El decoro perdido en la visita a los templos

El arzobispo pide que se cuide el vestuario en las iglesias en esta época

Diego J. Geniz

25 de julio 2015 - 05:03

Una realidad más que palpable. Hace años que en la Catedral prevalece su función turística por encima de la principal para la que fue levantada: el primer templo de culto de la archidiócesis. La proliferación de visitas ha contribuido a que el decoro en las vestimentas (es un lugar sagrado, nunca se olvide) se vea mermado, especialmente en los meses de calor. La situación no ha pasado inadvertida para el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, quien en el último semanario de la archidiócesis, Iglesia en Sevilla, ha mostrado su malestar -en respuesta a un lector- por el atuendo que observa en la Catedral de Sevilla y en otros templos.

"Creo que algo deberíamos hacer el Cabildo de la Catedral y los sacerdotes en sus parroquias en este sentido", refiere el prelado hispalense, quien incide en que la visita cultural debe ser "compatible" con la salvaguarda de la identidad más "genuina" del templo, "de ninguna manera puede ser considerado un parque temático y un mero museo".

No le falta razón al pastor de la diócesis en el escrito, pues al observar las colas de los turistas para entrar en principal templo metropolitano resulta evidente que se abusa de la tiranta, de la chancla y hasta del bañador (en el caso de los hombres) para acceder a un edificio que, pese a su importancia monumental, no deja de ser un lugar de culto. En algunos conventos, como en el de las Hermanas de la Cruz, las religiosas obligan a las mujeres a cubrirse los hombros con un chal, una práctica bastante extendida en otros países donde impera la religión cristiana.

El arzobispo -que sugiere que la genuflexión y el silencio se recuperen en los templos como signos de veneración- no sólo se detiene en el decoro de las vestimentas en las visitas turísticas, sino que también recomienda que se tenga en cuenta a la hora de recibir o asistir a un sacramento, especialmente en las confirmaciones y las bodas. En esta última celebración los especialistas siempre aconsejan que el traje de la novia cubra los hombros para casarse por la Iglesia.

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