo tanto, gozaba de la libre disposición del bien para su enajenación, pero la oposición en el seno de la familia se ha producido. Y no sólo entre algunos de sus parientes, sino entre destacados miembros de la aristocracia sevillana y andaluza que ven con pesar que esta casa palacio se convierta en un establecimiento hotelero. El palacio se asienta sobre una superficie de 1.961 metros cuadrados. Tiene una superficie construida de 4.629 metros cuadrados. El valor catastral es de 2.725.984 euros.

Mario López Magdaleno y el marqués de la Motilla y de Valencina / M. G.

Los apellidos del comprador, López Magdaleno, ha sido actualidad con frecuencia con motivo del conocido caso de la mina de Aznalcóllar, abierto en los juzgados desde 2015. La Fiscalía ha reclamado recientemente la absolución de los dieciséis procesados, entre los que se encuentran todos los funcionarios y técnicos que formaron parte de dos organismos clave en el proceso administrativo: la mesa de contratación y la comisión técnica. El escrito de conclusiones de la Fiscalía no deja lugar a ninguna duda a la hora de descartar que no beneficiaron a Magtel para la adjudicación de la explotación de la mina de Aznalcóllar. El escrito presentado en el juzgado de Instrucción número 3 de Sevilla por la fiscal Ascensión Ocaña el 21 de octubre de 2021 ratifica la petición de absolución que se realizó en otro escrito presentado ante la instructora el 21 de septiembre. Son ya al menos siete ocasiones en las que la Fiscalía ha dicho por escrito que no hay ningún caso Aznalcóllar. En primer lugar, no hay constancia de que los miembros de la mesa de contratación y de la comisión técnica “se concertaran para adjudicar el concurso arbitrariamente a Minorbis y con ello favorecer” a los empresarios de Magtel, los hermanos Isidro y Mario López Magdaleno.

La apuesta del entonces marqués de la Motilla por el arquitecto italiano Gino Coppedé a principios del siglo XX dio a la confluencia de las calles Laraña y Cuna un nuevo aspecto que, con el paso de los años se ha convertido en todo un hito de estilo florentino. Coppedé diseñó un edificio inspirado en el gótico y el renacimiento florentino de cuya ejecución se encargó Vicente Traver. El interior del palacio es muy poco conocido por los sevillanos. La serie La Peste dio la oportunidad de conocer un poco mejor el edificio ya que en sus interiores se recreó la vivienda de Zúñiga. Al igual que ocurre con Allí abajo (rodada en el Palacio de Monsalves) o Juego de Tronos (Reales Atarazanas) la ficción televisiva ha sido la única manera de conocer un patrimonio al que normalmente no se tiene acceso.

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