Distintas formas de vivir con el corazón en una 'mochila'
Los dispositivos de asistencia ventricular se han convertido en una opción de éxito en el Hospital Virgen del Rocío para garantizar la supervivencia y mejorar la calidad de vida en personas con insuficiencia cardíaca no candidatas a trasplante o a la espera de un nuevo órgano
Cardiología: un área con más de 20.000 pacientes anuales

Manuel Flores se cansaba muchísimo, se ahogaba sólo con caminar y sentía un enorme malestar general. Las pruebas médicas determinaron que su corazón estaba muy deteriorado. Se le diagnosticó una insuficiencia cardíaca avanzada. Se indicó un trasplante cardíaco, pero unas presiones pulmonares muy elevadas con imposibilidad de reversión con el tratamiento farmacológico prescrito durante meses así como signos de fragilidad contraindicaban el mismo. Hoy en día, gracias a la implantación de un dispositivo de asistencia ventricular de larga duración (DAVLD) es una persona nueva. "Está estupendo. Es su garantía de vida", afirma su hijo Ramón.
Mohamed Dary tuvo un primer infarto en 2010. Se recuperó con medicación, pero en 2017 sufrió otro. Todo se complicó. Llegó a estar en coma inducido en la unidad de cuidados intensivos varias semanas Pese a su mejoría, pudiendo ir de alta del hospital, su vida no era la misma. Estaba muy decaído y enseguida se cansaba. Su corazón funcionaba en muy bajo porcentaje y necesitaba ayuda. Así entró en lista de espera para un trasplante, pero, como a Manuel, las presiones pulmonares altas le obligaban a esperar. La solución llegó dos meses después en forma de asistencia ventricular de larga duración que le permitió revertir la hipertensión pulmonar y alcanzar en situación óptima al trasplante. Llegó a estar cuatro años con ella. "La bomba me devolvió una muy buena calidad de vida que, de no ser por ella, habría perdido, pero con unas limitaciones que el trasplante me ha permitido eliminar", sostiene.
Manuel y Mohamed son las dos caras del éxito del uso en la sanidad pública de los dispositivos de asistencia ventricular de larga duración llamados popularmente corazones artificiales. Una solución a la que el Hospital Virgen del Rocío recurre desde hace años en casos tan paradigmáticos como los de estos dos sevillanos. Y es que, aunque el centro vive hito tras hito en materia de trasplantes, y a nivel cardíaco destacan los 26 corazones trasplantados durante 2024, récord absoluto desde que comenzó el programa en 1992, el conseguir donantes aptos se convierte en un camino largo en el que el tiempo juega a la contra. Además, hay otras situaciones en las que una persona con un problema cardíaco grave puede no cumplir con los requisitos para ser candidato a uno. O, simplemente, el órgano no llega y el paciente tiene riesgo de deterioro en la lista de espera.
¿Qué opciones les quedan a estos pacientes?
Los dispositivos de asistencia ventricular son una alternativa de gran utilidad para diferentes escenarios. Ofrecen una esperanza de vida renovada cuando una insuficiencia cardíaca grave o avanzada pide paso, bien como puente a la espera de un trasplante o bien como solución definitiva si no se cumplen los requisitos para ser candidato a uno, y pudiendo, en ocasiones, soslayar alguna contraindicación y hacer a un paciente trasplantable.
El procedimiento consiste en la implantación de una pequeña bomba de titanio de flujo centrífugo continuo que en el corazón que impulsa el flujo sanguíneo a miles de revoluciones por minuto para enviarlo por todo el cuerpo para que el resto de sus órganos puedan funcionar con normalidad. En los últimos años esta tecnología ha mejorado ostensiblemente, logrando reducir su tamaño y aumentar la durabilidad, lo que posibilita una mayor movilidad del los pacientes y una menor tasa de complicaciones. Todo el sistema de la asistencia es intracorpóreo excepto un cable que sale por el abdomen y que está conectado a una unidad de control y a dos baterías externas con una autonomía de hasta 12 horas que se recargan por la noche.
Para su implantación, es necesaria la intervención de un equipo multidisciplinar con cardiólogos especialistas en insuficiencia cardíaca y trasplante y cirujanos cardíacos a la cabeza y la participación de especialistas en anestesiología y reanimación, enfermeros, perfusionistas e intensivistas.
"En un grupo de pacientes, esta bomba les permite llegar en buenas condiciones al trasplante cardíaco. En otros, en los que el trasplante no es viable porque hay condicionantes que muestran que sería un procedimiento inútil, este dispositivo es la solución más viable", explica el jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca Hospital Virgen del Rocío, José Miguel Borrego.
Desde la Unidad de Insuficiencia Cardíaca y Trasplante Cardíaco, el cardiólogo Diego Rangel explica que el dispositivo de asistencia ventricular de larga duración disponible actualmente, denominado Heartmate 3 y considerado tecnológicamente de tercera generación, "puede sustituir o ayudar al corazón en su función ya que extrae la sangre del ventrículo izquierdo y la impulsa hacia la aorta torácica a través de un injerto asegurando un flujo continuo".
