El diablo se pasea por la Judería
calle rioja
Clásico. Alfonso Guerra volvió a presidir el jurado del certamen de Relatos Cortos Ciudad de Sevilla, ciudad que históricamente compara con Florencia y con Viena
Sevillano de la calle Rastro, es un clásico contemporáneo. Saluda a personas que no habían nacido cuando estaba en las portadas de todos los periódicos. Alfonso Guerra no hace distingos. Un año más, ha ejercido de presidente de honor del jurado del certamen de relatos cortos Ciudad de Sevilla que convoca Lantia con el soporte editorial de Sacarmanda.
Un paseo de Lucifer por la Judería de Sevilla. El relato La Madrugada del diablo, de Sebastián Lozano García, de Jaén, se ha llevado el primer premio en esta sexta edición. Guerra no tiene balcón en Sierpes ni es socio de caseta de Feria, pero por si se terciara a su lado en el restaurante La Quinta Brasería está sentado Práxedes Sánchez, director del Círculo Mercantil, entidad que patrocina la mención especial, que ha ido a parar a José Luis Rodríguez del Corral con Trescientos deseos.
La presencia de Guerra es una cátedra de Literatura y una lección de historia viva. La semana que viene viaja a Cádiz para recoger el premio José Pedro Pérez Llorca que lleva el nombre de uno de los siete ponentes de la Constitución española. Hace cuarenta años, este cronista se estrenó como cronista de los Carnavales de Cádiz. Los pregonó Carlos Edmundo de Ory, y Guerra apareció con su hijo apenas tres meses después de haber tomado posesión de su cargo como vicepresidente del Gobierno tras las elecciones de octubre del 82. "Algunos pensaron que era un imitador de Guerra".
Ya pasó 2022, que para Guerra supuso su bautismo solemne como miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Pasó el año del centenario de la aparición del Ulises de Joyce y de la muerte de Marcel Proust. No se le caen los anillos por aterrizar desde Joyce y Proust, desde la torre Martello y el hotel de la playa de Balbec, en la cruda realidad de los relatos que había que juzgar.
Andrea Alfonso, la más joven de los reunidos, fue diciendo los nombres de los relatos presentados. Era como una quiniela. Catorce y el pleno al quince, La Madrugada del Diablo. Los organizadores del certamen están pensando en cambiar alguna de las bases para ampliar el espectro geográfico y argumental. Uno de los relatos versaba sobre el crimen y desaparición de Marta del Castillo (en mi opinión, un guiño a Crimen y castigo, de Dostoievski: hay crimen, hay castigo; no hay prueba, en eso se parece más a Los hermanos Karamazov, no hay cuerpo) o el misterioso asesinato de un delantero del Sevilla mientras presenciaba en la Campana la procesión del Silencio en la Madrugá.
Ha pasado sin pena ni gloria la conmemoración del quinto centenario de la primera Vuelta al Mundo. Guerra es el único político que interviene en el documental de López Linares La primera globalización. Si alguien sólo fuera a leer un libro en su vida, Guerra le recomendaría El mundo de ayer, de Stefan Zweig, a quien sin embargo no le perdona que en su biografía de Magallanes no mencione ni una sola vez a Juan Sebastián Elcano. Admira sin rubor a esos hombres. "Hay momentos en la historia de la humanidad en los que en un pequeño espacio de tierra, en una sola ciudad se encuentra lo mejor de la ciencia y de la cultura. Eso pasó en la Florencia de los Médicis, en la Sevilla del Siglo de Oro o en la Viena que retrata Zweig en El mundo de ayer".
Para el nuevo curso de la Academia de Buenas Letras, el académico Guerra ultima unas jornadas sobre el poeta Miguel Hernández. El 28 de marzo se cumplen 80 años de su muerte. También prepara para el otoño unas jornadas sobre Luis Cernuda.
Nada humano le es ajeno. Lo mismo que da noticias de autores desconocidos por la gran mayoría, apunta en el móvil la ficha técnica de un vino al que le ha dado su visto bueno. Guerra enólogo. Coetáneo del gran Pelé, cuyas exequias han ido en paralelo con las de Benedicto XVI. "Ratzinger se ha muerto con 95 años, los mismos que Nicolás Redondo". En sus Memorias, José Antonio Griñán cuenta la verdad del llamado pacto del Betis y el protagonismo que tuvo el sindicalista vasco en el congreso de Suresnes, tan importante para la democracia española como el relevo de Arias Navarro por Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno.
Sigue el escrutinio de los relatos. Lo local, lo universal. La ficción, la realidad. José Carlos Carmona cuenta la ocasión en que compartió esta experiencia de jurado en un premio de novela con Arturo Pérez-Reverte y Rafael de Cózar. Un librero de La Roldana se cuela en la recta final de las preferencias. En el jurado hay otro librero, el propio Alfonso Guerra, que se cortó la coleta de los libros en la calle Álvarez Quintero.
Enrique Parrilla y Chema García explican los puentes que su editorial está abriendo con el cine, las series, la inteligencia artificial, el mundo braille. La clandestinidad era una política en tecnicolor en un país en blanco y negro. A Guerra le preocupa la falta de fuste de los actores españoles. Fue dramática la desaparición de Estudio 1 o la muerte de Adolfo Marsillach. Este país que ha ninguneado a Elcano y a Magallanes ha pasado de La Clave a Sálvame. "Creo que he sido el que más veces ha ido a La Clave", dice Guerra, "y la única vez que viví un momento de tensión fue con Manuel Fraga".
Andrea sigue con el pleno al quince a pocos metros de la estatua de Peregil. Suena una saeta en uno de los relatos. Amalia Bulnes juzga relatos y habla de poesía: el ginecólogo de su alumbramiento fue Lutgardo García, pregonero de la Semana Santa y finalista del Adonais. El mismo que intervino en el hijo de José Carmona. Los caminos de la poesía son inescrutables. Roger Domingo y Manuel Mateo representaban al mundo editorial. Votaron desde la distancia el alcalde Antonio Muñoz, Carmen Posadas, Paco Robles y Dani Pinilla, cónsul en el país de Paul Bowles.
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