La vida después de un ictus: "Hay que luchar todos los días y seguir adelante, se puede"
Día Mundial del Ictus
Daniel C. C. tiene 58 años y hace 5 meses sufrió un accidente cerebrovascular; ahora, gracias a terapia logopédica del Hospital Virgen Macarena, se recupera de su peor secuela: alteración del lenguaje y el habla
La terapia del ictus amplía fronteras
Era viernes. 20 de mayo de 2022. Ese día, a las cuatro de la tarde, la vida del sevillano Daniel C.C., de 58 años, dio un vuelco. Era un viernes cualquiera. Daniel estaba en casa. Sentado en el sofá viendo la televisión. Y notó que algo le pasaba. "De pronto me sentí un malestar general y mucha calor. Hacía mucha calor ese día, pero noté que era algo más, que algo no iba a bien", afirma. Entonces fue a la cocina a beber agua y cuando intentó utilizar el brazo derecho para coger el vaso, no pudo moverlo. Junto a él se encontraba en la casa su mujer. Estaba cambiándose en la habitación. Hasta allí se acercó Daniel. "Cuándo quise contarle lo que me estaba pasando, no pude. No podía hablar. Mi mujer pensó que era una broma porque yo soy muy bromista con ella. Lo siguiente que recuerdo es estar ya en el hospital", sostiene.
Daniel sufrió un ictus o accidente cerebrovascular, el trastorno más frecuente entre los adultos, producido cuando alguno de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro se rompe o se ve taponado, ante lo cual el cerebro deja de recibir el flujo de oxígeno que necesita y altera la función cerebral. Detectar sus síntomas y actuar con rapidez puede salvar vidas y reducir sus consecuencias. Además, las primeras 4,5 horas después de un ictus son claves. La atención urgente de los pacientes con accidentes cerebrovascular se encuentra en la actualidad perfectamente protocolizada mediante el Código Ictus, un procedimiento de actuación basado en el reconocimiento de la sintomatología que permita instaurar un tratamiento precoz.
Tras sufrir un accidente cerebrovascular, nadie sale ileso. Según los expertos, un tercio de las personas afectadas vivirá con algún tipo de discapacidad. En el caso de Daniel, las secuelas le obligan a hacer ejercicios de rehabilitación, en la mano derecha sigue sin sensibilidad, y acudir al logopeda donde, asegura, le han "enseñado a hablar". "Yo soy abogado con 35 años de experiencia y participaba en muchas conferencias y, además, formaba parte del comité de árbitros de la federación andaluza de fútbol. Mi vida ha sido siempre de mucho hablar y he tenido la mala suerte de la peor secuela que me ha quedado es la del habla", sostiene. La alteración del lenguaje tras un ictus se denomina afasia y es la pérdida parcial o completa de la capacidad de expresar o comprender el lenguaje hablado o escrito. Se debe a una lesión en las áreas del cerebro que controlan el lenguaje. Se puede tener no solo dificultades para hablar, comprender o expresar el lenguaje sino también, dificultad para leer y escribir.
Ahora, cinco meses después de aquel fatídico 20 de mayo y, tras días de esfuerzo y constancia, este paciente intenta hacer una vida normal. Para ello, con el objetivo de seguir avanzando en su recuperación y poder ayudar y compartir su experiencia con persona que han pasado por lo mismo, Daniel acude a la Unidad de Foniatría y Logopedia del Servicio de Rehabilitación el Hospital Virgen Macarena, donde la logopeda Marta Montes, con el apoyo del resto del equipo de logopedas y médicos rehabilitadores, desarrolla desde el año 2016 un formato de terapia grupal orientado a objetivos funcionales comunicativos, creando situaciones reales donde el paciente adquiere habilidades útiles para su día a día. Daniel forma parte del grupo de pacientes que actualmente participan de estos talleres gracias a su favorable evaluación foniátrica tras una intervención logopédica de forma individual con muy buenos resultados. "La doctora dice que es increíble cómo he evolucionado. Hace dos meses casi no podía hablar y ahora, por lo menos, se me entiende", afirma el paciente.
Para Marta Montes, "dar la oportunidad a los pacientes de conocer a otras personas en la misma circunstancia y poder interactuar con ellos e intentar comprenderlos, es muy positivo para su evolución". Ayuda muchísimo a la eficiencia comunicativa", añade. A su consulta acuden cada semana un día durante una hora distintos grupos de dos y cinco pacientes divididos por corte de edad y que, como Daniel habitualmente suelen ser personas con afasias motoras con poca fluencia en el lenguaje oral, comprensión preservada y buena capacidad atencional. "Tenemos un grupo más jóvenes con personas que rondan los 40 años y otro en torno a las 60", apostilla.
Un abordaje multidisciplinar
Se considera que hasta un 30% de los pacientes que han sufrido un ictus presentarán discapacidad, y el proceso habilitador está orientado a la recuperación del paciente y su adaptación a los déficits que se mantengan. En el Macarena un grupo de trabajo multidisciplinar integrado por neurólogos, rehabilitadores, Terapeutas Ocupacionales, cirujanos ortopédicos y fisioterapeutas se encarga de la atención a estas personas con el objetivo de lograr su máximo restablecimiento. Según los especialistas "uno de los signos clínicos que ocurre en numerosas afecciones neurológicas y entre ellas el ictus, es la espasticidad (músculos tensos y rígidos). Supone una importante repercusión para el individuo por la pérdida de funcionalidad y autonomía a que da lugar y consiguientemente una afectación de la calidad de vida".
Existen varios principios rectores a la hora de considerar cómo y cuándo tratar a los pacientes con espasticidad. La doctora Dolores Romero, de la Unidad de Neurorehabilitación, aplica inyecciones de toxina botulínica que, combinadas con terapia física y ferulizaciones, consiguen reducir el tono muscular y flexibilizar el movimiento. Los pacientes que a pesar del tratamiento conservador desarrollan estas contracturas son valorados además en sesiones clínicas conjuntas por la Unidad de Cirugía de Mano del Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica, integrado por las doctoras Ángeles García Frasquet, Nieto y Benito, que valoran si los pacientes son realmente candidatos a la cirugía. "Aquellos que necesitan una intervención quirúrgica requieren un enfoque integral de la planificación del tratamiento. Además, como en la mayoría de las cirugías de las extremidades superiores, un programa de rehabilitación postoperatoria bien planificado mejorará los resultados", explica Frasquet.
Daniel reconoce que estaba un poco grueso, pero presumía de buena salud entre sus amistades. "Nunca en mis 58 años había estado malo. No he tenido ninguna enfermedad y nunca me he tomado una pastilla", dice. No podía imaginar que le iba a pasar algo del estilo. "Nunca podía pensar que esto me iba a pasar", asegura. Por ello, Daniel manda dos mensajes hoy, en el Día Mundial del Ictus. "Lo primero es que estamos todos expuestos a sufrir daño cerebral en cualquier momento. No nos damos cuenta de que nos tenemos que cuidar. Lo segundo, que hay que luchar. La terapia es muy importante y lo que la doctora Marta ha hecho conmigo, no sé cómo se lo podré agradecer", manifiesta. "Querer es poder, y así es. Tras sufrir un ictus hay que animarse y pelear por estar bien, se puede", concluye.
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