"No hay dinero que pague el sufrimiento de mi hija"
Sanidad
María sufre graves secuelas desde que nació el Miércoles Santo de 2005.
"No hay dinero en el mundo que pueda pagar ni un solo minuto del sufrimiento de mi hija". Eduardo Contreras, un sevillano de 41 años, resume con estas palabras la agonía que sufre su pequeña María por una negligencia médica en su nacimiento. Una nefasta asistencia en el parto provocó hace seis años unas secuelas irreversibles que condenan a esta niña a la ceguera, a la parálisis, a un dolor constante, y a enormes dificultades para comer y respirar con normalidad. Son graves problemas que la han marcado, a ella y a toda su familia, para siempre. "Tiene una minusvalía del 80% y está desconectada del mundo", lamenta su padre.
Rosario, madre de María, llegó al Hospital Maternal del Virgen del Rocío la mañana del 23 de marzo de 2005, un Miércoles Santo, con fuertes contracciones. Se trataba de un parto prematuro gemelar de 29 semanas de gestación, que requería el máximo control, pero esta mujer permaneció sola, abandonada en una cama del hospital durante horas. Cuando ingresó Rosario tenía una dilatación de cuatro centímetros. Aquejada de fuertes dolores, esta mujer no recibió asistencia ni fue monitorizada, un paso fundamental durante un parto para que los especialistas puedan conocer el estado de los bebés, el ritmo cardiaco, y detectar a tiempo posibles problemas. "Un médico la atendió en una ocasión pero después desapareció", lamenta Eduardo. A las 22:45 la dilatación era de 7-8 centímetros. Sin asistencia de ningún tipo nació Ana, la primera de las gemelas. "Nació en la cama porque a mi mujer ni la trasladaron a paritorios ni la monitorizaron", recuerda. La hermana gemela no podía salir de igual modo. Su situación en el vientre de la madre era complicada. María se encontraba en transversa (al revés). Una médico en prácticas (MIR) trató de atender a la madre y a la hija, pero utilizó una técnica proscrita. "La residente trató de cambiar la posición del bebé en el interior de la madre y extraerla como fuera", añade María Jesús Villalpando, abogada de Eduardo y miembro de la asesoría jurídica de la Asociación El Defensor del Paciente, que apoya a esta familia. María al fin nació, 35 minutos después, por cesárea. "El parto vaginal era imposible". Desde entonces esta niña padece encefalomacia multiquística, graves problemas neuronales.
María necesita ayuda permanente para comer y vivir. Su familia denunció al Servicio Andaluz de Salud esta negligencia en los tribunales. Seis años después, esta familia ha logrado una sentencia que condena al SAS a una indemnizar a María con 779.816 euros y una pensión mensual vitalicia de 400 euros mensuales, más 116.000 euros por daño moral a sus padres, a los que hay que sumar intereses millonarios. La abogada, María Jesús Villalpando, destaca como novedad jurídica en esta sentencia la pensión vitalicia y recuerda que se trata de una de las indemnizaciones más elevadas impuestas al SAS.
Villalpando y la presidenta de la Asociación El Defensor del Paciente, Carmen Flores, lamentan que, pese a la razón que los tribunales dan a esta familia y pese al Consejo Consultivo de la Consejería de Salud, el SAS ha optado por recurrir esta sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) lo que demorará el caso otros dos o tres años más.
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