"Le dispararon, está muerto"
El triple asesinato de Dos Hermanas
Ricardo García, 'el Pollino', mató en primer lugar a la niña, de un disparo en la cabeza; luego disparó cinco veces a la madre; y en último lugar al turco de un solo disparo
Sevilla/"Vuldular öldü". Estas dos palabras en turco, que traducidas significan "le dispararon, está muerto", es lo que un comunicante anónimo le dijo por teléfono a una hija del ciudadano turco Mehmet Demir tras ser secuestrado junto a la joven Sandra Capitán Capitán, de 26 años, y la hija de ésta, Lucía Begines Capitán, de sólo 6 años. La llamada fue realizada el domingo 17 de septiembre a una hija del turco, pero cuando ésta intentó contactar con el número que le había telefoneado sólo pudo hablar con un joven "con acento andaluz" que les negó haber llamado desde ese número a nadie y añadió que tenía ese teléfono desde hacía un año, colgándole a continuación.
Esa llamada anticipó lo que les había ocurrido a Mehmet Demir -también conocido como Yilmaz Giraz-, a Sandra Capitán y a la niña, según revela el atestado policial remitido al juzgado de Instrucción número 19 de Sevilla, que instruye la causa contra los cuatro detenidos: Ricardo García Hernández, el Pollino; su mujer, Elisa Fernández Heredia; Ricardo García Gutiérrez, el Cabo, padre del Pollino; y David Hurtado Pino, un monitor de artes marciales y de boxeo apodado el Tapita.
Más importante que esa llamada sería otra que realizó un comunicante anónimo -posteriormente testigo protegido del caso- una semana después de la desaparición de las tres personas, en concreto el 23 de septiembre, a la madre de Sandra Capitán. En esta llamada, el informante puso a la familia -y a la Policía- tras la pista definitiva. El informante le dijo a la madre de Sandra que sabía dónde estaban sus familiares, puesto que había visto "meter" a la mujer y a la niña en una casa de la barriada de Ibarburu (Cerro Blanco) de Dos Hermanas, y le decía que esa vivienda pertenecía a Ricardo el Pollino.
A partir de ahí, los investigadores intensificaron las pesquisas y comenzaron una serie de seguimientos que culminaron con la detención del Pollino y sus dos familiares el sábado 30 de septiembre, y el hallazgo de los tres cadáveres sepultados en un "zulo" a gran profundidad que tenía en su vivienda del número 168 de la calle Cerro Blanco. Además, el último posicionamiento del teléfono móvil de Sandra Capitán antes de ser apagado, fue captado en una zona "muy próxima" a este domicilio.
Los investigadores del Grupo de Homicidios aseguran que la niña de 6 años fue la primera en ser asesinada de un disparo en la cabeza y arrojada "inmediatamente" a la fosa, pudiendo estar aún con vida, dado que la autopsia determinó que tenía "abrasiones en las vías respiratorias profundas compatibles con haber inhalado ante mortem restos de alguna sustancia encontrada en el interior del pozo". Después asesinaron a la madre, Sandra, "a la que ejecutaron con cinco disparos a la cabeza", y finalmente "ejecutaron" a Yilmaz Giraz de un disparo en la cabeza.
Las tres víctimas presentaban además hematomas por diversas partes del cuerpo, propios de haber sufrido "brutales agresiones" ante mortem, "destacando especialmente por su crudeza e importancia, un gran hematoma que presentaba la niña en el pecho, compatible a juicio de los médicos forenses con un fuerte golpe".
Los investigadores atribuyen el triple crimen a un "ajuste de cuentas" relacionado con el tráfico de drogas -el Pollino declaró que el turco le había amenazado porque le debía 30.000 euros- y destacan que no tuvieron ningún escrúpulo por la presencia de la menor. Así, explican que la finalidad de la actuación del clan de los Cabo no era sólo el secuestro del turco, de su mujer Sandra -la Policía ha confirmado que habían contraído matrimonio- y de la niña, sino también su "asesinato y ocultación de los cadáveres, destacando especialmente el papel de Elisa" como la persona que "se encarga de la niña, no mostrando ningún tipo de escrúpulo o remordimiento a la hora de meterla por la fuerza al interior del domicilio del que no volvería a salir con vida".
El clan de los Cabo, prosigue la Policía, había planificado una estrategia para "engañar a las víctimas" y conseguir que fueran al domicilio de Cerro Blanco, aunque no han podido establecer si las víctimas acudieron por su propio pie o fue el Pollino quien los recogió, como asegura en su declaración el cuarto implicado, David Hurtado Pino, que sostiene que fue contratado para "darle un susto" a una persona con la que tenían una deuda por drogas.
La Policía tampoco tiene la certeza de que la presencia de la niña fuese algo "programado o sobrevenido", dada la sorpresa que mostró el padre del Pollino, Ricardo el Cabo, cuando vio que la menor bajaba del vehículo. "De cualquier manera y basándonos también en la mencionada reacción, el clan tenía claro que una vez obtenida la información deseada nadie de los que habían entrado en el domicilio iba a salir con vida de allí, evitando así posibles represalias", asevera el atestado policial.
Tras disparar contra las tres personas, el Pollino los enterró en un zulo de unos treinta metros de profundidad que había en el cuarto de baño de la vivienda y los sepultó con ocho metros cúbicos de hormigón, lo que provocó que fuese necesaria la intervención de la Unidad Militar de Emergencia (UME) del Ejército para proceder a la recuperación de los cadáveres.
El Pollino y su padre compraron el mismo día del crimen 20 metros cúbicos de hormigón, de los que sólo bombearon finalmente ocho hasta cubrir la fosa.
Junto a los cadáveres, la Policía recuperó una botella de agua, de las de medio litro, en cuyo interior había seis casquillos de bala y un cartucho completo del calibre 38 especial. En la botella se halló el perfil genético del cuarto detenido, David Hurtado, quien afirma que la dejó olvidada en la casa cuando entró a orinar, negando su implicación en los asesinatos.
Ese zulo había sido utilizado ya en varias ocasiones "para ocultar a personas contra las que atentar, ya sea por ajustes de cuentas o con la intención de torturarles para conseguir a cambio importantes cantidades de dinero y/o de sustancia estupefaciente".
El padre del Pollino: "¡Hostia, la niña! ¡Qué ruina!"
Ricardo García Gutiérrez, el Cabo, no esperaba ver a la niña Lucía Begines Capitán en la vivienda de Cerro Blanco. Eso es al menos lo que sostuvo el cuarto implicado en los hechos, que fue contratado por el clan para forzar al turco a que les entregara una "importante cantidad de heroína" que éste tendría oculta. Según David Hurtado, el Cabo mostró se sorprendió al ver a la niña, "se echó las manos a la cabeza, comenzó a llorar y a decir: ¡Hostia, la niña! ¡Qué ruina!". El cuarto detenido, que también está en prisión por estos hechos, aseguró que en ese momento le dijo al Cabo que aquello "no era lo acordado" porque les había dicho con anterioridad que no quería saber nada de este trabajo -por el que cobraría 3.000 euros- si afectaba a "mujeres, animales o niños", por lo que pidió a Ricardo que le llevara de nuevo a Sevilla. El monitor añadió que vio cómo la mujer del Pollino metía por la fuerza en la casa a la mujer y a la niña, dándole a ésta una patada.
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