Las despedidas son la otra cara de la moneda
Cada fin de semana unas mil personas protagonizan en la ciudad este tipo de celebración
Un despedida de soltero con el novio disfrazado de pene gigante paseando por delante de la Catedral de Sevilla. Ésta es una de las imágenes más comentadas este fin de semana en las redes sociales, compartida por el pintor Ricardo Suárez. Si la apertura de hoteles de cinco estrellas es la cara de la moneda turística de la ciudad, la lacra de las despedidas de soltero son la cruz. Es habitual ver cada fin de semana a numerosos grupos de jóvenes, tanto masculinos como femeninos, deambulando por el casco histórico ataviado con llamativos disfraces y ofreciendo una imagen nada edificante.
Sevilla, Córdoba y Granada conforman el triángulo de las despedidas de soltero en Andalucía. Hasta la ciudad de la Giralda se trasladan nutridos grupos procedentes de diversos lugares de España gracias a las buenas comunicaciones, fundamentalmente el AVE y los vuelos de bajo coste. Las escenas se repiten cada sábado en la Plaza del Salvador para desgracia y vergüenza de los vecinos. Las despedidas se entremezclan en los veladores y los gritos de euforia van aumentando conforme el alcohol hace efecto. Todo ello, amenizado por las charangas que hacen acto de presencia para interpretar machaconamente los últimos éxitos de Maluma o el tradicional Paquito el chocolatero. La escena, sin música en directo, se repite en otras zonas, como el Paseo de Colón.
Las despedidas apenas aportan nada a la ciudad. La estancia media es de una noche y se alojan, en su mayoría, en apartamentos contratados por internet, muchos de los cuales es probable que no estén dados de alta en el Registro de Turismo de la Junta de Andalucía. Como ya publicó este periódico, el desembolso medio por persona se sitúa en los 50 euros. Sevilla se ha consolidado en los últimos años como destino de despedidas, según se puede comprobar en los rankings elaborados por las empresas del sector, para lamento del Ayuntamiento, que es consciente de la imagen negativa que se genera entre los propios residentes y los turistas. No en vano, no se contempla como nicho de mercado, aunque hay numerosas empresas que se dedican a organizar este tipo de eventos.
En otras ciudades afectadas, como Granada, son muchos los bares que prohíben la entrada a estos grupos.
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