La dolorosa agonía de San Leandro
Patrimonio Un Bien de Interés Cultural al borde de la ruina
El convento necesita una intervención urgente en su fachada para evitar desprendimientos y derrumbes · Las monjas han tenido que gastar 15.000 euros en reparar un techo que se cayó por las últimas lluvias
Una situación que se agrava. El Convento de San Leandro atraviesa por una trance crítico que pone en grave riesgo su supervivencia, al menos la de algunos elementos. Las últimas lluvias de la primavera han provocado la caída de la techumbre de una antigua celda que linda con los muros de la iglesia. El hecho ha ocasionado graves filtraciones de agua en los tabiques, que aún son visibles en alguna de las capillas laterales, y que ponen en grave riesgo la estabilidad de los testeros. Para su reparación urgente las monjas han tenido que hacer uso de los 15.000 euros que habían conseguido reunir en los últimos seis meses gracias a donaciones anónimas, y que iban a ser destinados a otras zonas del convento, cuya reparación no se puede demorar por más tiempo.
Las obras más urgentes que hay que acometer se centran en la fachada, que presenta zonas protegidas por redes para evitar que los desprendimientos lleguen a la calle, y el interior de la iglesia, sobre todo en la cúpula, que tiene grietas de considerables dimensiones por las que cabe una mano. "Sobre todo urge por motivos de seguridad. Existe un verdadero riesgo para las personas tanto dentro como fuera de la iglesia", asegura Salvador Guijo, administrador y colaborador de las religiosas agustinas que regentan el cenobio.
La mansarda que da a la plaza de San Leandro también presenta unas grietas de considerables dimensiones que hacen temer por su caída hacia la calle. "El problema es que si se derrumba una zona interior del monasterio los riesgos no son mayores, el caso es que hablamos de zonas importantes de la iglesia que, aunque todo el conjunto está declarado Bien de Interés Cultural, es el principal reclamo que tiene el convento y que cuenta con obras importes de Duque Cornejo, Martínez Montañés, o los hermanos Felipe y Dionisio de Ribas", añade Guijo. El presupuesto necesario que manejan en el convento para acometer estas restauraciones urgentes es de 160.000 euros.
Las últimas obras que se llevaron a cabo en el conjunto por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento datan de los años noventa y quedaron inconclusas: "Al tirar un techo raso de escayola de una de las celdas se encontraron el antiguo artesonado de madera. Así que se gastaron todo el presupuesto en recuperar el artesonado y dejaron todo lo demás a medio hacer". Estas estancias del edificio aún se pueden contemplar con aparejos de la obra por terminar y con numerosos escombros. En la misma situación se encuentra toda la bóveda de madera que cubre el techo de la iglesia.
El convento de San Leandro es uno de los de mayor extensión de la ciudad. Ocupa una superficie de 5 kilómetros cuadrados y las monjas a duras penas consiguen mantenerlo: "Son muchos los gastos que tienen que afrontar. Con la venta de yemas se consigue mantener los gastos propios diarios del edificio y las religiosas, pero es imposible hacer frente a los gastos de restauración de un edificio de estas características".
El convento también ha sufrido en los últimos años el descenso de las vocaciones, aunque actualmente son 23 las monjas que acoge, de las que 4 son españolas y 19 africanas. "Gracias a Dios la ocupación ahora es muy buena. El problema es que en estos últimos años han fallecido hasta 10 monjas españolas que tenían derecho a una paga por haber trabajado toda su vida en el obrador. Con ese dinero se podían hacer muchas cosas que ahora no", revela Salvador Guijo.
Con la mirada puesta ya en el próximo invierno y las temidas lluvias, el convento de San Leandro, una joya para la ciudad con gran potencial turístico, seguirá a la espera de encontrar fondos que consigan reparar su elevado deterioro.
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