"El diseño urbano en Sevilla ha de huir de la ignorancia"
Son y están
En Sevilla, a la sombra de su padre, el gran arquitecto Felipe Medina Benjumea, aprendió a amar la relación indisociable entre los edificios y los árboles, entre el urbanismo y el jardín. Quien tiene en su haber jardines como el del Príncipe Felipe en su residencia de La Zarzuela también ha dejado su sello en el complejo Palmas Altas, de Abengoa.
EN muchos despachos de municipios sevillanos debería haber libros como la Guía de diseño urbano, o Árboles en la ciudad. Fundamentos de una política ambiental basados en el arbolado urbano, o Espacios públicos urbanos. Trazado, urbanización y mantenimiento. Todos editados por el Ministerio de Fomento y de los que es coautora María Medina, que ha dedicado su vida al beneficio ambiental y estético que reporta el arbolado al espacio urbano.
Llega a la entrevista tras un paseo por la ciudad y comenta sus impresiones: "Estoy horrorizada por la poda que le han hecho a los impresionantes ficus de los Jardines de Murillo. No lo puedo entender. Es una paradoja que los servicios municipales encargados del cuidado de los árboles sean los que atentan contra ellos de una forma sistemática con podas incorrectas y brutales. Dan muy mal ejemplo a ayuntamientos de menor entidad. ¿Cómo vas a enseñar a respetar el medio ambiente y los árboles tras ver las agresiones a las que son sometidos?".
-¿Qué reivindica como paisajista?
-Reivindico lo pequeño, lo amable y la sombra. El bienestar del ciudadano se encuentra en el paisaje cercano donde uno vive y trabaja (la acera por donde anda, la plazuela de al lado…) y no en las grandes obras que los políticos hacen pensando en sus expectativas electorales y no en la ciudadanía. La sabiduría popular acumulada a través de miles de años demuestra que con pocos recursos ha conseguido la mejor arquitectura y forma de vivir de nuestro país. Hasta el Premio Nobel de Economía Paul Krugman aconseja que debemos aprender a hacer más con menos.
-¿La arquitectura le llevó al gusto por la relación entre los edificios, los árboles y las plantas?
-La arquitectura y los jardines no se pueden disociar. ¿Se imagina la Alhambra y Generalife sin patios, Versalles sin jardines, y Sevilla sin plazas arboladas?
-¿Cómo se dota de encanto a un espacio?
-Lo importante son las sensaciones que suscita el espacio y no su aspecto formal. No se trata de que sea tradicional o moderno sino de crear una atmósfera en la que las personas se encuentren bien y, como decía Humboldt, "lo verdadero, lo bello y lo bueno se encuentran unidos a lo útil".
-¿Qué jardines de Sevilla prefiere?
-Los jardines de los Reales Alcázares son magníficos y los disfruto mucho, sobre todo cuando pienso cómo serían si estuvieran bien restaurados. Pero en Sevilla tanto los jardines públicos como los populares son sobresalientes.
-¿Cómo fue su intervención en el Hospital de Los Venerables?
-El patio central de los Venerables tiene un gran círculo escalonado con una fuente en bajo y cuatro entradas. Yo me limité a poner dos naranjos en cada entrada y a potenciar el círculo con macetas colocadas en filas radiales que ascienden a la galería superior. El contiguo patio de San Fernando lo tracé dándole una forma tradicional y plantando ocho grandes cerezos. Don Javier Benjumea se lo había encargado a Fernando Chueca pero, como no le convenció su proyecto, recurrió a mí, y desde entonces mantuvimos una excelente relación.
-¿Cómo planteó el diseño de Josefa Reina Puerto, junto a la plaza de la Magdalena?
-Es una pequeña plaza que se ordenó con árboles de sombra, flores y bancos. Guardo un gratísimo recuerdo de cuando se hizo porque los habitantes de la zona estaban muy contentos y venían a decírmelo y me invitaban a sus casas. Para mí eso fue una gran satisfacción, pero al poco tiempo unos árboles que habían venido de Holanda muy bien formados, fueron podados brutalmente y, desde entonces, la plazuela ya fue otra cosa.
