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El daño irreparable de la talidomida

Salud

Los padres de Raquel Gómez explican los efectos devastadores de un fármaco que causó severas malformaciones, coincidiendo con el juicio en Madrid contra el laboratorio fabricante.

Raquel Gómez, afectada por la talidomida, en su casa.
Noelia Márquez

25 de octubre 2013 - 05:03

"Ella es muy feliz, siempre está sonriendo, pese a todo". El cariño que rodea a Raquel Gómez es perceptible a los pocos minutos de entrar en su hogar en Mairena del Aljarafe. Antonia, su madre, ha dedicado toda su vida a los cuidados que necesita su hija, que sufre severas malformaciones en brazos y pies, además de problemas internos debido a los efectos devastadores de la talidomida.

El fármaco calificado como maldito se dispensó a finales de los años 50 a mujeres embarazadas para paliar náuseas, ansiedad, vómitos, o el insomnio que a a veces padecen las gestantes. A los pocos meses de su circulación mundial se detectaron malformaciones en recién nacidos. La talidomida, en sus múltiples variantes, se retiró del mercado para las embarazadas en Alemania en 1962, un año después en España. Pero los afectados denuncian que, pese a la retirada del mercado, este medicamento siguió circulando. Es precisamente lo que le ocurrió a Antonia y a su familia.

Cuando esperaba a su segundo bebé a la edad de los 21 años, Antonia tomó Varialdurante dos meses. "El médico de cabecera me lo recetó porque tenía vómitos", recuerda esta mujer, quien incide que su "primera hija había nacido perfecta". Cuando nació Raquel comenzó una dura lucha para Antonia y su marido, Juan Gómez, quienes desde el primer momento se preguntaron, una y otra vez, qué había causado los daños a su pequeña. "Nunca recibimos apoyo psicológico; éramos muy jóvenes y en aquella situación sufrimos mucho, pero salimos adelante", añaden.

Raquel sonríe mientras sus padres relatan su historia. "Son 38 años de lucha, muy duros, y seguirá siéndolo", comentan. Su hija sufre malformaciones que le impiden mover los brazos, de modo que necesita la ayuda de una persona para realizar las tareas más simples de la vida diaria, como vestirse o ducharse, o ir al baño. Su madre es su guía inseparable. "Si mi hija necesita ir al baño dos veces de noche, me levanto y voy con ella; si no puede dormir, yo tampoco duermo", explica esta mujer al tratar de describir su día a día como cuidadora.

Raquel tiene tres hermanas, Toñi, María del Carmen y Patricia. "Mis hijas siempre están muy unidas, son una piña". Es la fuerza del cariño frente a la talidomida.

"Durante veinte años me eché yo misma la culpa de lo que le pasaba a mi hija. ¿Qué había hecho yo mal?" La constante pregunta quitó el sueño e incluso generó angustia y depresión a Antonia.

Cuando Raquel cumplió los 20 años su madre, durante una conversación casual con un enfermera, tuvo conocimiento de que existían más casos similares a los de su hija y que la causa era un medicamento que ella había tomado. "Fue por casualidad durante una intervención de rodilla en el hospital", recuerda Antonia. "Una enfermera me comentó que el fármaco que yo había tomado es causante de malformaciones", explica.

El padre de Raquel lamenta que veinte años antes no habín recibido ninguna explicación clara sobre la causa de los problemas de su hija. "Los médicos sólo nos dijeron que nos había tocado a nosotros y que era por algo que había ingerido mi mujer durante el embarazo, pero no nos dieron más explicaciones", recuerdan.

Este matrimonio se sometió a diversas pruebas. "Los especialistas buscaron en nuestra genética para buscar la causa, pero no encontraron nada; es más, nos dijeron que podíamos tener más hijos". Tras tener a Raquel, Antonia se quedó embarazada dos veces. "Las hermanas de Raquel han ido a la universidad", comentan.

Ahora, esta familia espera que la Junta de Andalucía les conceda una plaza en un centro de día que tienen aprobada desde hace año y medio. También esperan que los tribunales reconozcan el daño que les provocó la talidomida en el proceso judicial iniciado en Madrid por la Asociación de Víctimas de la Talidomida (Avite) contra el la farmacéutica Grünenthal, fabricante del fármaco. "Que, al menos, lo reconozcan. El daño causado ya no lo supera la persona que lo sufre ni la familia, pero al menos que mejore su día a día".

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