El día que Elvis se me murió en la radio de un taxi
Calle Rioja
Se cumplen 47 años de la muerte del ‘rey’ del rock, que se fue un mes de agosto de 1977 que también nos dejó sin Antonio Machín, Groucho Marx y Antonio Rodríguez Buzón.
La Gracia es palabra equívoca que tiene muchas ramificaciones. El mundo perdió parte de su Gracia por los cuatro gigantes que nos dejaron aquel mes de agosto de 1977. Ayer se cumplieron 47 años de la muerte de Elvis Presley (1935-1977), que nos abandonó con 42 años. El 4 de agosto moría Antonio Machín (1903-1977); el 19, Groucho Marx (1890-1977) y el 27 de agosto, Antonio Rodríguez Buzón (1913-1977). Hombres dotados con una gracia enorme para el bolero, para el rock & roll, para el humor y para glosar la Gracia con mayúsculas en el pregón de la Semana Santa de 1956.
Que casi medio siglo después sigamos hablando de ellos, de estos cuatro evangelistas de un credo laico, es prueba indeleble de su inmortalidad. Elvis Presley no murió en Sevilla, pero a mí se me murió en la radio de un taxi por el desaparecido puente de san Benito que tantas veces cantara Pascual González. Hay varios ecos sevillanos del legado de Elvis. Ese mismo día, 16 de agosto de 1977, se reencarna Silvio Fernández Melgarejo como discípulo figurado de aquel mesías. Deja la batería y los quehaceres en el bar de Curro Silver para convertirse en la nueva versión del blanco con la voz de los negros al sevillano modo. Tributo a Antonio Molina, a Manolo Cardo, a Adriano Celentano, pero también a Elvis Aaron Presley.
Jesús Méndez Lastrucci es escultor e imaginero con taller en la calle Goles. Su estatua de Paco Palacios El Pali dirige el tráfico junto al edificio de Hacienda donde trabajara Juan Sierra. Es autor del monumento al Seise, del busto de Melado en la barbería de la calle Amor de Dios y escribió una biografía de Antonio Susillo. En Memphis, el santuario de Elvis, hay una alegoría escultórica del cantante que salió del taller sevillano de este artista. Los otros tres que se fueron en agosto del 77 sí tienen su sitio en Sevilla. Antonio Machín, cubano de nacimiento, hermano de los Negritos, está enterrado en el cementerio de San Fernando y cada 4 de agosto sus incondicionales le dedican cánticos y unos tragos de ron en el camposanto. Tiene además una hermosa calle perpendicular a las avenidas de León XIII y de la Cruz Roja. Groucho Marx tampoco se puede quejar. Su retrato preside el local Sopa de Ganso en la calle Pérez Galdós, la que une Santillana y El Rincón a dos pasos de la Alfalfa. Y una histórica discoteca del Arenal lleva su nombre. Allí se celebró una de las fiestas del festival de cine de Sevilla con los directores del new wave norteamericano: Jim Jarmusch, Susan Seidelman, John Landis.
Y Antonio Rodríguez Buzón está omnipresente en la memoria de la ciudad. Ursaonense como el cervantista Rodríguez Marín o el futbolista Francisco López Alfaro, su nombre aparece en muchos lugares de la ciudad que recuerdan ese pregón por el que salió a hombros del teatro San Fernando. Hay unos versos en la calle Caballerizas que leerá más de un nazareno de san Esteban cuando vaya junto al Cristo del Buen Viaje. Igual que Juan Miguel Vega, que glosó los días nucleares en la primavera de un año olímpico, París 2024, Rodríguez Buzón también lo dio en año de aros del deporte, 1956, aunque España boicoteó los Juegos de Melbourne.
Elvis no necesita calle, avenida, parque o cervecería con su nombre. Su música es universal desde aquel primer disco que grabó con 18 años. Una de las dos mitades balompédicas de la ciudad está en deuda con Elvis Presley. Nace el 8 de enero de 1935, el año que el Betis gana la Liga, y muere el 16 de agosto de 1977, el año que el Betis gana su primera Copa del Rey. En 1935 era presidente del Gobierno Alejandro Lerroux y de los Estados Unidos, Roosevelt; en 1977, mandaban Adolfo Suárez y Jimmy Carter, respectivamente. En 1935 el Pichichi de la Liga fue Lángara, el segundo de los tres que consiguió con el Oviedo; en 1977, el argentino Mario Alberto Kempes con el Valencia. El año que nace Elvis quedó desierto el Nobel de Literatura: dicen que habían nominado a Unamuno y en alguna biografía especulan con que no se lo dieron por su pobre inglés (sin embargo, estudió danés para leer a Kierkegaard en su idioma) o porque lo vieron como público en un mitin en Salamanca de José Antonio Primo de Rivera. El año que muere Elvis recibe el Nobel de Literatura el poeta sevillano de Yanduri Vicente Aleixandre.
La Historia es como un palimpsesto. El día que nace Elvis Presley, Lluis Companys acude a Madrid con los consejeros de la Generalitat para explicar los términos de su declaración unilateral del Estado Catalán. La víspera, Benito Mussolini recibe del ministro francés de Exteriores un gigantesco terreno desértico que se convertirá en la futura Libia. En agosto de 1977, el mes que muere Elvis Presley, el Gobierno de Adolfo Suárez llega a un acuerdo con el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas. En enero de 1935, quince días después del nacimiento del cantante, uno de los catalanes más universales (y más españoles), Salvador Dalí, expone en Nueva York, la ciudad donde nació Groucho Marx el 2 de octubre de 1890. Fue el más longevo de este cuarteto de agosto de 1977.
Hay un curioso hilo conductor entre Elvis y Groucho, uno con millones de discos vendidos, el otro con una discoteca que lleva su nombre en el Arenal, entre las calles Arfe y García de Vinuesa. Elvis Presley canta y actúa en la película King Creole (El barrio contra mí), un excelente largometraje de bandas y amores que dirigió Michael Curtiz en 1958, el mismo año que Elvis se enroló en el Ejército y que, en palabras de John Lennon, empezó a morirse. Curtiz ha pasado a la historia del cine por ser el director de Casablanca, una cinta de 1942. Cuatro años después, los hermanos Marx, con Groucho a la cabeza, hicieron una parodia de esta historia de amor entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman con su duodécima película, que dirigió Archie Mayo y se tituló Una noche en Casablanca. Además de una ciudad de Marruecos, que estrenó un vuelo con Sevilla en 1992, Casablanca era también una revista de cine que fundó y dirigió Fernando Trueba y un bar de copas que regentaron en el Paseo de la O los cinéfilos Perico Barbadillo y Zacarías Cotán, sobrino de Manolo Summers.
Uno puede recordar a Elvis paseando por la calle Antonio Machín o tomando un ron con Coca-Cola en la discoteca Groucho o escuchando el pregón de Rodríguez Buzón de 1956, porque hablar con Dios en Sevilla es un triple salto hasta un palio o un crucificado para lo que se necesita de la pértiga (del pertiguero). Sea con Sergei Bubka o Armand Duplantis.
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