-¿Por qué los ayuntamientos plantan palmeras por todas partes? ¿No sería mejor y más barato poner árboles que den sombra?
-Creo que se hace precisamente porque las palmeras son caras... Y eso podría dar negocios pingües. Es curioso y difícil de entender que ni políticos ni diseñadores comprendan la necesidad de algo tan útil como es la sombra en Sevilla.
-El Parque de María Luisa forma parte del paisaje sentimental de su infancia. ¿Qué le parece su estado actual? ¿Se puede mejorar?
-Por supuesto. Es un privilegio para una ciudad tener un parque como el de María Luisa, que tiene un gran valor estético y funcional, donde da gusto estar y pasear. Su trazado y vegetación están muy bien concebidos con paseos arbolados y áreas frondosas densamente arboladas y boscosas. Creo que tiene el peligro de perder esa frondosidad y que se llene de palmeras, sería una sensible pérdida. La restauración del arbolado debe seguir los criterios de Forestier, que siguen vigentes.
-¿Qué le parece la supresión de un 8% de los jardines del Prado para construir una biblioteca universitaria con diseño de Zaha Hadid?
-Me parece una barbaridad. Primero por haber arrancado los árboles de una zona verde e invadirla con una edificación; y, en segundo lugar, porque desde mi punto de vista la elección de Zaha Hadid, no es la más adecuada para el centro de Sevilla. Muchas de sus obras no han pasado del papel por excéntricas, pero en Sevilla hemos tenido la mala suerte de que se esté construyendo. Además, me temo que la pérdida sea superior al 8% si se desarrolla el proyecto.
-¿Acaso no pueden diseñarse y realizarse jardines hermosos para los nuevos barrios? ¿Por qué se les da como opción sólo el modelo de parque 'duro' o tipo 'pradera'?
-Claro que hay más y mejores opciones. Lo que resulta difícil es hacerlo peor. Hacerlo bien es tan fácil como reproducir las condiciones ambientales de nuestros parques y plazas tradicionales. Es la forma más económica de realizarlos y mantenerlos.
-¿Cómo se combina en el paisajismo lo autóctono con lo exótico, la tradición con la modernidad?
-En los orígenes, el jardín se concibió como contraposición al paisaje que lo rodeaba que, en general, era el desierto, y ese principio sigue siendo válido en nuestra cultura. El jardín puede o no tener plantas exóticas y autóctonas, depende lo que se quiera realizar. Existe una gran confusión con lo autóctono y la ecología mal entendida que se debería esclarecer, da lugar a plantaciones sin sentido.
-¿Qué opinión le merece la Sevilla actual?
-Quizás yo tengo a Sevilla idealizada, por ello soy muy crítica con lo que veo ahora. Debe abandonar la tendencia imperante donde todo tiende a ser feo, caro y grande, con un diseño urbano lleno de pretensiones, y establecer una política ambiental basada en el arbolado urbano. Las autoridades tienen que entender y valorar por qué la ciudad de Sevilla es excepcional, y ser consecuentes con esos valores, sin dejarnos llevar por la peor moda. Como en el caso de la plaza de la Encarnación, que intenta, sin escala y sin agua, emular a las espectaculares Mushroom Water Towers de Kuwait, realizadas en 1976.
-¿Y la remodelación de la Alameda de Hércules?
-Es otro ejemplo desolador. Parece mentira que se le haya podido dar semejante tratamiento a una pieza urbana construida en el siglo XVI de tan grandísimo interés. Fue la primera Alameda que se construyó y que sirvió de ejemplo no sólo al resto de España sino a América (la segunda se hizo en México). En definitiva, propongo huir de la ignorancia. Que los políticos y los responsables de los árboles sigan las directrices de la arboricultura moderna propagados por la Internacional Society of Arboriculture, y en nuestro país por la Sociedad Española de Arboricultura. Y que sean conscientes que el diseño urbano no puede ser víctimas de las modas porque debe por encima de todo resolver los problemas y no crearlos. Como dicen los americanos, "si funciona no lo cambies".
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