La demolición de pisos de Regiones Devastadas llegará este mes al 50%

Las 59 viviendas derribadas hasta ahora por Emvisesa se elevarán a 113 antes de abril · La operación ha obligado ya a desalojar y reubicar en pisos públicos de alquiler a unos 200 vecinos de la zona

Las máquinas de Derribos Pavón en plena actuación, ayer, en el número 4 de la calle Eduardo Torres.
A. S. Ameneiro / Sevilla

16 de marzo 2010 - 05:03

La zona de Regiones Devastadas, una de las barriadas de Amate construidas con pésima calidad hace 50 años al borde del Tamarguillo para compensar a los afectados por las riadas sevillanas en pleno franquismo, avanza con rapidez hacia su desaparición total para resurgir con nuevos edificios residenciales en régimen de alquiler (VPO) y con una nueva denominación más amable que elegirán los vecinos. El Ayuntamiento, a través de la empresa municipal de la vivienda (Emvisesa), inició ayer la demolición del cuarto bloque de los 18 que integran toda la barriada y anunció que a finales de este mes se habrá completado la destrucción de 113 pisos, es decir, la mitad de las 216 viviendas totales.

La operación de reconstruir el barrio sobre los escombros del antiguo, levantado en 1957 por el Estado entre la Avenida San Juan de la Cruz, Paulo Orosio, Carlos García Oviedo y la Plaza Ruperto Chapí, ha sido posible gracias a la aportación de dinero público de las tres administraciones (26,7 millones de euros), así como al consentimiento de la mayoría de los vecinos (inquilinos). La pena la tienen los más ancianos.

Han sido realojados ("recolocados", según el eufemismo pronunciado ayer por el delegado de Urbanismo Alfonso Rodríguez Gómez de Celis) en pisos de alquiler del Ayuntamiento repartidos por toda la ciudad: Cross Pirotecnia (Viapol), Pino Montano, Hytasa, Los Bermejales, Kansas City y Bellavista, entre otras. Hasta ahora unas 200 personas se encuentran en esta situación y al término de este mes la cifra sobrepasará las 300 personas.

Según los vecinos que siguen en el barrio, "todos los realojados están muy contentos" pese a que el Consistorio les asegura que tendrán que vivir fuera del Tamarguillo durante al menos cuatro años, fecha en la que podrán regresar a un piso nuevo, mucho más grande (vivían en superficies de 40 a menos de 50 metros) y con la misma renta baja que pagan ahora: 1,5 euros al mes los pisos pequeños y 2,5 euros al mes. Los vecinos agregan que la renta se revisará en adelante cada cuatro años.

La cara negativa de esta operación es el desarraigo y el trastorno que causa este exilio forzoso a las personas más mayores que piensan que no vivirán para ver el cambio, frente al entusiasmo de los más jóvenes. Manuela Cala, una jubilada de 62 que ha pasado 43 años de su vida como emigrante en Alemania, contaba ayer a este periódico que su madre octogenaria se le murió en septiembre "porque le afectó mucho saber que la iban a desalojar del barrio a su edad". Manuela, vecina del segundo piso del bloque 1 de Eduardo Torres, que aún sigue en pie pese a las advertencias de los Bomberos, regresó de Fráncfort la pasada primavera para cuidar a su madre enferma y a los pocos meses la perdió. "Yo nací en la calle Jimios y todavía me acuerdo de cuánto lloraba cuando nos vinimos a Regiones Devastadas a vivir. Me fui con 21 años a Alemania y he venido después de jubilarme dejando allí dos hijos mayores y un piso de alquiler por el que pagaba 560 euros", explica emocionada e inquieta por su futuro.

Tere Mateo, madre de tres hijos y vecina de otro segundo del mismo bloque que Manuela, lamenta que su familia está deseando el desalojo por los agujeros que ha causado el temporal en sus techos pero denuncia que éste no se produce por la negativa de cuatro vecinos. "Hay cuatro vecinos de los 23 que somos que no quieren irse y por eso estamos aquí todavía. A mí no me engaña nadie, y no hacen caso de que los Bomberos aconsejaron hace dos semanas un desalojo urgente", cuenta. Los que quieren irse, como Tere, se quejan de que las ratas han proliferado por las demoliciones de bloques y se pasean por las cocinas comiéndose los restos de alimentos que encuentran.

La demolición de ayer correspondió al bloque 4 de la calle Eduardo Torres (afectado por las humedades y el derrumbe de techos) y eleva a 59 las viviendas desalojadas hasta ahora. Las próximas serán 36 familias de los bloques 1, 3 , 5 y 7 de Paulo Orosio, y del número 2 de Eduardo Torres. Fuentes de Emvisesa aclararon ayer que el derribo de Regiones Devastadas se decidió porque ni aún rehabilitando se hubieran logrado viviendas mínimamente habitables. La experiencia se repetirá en más de 500 viviendas de Los Pajaritos, otro barrio del Tamarguillo afectado, como todos los de esta zona, por los mismos defectos: pisos mínimos y de mala calidad constructiva que se levantaron para acoger a familias provisionalmente y acabaron siendo definitivos. Las Casitas Bajas de Amate, a pocos metros, sufren el mismo problema, pero carecen aún de presupuesto público.

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