Un día grande en la calle Los Benítez
Cuaresma | Retahílas
Hoy se celebra en Campanario (Badajoz), su pueblo, homenaje a Núñez de Herrera l Casi nueve décadas después, se mantiene vigente su “Teoría y Realidad de la Semana Santa”
ESPUMA de concordancias. Con esa figura definía la Semana Santa de Sevilla Antono Núñez de Herrera (Campanario, Badajoz, 1900-Montegordo, Portugal, 1935). Uno de los muchos hallazgos de Sevilla: Teoría y Realidad de la Semana Santa de un autor al que hoy homenajean sus paisanos en su pueblo y cuya descripción de la Semana Santa tiene una insólita modernidad casi nueve décadas después.
Uno de los ocho hijos de Fidel y de Camila, tenía nombre de explorador. Antonio Núñez Cabezas de Herrera. Exploró como pocos el misterio y la magia de la fiesta mayor de su ciudad adoptiva. Hoy es un día grande en Campanario, un pueblo de la provincia de Badajoz con cerca de cinco mil habitantes. La Junta Electoral pacense ha desaconsejado que el Ayuntamiento, regido por el socialista Elías Sánchez, descubra una placa en la casa de la actual calle Los Benítez donde nació Núñez de Herrera. Para compensar este absurdo burocrático, el editor David González Romero, el historiador César Rina y el periodista José María Rondón glosarán en su patria chica el trazo tan largo de una vida tan corta. El legado de quien murió en plena madurez cuando pasaba con su familia unos días de vacaciones en el Algarve. Sus restos reposan en el cementerio de Vila-Real de Santo Antonio.
David González Romero publicó en Almuzara una edición anotada de Teoría y Realidad de la Semana Santa. El libro, compendio de artículos publicados en El Noticiero Sevillano y La Libertad de Madrid en 1930 y 1931, apareció en 1934 y sobre él se lanzó un manto de olvido. Rina y Rondón dicen que no apareció una sola mención en sus obituarios. En 1981 lo recupera José Luis Ortiz de Lanzagorta y un año más tarde el antropólogo Isidoro Moreno encontró un ejemplar en El Jueves, el mismo lugar donde Carriazo encontró la pista que le llevó al tesoro del Carambolo.
Como el Carambolo, el libro de Núñez de Herrera es un tesoro. Una declaración de amor a Sevilla, “gran ciudad, maltratada por las letras y los letreros y convertida por los altavoces de la Fama en una especie de sello internacional para quitar las penas”.
La semana entrante es un doble aniversario de Núñez de Herrera. El 19 de marzo, de su nacimiento en este pueblo del partido judicial de Villanueva de la Serena; el 22 de marzo, aniversario del día de 1931 en el que contrajo matrimonio en la iglesia del Sagrario de Sevilla con Antonia Castelló. El 21 de abril era nombrado secretario particular del alcalde Rodrigo Fernández y García de la Villa.
Cuando se celebren las elecciones municipales, el Ayuntamiento descubrirá la placa de Núñez de Herrera. Fran Cruces, concejal de Cultura de la localidad, conoció la relevancia de su paisano cuando hizo un máster en Sevilla. En ese pueblo nació también Bartolomé José Gallardo (1776-1852), primer bibliotecario de las Cortes de Cádiz que da nombre a un premio de investigación bibliográfica, “el más importante de España después del de la Biblioteca Nacional”, dice el edil. La patrona de Campanario es Nuestra Señora de Piedra-Escrita. Lo decía Oscar Wilde: la realidad imita al arte.
La Teoría y Realidad, doble soporte de una misma pasión, se habría ido al garete si al padre de Núñez de Herrera, como era su propósito, lo hubieran destinado a Madrid al servicio de Correos y Telégrafos, pero el 29 de agosto de 1924 Fidel Núñez es destinado como jefe de Negociado a Sevilla. Ese año acabó su hijo el servicio militar, entre Marruecos y Carabanchel, y su intención era ocupar la plaza que dejó vacante su padre en Villafranca de los Barros. Un año más tarde, el 9 de diciembre de 1925, Núñez de Herrera logra el traslado a Sevilla como oficial de tercera clase de Correos. Pone fin a una curiosa actividad balompédica: fue contador y entrenador del Sport Club, precedente del Badajoz.
La Obra Completa de Núñez de Herrera, con el título de Estampas y el subtítulo de Literatura y periodismo de vanguardia abre la Biblioteca de Autores Meridionales de editorial El Paseo. Con doble implicación: Núñez de Herrera fue uno de los miembros más activos de la revista Mediodía y por criterios cronológicos pertenece a la generación del 27. Nació dos años después que Lorca y Aleixandre; dos años antes que Alberti y Cernuda.
El funcionario de Correos y Telégrafos tuvo una intensa actividad cultural. Primero como periodista, aunque sus biógrafos recuerdan que la primera vez que aparece su nombre fue en un diario de Salamanca donde con otros soldados del Batallón de Radiotelegrafía destinados en Tetuán solicitan madrinas de guerra entre las jóvenes salmantinas. En 1931 dirige una revista y un periódico de vidas muy efímeras. Fue secretario del Centro de Estudios Andaluces y primer jefe técnico de la Hemeroteca Municipal, iniciativa del alcalde José González Fernández de la Bandera, extremeño como él (de La Puebla de Calzada), fusilado el mismo día y en el mismo sitio que Blas Infante. La primera actividad de Núñez de Herrera en la Hemeroteca fue una exposición con los carteles originales de la Semana Santa y la Feria.
Lo que contaba en su libro sobre Semana Santa lo desparramó por múltiples conductos: primero, en los periódicos donde lo publicó; después en lecturas en foros académicos o tertulias literarias. La colaboración de su hija, Margarita Rosa Núñez, y su nieta, Marga Morales Núñez, fue fundamental en el rescate.
El libro publica la que debió ser la última fotografía pública de Núñez de Herrera. Fue en la caseta de la Venta de los Gatos. Abril de 1935. Está Lorca, que aprovechó para conocer la Feria; Jorge Guillén, que había permutado con Salinas la cátedra de Sevilla por la de Murcia; o Chaves Nogales, que cubría como periodista una visita de Lerroux a Sevilla. Sevilla: Teoría y Realidad de la Semana Santa tiene una actualidad pasmosa. Cóctel de humor, afecto y sabiduría, música de Beethoven y saetas del Niño Gloria. “Vámonos de aquí, compadre. Resulta que es verdad que Dios se ha muerto”.
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