El drama de Dolores López, la sevillana de 86 años que tiene que irse de su casa
Una sociedad ha comprado el piso en el que reside desde hace once años, que tiene que abandonar el día 15 de noviembre
Ahora se enfrenta a la difícil misión de encontrar una vivienda con una pensión de menos de 800 euros y un hijo desempleado a su cargo
Las calles del centro de Sevilla tomadas por el turismo
María Dolores López, de 86 años, teme que llegue el 15 de noviembre. Ese día expira el plazo para abandonar su casa, el Bajo Izquierda del número 91 de la calle Teodosio, en el centro de Sevilla. Tiene que irse, pero no sabe adónde. No encuentra nada asumible para la pensión de viudedad que cobra y que es el único ingreso que tiene. Son menos de 800 euros con los que también mantiene a su hijo Manuel, de 58 años, parado de larga duración. Madre e hijo han acudido a Emvisesa, pero no han obtenido respuesta. Encontrar un piso en el centro, o no muy lejos de él, por un precio que puedan permitirse es, a día de hoy, una misión imposible.
Esta mujer de avanzada edad vive desde hace once años en Teodosio, después de hacerlo durante más de medio siglo en la cercana calle Guadalquivir. Es ahí, en la collación de San Lorenzo, donde tiene su vida. Trabajó durante años como bordadora y ahora se vuelca en su hermandad, la Pastora de San Antonio. Acude periódicamente a Cáritas de la parroquia de San Lorenzo. Allí la ayudan con vales de comida y también le han prestado asesoramiento legal, pero nada puede hacerse desde el punto de vista jurídico.
Los propietarios del piso lo han vendido a una sociedad que ha adquirido el bloque entero y otro colindante. No les han dicho con qué intenciones, pero no es descabellado pensar que sea con el plan de derribarlo para levantar una nueva promoción de viviendas, apartamentos turísticos o un hotel, vista la evolución que ha tomado el centro de Sevilla en los últimos años. "Quiero que quede claro que esto no va contra los propietarios ni contra la empresa, ni tampoco contra los vecinos que también se irán, sólo queremos denunciar la imposibilidad de encontrar una vivienda a un precio asequible en Sevilla", dice Manuel Jacinto Bueno, el hijo de Dolores.
Todo es legal. La familia ha percibido ya parte de los 8.000 euros que la sociedad les ha adelantado a cambio de dejar la vivienda en la que residen desde hace once años, por la que pagaban algo más de 200 euros. Es un piso de tamaño muy reducido, de unos 25 ó 30 metros cuadrados con un modestísimo salón con una cocina incrustada y una habitación que comparten madre e hijo. También les han perdonado el alquiler desde enero hasta noviembre. La alternativa era terminar saliendo sin cobrar nada, "irnos con una mano delante y otra detrás". Pero ahora se encuentran con el problema de la búsqueda de un piso para una señora de 86 años con escasos ingresos y con un hijo a su cargo.
"Yo me voy donde sea, pero mi madre tiene 86 años", dice Manuel, algo que molesta especialmente a su madre. "Donde yo vaya será con él, no para de decirme que se irá debajo de puente. O que se irá con su hermano, que murió hace unos años. Eso a mí me duele mucho", apunta Dolores. "A mí no me importa irme del centro, a un piso que esté algo más lejos, pero es que está todo imposible".
"Con la edad que tiene mi madre, si la saco de aquí de su barrrio y de su entorno, yo temo lo peor. Es cargársela. Yo he nacido aquí en la calle Guadalquivir, he sacado el palio del Buen Fin con Alberto Gallardo, y mi madre está en su hermandad, la de la Pastora, esa es su vida", insiste el hijo, que tiene pasado legionario y también trabajó muchos años de panadero y de vigilante de seguridad. Uno de sus últimos trabajos fue en el Museo Militar de la Plaza de España. Pero hace tiempo que no cobra el paro y también le han denegado una ayuda para los desempleados mayores de 52 años. El motivo es que vive con su madre, a cuya casa se tuvo que ir tras un divorcio que puso fin a un matrimonio traumático con una mujer que padecía una enfermedad mental.
La familia ya se tuvo que ir de la calle Guadalquivir por unos motivos parecidos. En enero les llegó una carta diciendo que tenían que irse. Ya les pareció raro que no vinieran a cobrar en diciembre. "Mi madre tenía el dinero preparado, ¿eh? Que para ella eso es lo primero", insiste Manuel. La familia no ha dejado de pagar nunca, ninguna mensualidad.
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