Un antídoto de amor contra la intolerancia
Día del Orgullo en Sevilla
La cabalgata del Orgullo atrajo a miles de personas en su recorrido desde el puente de los Bomberos hasta la Alameda de Hércules, donde acabó la jornada festiva
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Sólo los besos nos callarán la boca. Esta frase, serigfriada en una camiseta, bien podría haber sido la pancarta que encabezó la cabalgata del Día del Orgullo. El lema elegido por los organizadores fue otro: 50 años de lucha, desafíos y conquistas. Es decir, un recuerdo a los incidentes que ocurrieron en Stonewall Inn, un pub de Nueva York, en junio de 1969. Para muchos, el punto de partida de un camino en el que se dio otro paso antes los ojos de miles de personas.
Los de Rosa Cámara, una jiennense de 83 años, han visto los pasos que ha dado el Orgullo en el último siglo en Sevilla. Ella leyó el manifiesto de los padres hace tres décadas. “Éramos treinta personas”, recuerda junto a tres de sus hijos. “No se han escondido nunca”, presume bajo una pancarta en la esquina de Santa María la Blanca y Menéndez y Pelayo. “Parte de la sociedad se ha apropiado del concepto de familia y estamos aquí para defender que nosotros también lo somos”, sentencia sonriente uno de los hijos de Rosa.
Esa esquina, antigua Puerta de la Carne, era el comienzo de una cabalgata que llegaba hasta Eduardo Dato a través del puente de los Bomberos, a los que algunos participantes de la marcha pedían que echaran agua con sus mangueras. Combatieron el calor cantando Fuera del armario se está más fresquito y con pistolas de agua, que fueron la principal herramienta contra los más de 35 grados que castigaban el principio de la cabalgata. No fueron obstáculo para que miles de personas acompañaran a los vehículos que formaban el cortejo, entre los que había asociaciones, locales de ocio, un centro de reproducción asistida, otro de prevención del VIH y varios partidos políticos.
Ciudadanos, que participó en el desfile con un autobús naranja descapotable, fue rechazado por algunos participantes, que corearon ¡Ciudadanos, fuera del Orgullo! durante varios momentos del recorrido. También estuvo presente, aunque de forma más sutil y humorística, Vox. El fantasma con la bandera arcoiris de un tweet de la formación verde ha sido rebautizado como Gaysper y fue protagonista de muchas camisetas.
Al igual que lo fueron, un Orgullo más, los preservativos. Si la cabalgata de Reyes Magos lanza caramelos cada 5 de enero, esta reparte preservativos a finales de junio. Y ambas provocan la misma imagen: manos al aire y al suelo para cogerlos. Aparte de hacer contonearse al público que va a verla. Los estruendosos altavoces de las carrozas fueron el aviso de la llegada del Orgullo, que se introdujo en el centro de la ciudad mientras caía la noche y se encendían las luces de la Alameda de Hércules.
No es ningún secreto que el jardín construido en el siglo XVI y reurbanizado en el siglo XXI es el epicentro de la acción del Orgullo. La bandera arcoiris es un símbolo habitual en sus locales de ocio y sus clientes son protagonistas de la cabalgata cada año. Por ello, no hubo mejor sitio para celebrar el fin de fiesta. Todos los caminos del Orgullo llevaban a la Alameda. Y, en este año, a La Casa Azul.
El grupo de electropop barcelonés cerró la noche del Orgullo con sus canciones y con el que probablemente sea el himno de este evento actualmente: La Revolución Sexual.
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