Los implantes de este tipo de dispositivos de larga duración comenzaron en el hospital sevillano en 2013 con una tecnología más antigua, de flujo pulsátil, llamada Excor. Desde 2016, con una frecuencia de aproximadamente 4 ó 5 al año, se implementaron las nuevas bombas de tercera generación como el Heartmate 3, siendo Manuel Flores, de los primeros en recibirla. A sus 73 años, y tras cinco con este dispositivo, reconoce que "aunque al principio tuvo que adaptarse a tener que llevar siempre una mochila", en la actualidad, con perspectiva, asegura que, gracias a este dispositivo, se "mantiene en la vida".
"Hay que tener en cuenta que la calidad de vida se ve limitada porque tiene que llevar siempre un dispositivo del que sale un cable por el abdomen y eso supone tener una herida siempre abierta, pero, pese a pequeñas incomodidades, mi padre lleva cinco años sin ninguna complicación", afirma su hijo Ramón, que explica la experiencia de Manuel mientras le acompaña en el coche de vuelta de una revisión en el hospital. Manuel se siente un "privilegiado". "Se ha adaptado muy bien. Puede conducir, darse sus paseos por el pueblo, hacer las compras o atender su huerto y sus plantas en el campo. Básicamente, pasó de no tener vida a tener una vida muy normal", apostilla.
Pero las asistencias mecánicas ventriculares han demostrado ser dispositivos eficaces también para reemplazar la función cardíaca como alternativa para que los pacientes candidatos a trasplante puedan tolerar la espera, habitualmente muy prolongada, hasta el tratamiento definitivo: recibir un corazón compatible de parte de un donante. Esa espera se convirtió en el caso de Mohamed en cinco años. "Llegué a adaptarme tan bien que cuando llegó el trasplante me lo llegué a repensar porque tenía que volver a pasar por el quirófano y yo me encontraba muy bien", sostiene. Aún no se ha podido incorporar a su puesto de trabajo, pero es consciente de que, con el trasplante, ha superado una barrera. "a nivel laboral, voy a poder recuperar mi vida anterior sin ningún tipo de limitación y eso es fantástico", admite Mohamed.
La edad es otro factor clave para la recomendación de estas asistencias. “Hay una edad, por encima de 70 o 75 años en la que los resultados del trasplante probablemente no son tan buenos y, en esos casos, la asistencia ventricular les ha dado una muy buena opción a los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada”, añade el doctor Rangel.
Desde el servicio de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, la enfermera coordinadora de asistencias ventriculares, Cristina Aparcero, es la encargada de dar apoyo a estos pacientes Asegura que el uso de estas asistencias se ha convertido en "una alternativa para devolver una calidad de vida y supervivencia cada vez más aproximada a la de los trasplantes".
Actualmente son once personas portadoras de este dispositivo, y repartidas por las provincias de Sevilla, Huelva y Málaga, las que están en seguimiento por nuestra Unidad . “Son pacientes que nunca rompen el cordón con el hospital", indica Cristina. Tienen consultas periódicas y un teléfono 24-7 para consultar dudas y comunicar eventualidades que se remiten a los cardiólogos.
La enfermera destaca los pros de este sistema. "Son pacientes a los que les estás ofertando mejorar su calidad de vida durante bastantes años y para los que antes de esta técnica había poca esperanza al no ser muchos de ellos candidatos a trasplante", remarca. Pero también los contra, en forma de una sólida implicación por parte del paciente y su familia. "Lo que, por un lado, le aumenta la calidad de vida, por otro lado, está limitando algunas características de ella. Por ejemplo, estos pacientes no pueden ducharse de manera libre, no pueden bañarse en la piscina ni a la playa y siempre tienen que estar conectados a una batería. Si la batería o la fuente de luz falta es una situación de riesgo vital para ellos. Tienen que depender continuamente de una máquina y de unos cuidadores que den soporte", explica.
Para ello, el equipo de profesionales de la unidad empieza su trabajo con el paciente de manera paralela a la indicación clínica de este dispositivo. "Se hace una valoración psicosocial y es importante determinar que el paciente no tiene ninguna contraindicación a nivel de salud mental", afirma Cristina. Son pacientes que tienen que estar preparados para hacerse cargo del mantenimiento y uso de un dispositivo complejo para lo que tienen que adquirir, tanto habilidades como conocimientos, sobre todo, de sus riesgos, siendo las infecciones el mayor de ellos y, para evitarlas, es clave el cuidado correcto tanto del cable percutáneo como del dispositivo en sí. “Por eso, requiere una formación y una evaluación previa que el paciente tiene que demostrar y sus cuidadores que son capaces de mantenerlo", añade la enfermera.
¿Y el futuro de estos dispositivos? El doctor Borrego comenta que algunos expertos auguran que, una vez se consiga por una parte un dispositivo totalmente interno, incluidas las baterías, y que además, adapte su flujo a las necesidades funcionales del paciente en cada momento, es posible que muchos pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada incluso prefieran estos “corazones mecánicos” al trasplante, ya que evitaría las eventuales complicaciones asociadas al mismo, como el rechazo y la inmunosupresión crónica. El doctor Rangel añade que otra esperanza, que en algunos centros ya es una realidad, es que estos dispositivos ayuden a curarse a un corazón enfermo y que, pasado un tiempo, puedan retirarse recuperando el paciente la funcionalidad de su corazón sin tener que requerir un trasplante.
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