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Van der Borcht y el esplendor de los Borbones en Sevilla

El Rastro de la Historia

A este ingeniero militar del siglo XVIII le debemos elementos icónicos del paisaje sevillano, como las portadas de la Fábrica de Tabacos y la Casa de la Moneda

Casa de la Moneda (grabado de Carlos Córdoba).
Silverio

20 de noviembre 2024 - 03:00

La figura de Sebastián Van der Borcht es tan brumosa como la tierra de la que proviene su apellido, de evidente origen flamenco u holandés. Parece, o así lo indica la Real Academia de Historia, que nació en Bruselas sobre el año 1725 y que murió en Madrid en 1787. Por no estar seguros, hasta dudamos de su nombre exacto, porque también es nombrado, sobre todo a finales de su vida, como Van der Beer. Sin embargo, sin este arquitecto (ingeniero militar de profesión), amigo del marqués de Esquilache y protegido por Felipe VI y Carlos III, no podríamos concebir el paisaje urbano actual de Sevilla. Sabemos que fue uno de los arquitectos fundamentales de la construcción de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla (actual Universidad) y el responsable del diseño de su icónica Puerta de la Fama. Conocemos, además, que intervino en la remodelación de la Casa de la Moneda y que, asimismo, diseñó la portada de la misma (la que da a la calle Santander). Ambas puertas, de gran calado simbólico, pretendieron reflejar la gloria y el poder de la nueva dinastía reinante en España, los Borbones, así como su proyecto reformista e ilustrado que, arquitectónicamente, se traduce en una fértil mezcla de elementos barrocos con la simplicidad de líneas en las fachadas que nos indican ya un periodo de transición hacia el neoclasicismo. De él se ha dicho que "fue un artista de la construcción" y se le ha puesto en la órbita de la gran arquitectura palaciega de la España del XVIII, protagonizada por Teodoro de Ardemans, Filippo Juvara o Giovanni Battista Sacchetti, que participarían en la construcción de los principales palacios borbónicos, como el Real de Madrid, La Granja y Aranjuez.

Noticias ciertas y documentadas que se tienen de Van der Borcht fue que ingresó en el cuerpo de ingenieros militares en 1745, que en 1750 se casó en la Iglesia del Sagrario con Antonia Josefa Sánchez Aguilera, joven de una familia acomodada, y que en 1768 alcanzó el empleo de coronel. Hay también constancia de su ingreso en la Academia de Buenas Letras, en 1758, y en la Real Sociedad de Medicina y otras Ciencias, en 1761.

Quizás el hito más importante de su carrera fue cuando, en 1750, se le encargó continuar con las obras de la Real Fábrica de Tabacos, uno de los proyectos fabriles fundamentales de los Borbones en todas sus posesiones, trabajo que desarrolló hasta 1766. Ese año cayó en desgracia debido al motín de Esquilache, los tumultos que acabaron con el poder de su principal protector. El nuevo secretario de Hacienda, Miguel de Múzquiz y Goyeneche, no le perdonó su condición de 'hombre de Esquilache' y lo destinó a las fortalezas defensivas del Puerto de Santa María.

Van der Borcht es responsable del núcleo principal de la Fábrica de Tabacos: crujía de la fachada principal, los patios, las galerías, gran parte del foso, la capilla y la cárcel. Además, diseñó su icónica puerta principal, conocida como de la Fama por la escultura de Cayetano de Acosta (artista con el que colaboró a menudo) que la corona, que representa a la diosa mensajera de Zeus. La puerta de la Fama es una construcción de marcado acento americanista y, probablemente, no pasaría el severo juicio de los nuevos inquisidores, con sus medallones dedicados a indios arqueros y fumadores junto a los de Colón y Hernán Cortés.

Tras el terrible terremoto de Lisboa de 1755, Van der Borcht fue llamado para trabajar en la remodelación y ampliación de la Casa de la Moneda, que junto a la de Madrid habían quedado como las dos únicas fábricas con posibilidad de acuñar moneda en España. Los destrozos causados por el seísmo, además de la necesidad de ampliar la capacidad de producción de la ceca sevillana para apoyar la política económica y monetaria expansiva de la nueva época, hicieron que se iniciase una amplia remodelación del conjunto que había sido mandado a construir por Felipe II al arquitecto Juan de Minjares en el último tramo del siglo XVI. Como indica Mercedes Espiau, gran conocedor de nuestro protagonista, Van der Borcht, entre 1761 y 1763, "realizó una nueva fachada para la Casa de la Moneda, emprendiendo además, una serie de obras de remozamiento que afectaron a la casa del superintendente, a la habitación del Fiel y a las dependencias del Guarda".

La portada que proyectó Van der Borcht es la misma que vemos hoy, pero con una importante (y a nuestro entender equivocada) modificación realizada por José Gómez Otero en 1894. Consistió ésta en la destrucción del gran escudo real dorado -elemento central de la portada- para sustituirlo por el balcón que aún hoy podemos ver justo encima de la puerta. Debido a esta intervención, la portada perdió parte de su prestancia y el mensaje de exaltación de la Casa de los Borbones y el Estado que pretendía transmitir.

Hay estudiosos que atribuyen a Sebastián Van de Borcht otras obras de cierta importancia en la ciudad. Se especula que fue el que diseñó el palco real de la Maestranza y el último cuerpo cilíndrico de la Torre del Oro. Una de las pruebas que se argumentan para la primera atribución, además de por el estilo, es que fuese su habitual colaborador, el escultor Cayetano de Acosta, el responsable de tallar el escudo real y las alegorías del Guadalquivir y del Po que decoran dicho palco. Como dijimos antes, Acosta también trabajó con el arquitecto en las portadas de la Fábrica de Tabacos y la Moneda. Para esta última talló la leonina clave y los remates laterales. Respecto al último cuerpo cilíndrico de la Torre del Oro, lo cierto es que muchos apuntan a que su verdadero autor fue Ignacio Carmona, maestro de obras del Alcázar en aquellos años, aunque es más que posible que Van der Borcht participase en los trabajos de restauración tras el Terremoto de Lisboa, que estuvo a punto de suponer la demolición del monumento. Importante también fue su trabajo en el remozamiento del Real Alcázar, especialmente en el hoy conocido como salón de los tapices.

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