La custodia de Arfe, en detalle
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La explicación cuerpo a cuerpo del gran legado del platero
Platero, escultor y autor de uno de los tratados artísticos que tuvieron más relevancia en su época y que se mantuvo vigente durante varios siglos. Juan de Arfe y Villafañe fue, sobre todo y por encima de todo, un constructor de custodias. La más lograda, él mismo así lo afirmaba, es la que hizo entre 1580 y 1587 para la Catedral de Sevilla. Además, este leonés de ascendencia alemana realizó otras obras que son consideradas de primer orden, como las de las catedrales de Ávila, o la de Valladolid, labradas después de la sevillana.
Con un apellido que deriva de la localidad alemana de Harff, de donde eran originarios, Juan de Arfe siguió la trayectoria de su familia. Era hijo de Antonio de Arfe, y nieto de Enrique de Arfe, la saga de plateros más importantes de Europa desde principios del siglo XVI. El Cabildo Catedral de Sevilla decidió encargarle a este reconocido platero la ejecución de una custodia para la procesión del Corpus Christi. Arfe trasladó a la ciudad hispalense, donde permaneció durante ocho años. El Cabildo no escatimó en medios y proporcionó al orfebre una gran cantidad de plata americana para la construcción de esta gran obra que debía ser “la mejor de cuantas existieran en España”.
El resultado no dejó lugar a dudas: más de 300 kilos del precioso metal empleados en un compendio arquitectónico formado por cinco cuerpos, y más de tres metros de altura. De su completísimo programa iconográfico se encargó Francisco Pacheco, un ilustrado canónigo, tío del pintor del mismo nombre. Al ser una pieza tan compleja, Arfe escribió una pequeña guía, Descripción e la traça y ornamento de la custodia de plata de la Sancta Iglesia de Sevilla, que explicaba su contenido y significado. Durante su etapa en Sevilla también escribió uno de sus libros más famosos De varia commensuración para la Esculptura y Architectura (1585), una obra de estudio anatómico. En él, Arfe sienta las bases desde la que partirán grandes artistas de la escuela sevillana. La influencia del platero sobre sus artistas coetáneos fue importante, dejando un modo de trabajar seguido con con posterioridad.
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